_
_
_
_
_
VUELTA RÁPIDA | MUNDIAL DE MOTOCICLISMO | Gran Premio de Catar
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Honda y Yamaha, rectas y curvas

Tal y como ha ido la pretemporada, que Jorge Lorenzo consiguiera la segunda plaza en la primera carrera parecía imposible a pesar de tratarse del actual campeón del mundo de MotoGP, un piloto extraordinario, por calidad, constancia y resistencia. Para este curso, Honda, el constructor más potente del paddock, ha apostado mucho más fuerte que en los años anteriores, tanto con el desarrollo de la RC212V como en la formación del equipo, con dos súper pilotos como Stoner y Pedrosa, y con un tercero, un pelín por debajo, como Dovizioso.

Por más que la última corona cayera en manos de Lorenzo, Yamaha ha tenido que digerir la marcha a Ducati de Valentino Rossi, un motorista que ha hecho historia en el motociclismo, primero en Honda y después en Yamaha, a la espera de ver de qué es capaz en una fábrica mucho más pequeña, donde todo cuesta más y donde los pasos que se dan deben asegurarse de antemano.

Más información
Stoner es un prodigio

El Mundial ha arrancado y nadie podía imaginarse que Lorenzo fuera capaz de completar la carrera que ayer pudimos ver en Catar, una prueba muy similar a la que abrió la temporada en 2004, la primera de Rossi con la Yamaha. En aquella cita en Welkom (Sudáfrica), Valentino circuló por encima de las posibilidades de su moto, que era claramente inferior en prestaciones a la Honda que pilotaba Max Biaggi, su archienemigo de toda la vida. Rossi recuperaba en cada frenada, a la entrada y a la salida de cada curva, todo el terreno que perdía en la recta con respecto a su rival, y eso es lo mismo que vimos ayer durante el tiempo que Lorenzo se midió con Pedrosa, por más que el catalán desvelara los problemas que le sobrevinieron en el hombro a partir de media carrera.

Lo que pasa este año en Yamaha no deja de ser una segunda parte de lo que ya ocurrió el año pasado. Entonces, como ahora, Valentino y Jorge ya pedían más potencia para contrarrestar a Honda. Durante esta pretemporada hemos visto que Ben Spies, el sustituto de Lorenzo en el equipo oficial de la marca de los diapasones, ha llegado a rodar más rápido que su compañero. Pero a la hora de la verdad, o sea, en la primera cita, todos pudimos ver, una vez más, por qué Lorenzo es el campeón del mundo (Spies terminó el sexto a más de diez segundos de Stoner). Su determinación y su experiencia con la M1 jugaron a su favor. El sábado, en la sesión cronometrada, las cuatro Yamaha figuraban entre las cinco motos más lentas en términos de velocidad punta. Pero la M1 sigue siendo un prototipo muy equilibrado y, desde mi punto de vista, más ágil que el de Honda. Lo que pasa es que la marca del ala dorada ha dado un significativo salto de calidad, como lo demuestra la clasificación final de la carrera de ayer, en la que cuatro Honda se colocaron entre los cinco primeros puestos.

El año pasado, Yamaha tenía la moto más equilibrada de la parrilla, pero todo y con eso perdió carreras, tanto con Honda (Pedrosa) como con Ducati (Stoner). Tras la primera carrera del curso, si ahora me preguntaran cuál es la mejor moto del paddock, lo tendría claro: la Honda en las rectas y la Yamaha en las curvas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_