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Columna
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Titulares

Carlos Boyero

Cuentan los informados que hay numerosos lectores de periódicos que solo se fijan en los titulares. Si estos tienen gancho es probable que se interesen por el texto. En el periódico de ayer, flipé con los enunciados de dos entrevistas situadas en una página doble. Las protagonizaban declaraciones de los dos candidatos a presidir la Academia de Cine.

A Bigas Luna no le conozco. De Enrique González Macho solo puedo contar cosas buenas. Arriesgó y le salió bien, ha hecho admirablemente su trabajo de distribuidor y exhibidor. Pero por encima de todo, es amigo mío. Hemos tenido discusiones feroces por cuestiones nimias o trascendentes, pero jamás me ha exteriorizado el previsible mosqueo o el lógico rencor cuando he machacado películas en las que creía o con las que se jugaba mucho. Nunca ha intentado condicionarme. Eso se llama respeto, inteligencia y profesionalidad.

Enrique declara: "Presidir la Academia es un embolao". Bigas Luna asegura: "Si tengo un poco de suerte, igual gana otro". Ante tanto miedo, desidia o rechazo a lograr lo que anhelas, hasta el más simple se preguntará por las enigmáticas o masoquistas razones que les mueven a competir por algo que consideran tan ingrato, por presidir la gran familia (¿se dice así?) del cine español. Si su ejemplo se extiende a la política, los lemas de las próximas elecciones pueden provocar aun más risa que estupor.

También alucino con el título de un reportaje sobre Torrente 4: "Es cine popular, no zafio". Nada que objetar a lo primero. Lo segundo parece un mal chiste. Consulto el diccionario, recuerdo lo que he visto y oído en esta película, mi propia expresividad oral cuando estoy pasado de rosca y tengo claro el significado de zafiedad. La exhaustiva complacencia escatológica de Torrente 4 puede ser muy popular entre la infinita clientela, como la telebasura, gran parte de los mítines políticos, el folclore barato, pero añadir a su éxito el concepto de elegancia resulta demencial o innecesariamente sarcástico. Y me cae muy bien Segura. Y es transparente su listeza, su agilidad mental y su desvergüenza. Por ejemplo: me parto de risa cuando a la pregunta de qué cameo ofrecería a José Blanco responde que solo lo imagina como conductor de autobús.

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