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Las canteras eluden la ley y acumulan miles de toneladas de escombros

Las pizarreras hacen alguna mejora ambiental pero no restauran las minas

Basta con intentar estimar el número de canteras que producen mineral en Galicia para que todo sean interrogantes. Las administraciones, la Xunta y el Gobierno central, ni siquiera se ponen de acuerdo en el número de yacimientos. Tampoco la Cámara Oficial Mineira de Galicia maneja datos actualizados. La Consellería de Industria afirma que hay 529 activas, el Instituto Geológico y Minero de España -las cifras que da por buenas la Cámara- rebaja el número a 425 y el Valedor do Pobo estimaba en 2008 que serían unas 600 las canteras con producción. Ninguna institución es capaz de cifrar las explotaciones que han parado o finalizado la extracción y la Xunta, responsable última de la minería, no facilita datos.

Detrás del caos estadístico surge el de autorizaciones y permisos, ya que muchos yacimientos se explotan de forma ilegal. En 2007, la Xunta acumulaba 300 solicitudes de canteras que querían regularizar su situación. Tras su llegada al Gobierno, el PP prometió legalizar en unos meses 50 minas de pizarra y granito que están situadas fuera de los espacios naturales protegidos de la Red Natura. En julio de 2009 había arreglado la situación de 37. "Es un tema complicado porque no están registradas o no eran legales y hay muchas explotaciones que se superponen", explica el catedrático del Instituto Geológico de la Universidade da Coruña, Juan Ramón Vidal Romaní. La información está tan enmarañada que es muy complicado hacer una foto fija del sector y más difícil aún, saber si las canteras cumplen su obligación legal de restaurar.

Los expertos consultados tienen claro que en Galicia no se devuelve el terreno a sus condiciones orográficas y ambientales originales, que es lo que exige la preceptiva restauración, una obligación que está en vigor desde 1982. A la cabeza de los incumplimientos, sitúan a las canteras de pizarra, que solo aprovechan un 4% del material que extraen y acumulan cada año 18 millones de toneladas de residuos. La recién presentada tesis del biólogo Francisco Gutiérrez es el primer trabajo exhaustivo sobre la situación de las pizarreras en Galicia. Él, como el catedrático Vidal Romaní y el miembro de Adega Daniel Vispo, que lleva años denunciando la situación de alegalidad de estas minas, reconocen que no conocen ningún ejemplo de restauración. Lo único que existe, apuntan, son actuaciones de mejora ambiental. "Los planes de restauración, como no se hacen cumplir, es como si no existieran", asegura Vispo.

Gutiérrez afirma que estos trabajos se hacen en "muchísimas canteras de áridos" y, en el caso del lignito, el carbón que se extraía de As Pontes -también en Meirama, para las centrales térmicas- es un ejemplo muy reciente de intento de restauración. El hueco de la explotación se terminó de llenar con agua esta semana y donde antes había una mina a cielo abierto, ahora hay un lago. "La única que tuvo un plan fue esa", dice Vispo, "pero a eso no se le puede llamar recuperación". As Pontes, apunta Gutiérrez, es "la forma más fácil" de recuperar -que no restaurar- una cantera. El informe del Valedor de 2008 concluye que "casi la mitad" de 600 minas a cielo abierto "no tendrían o no cumplirían su plan de restauración". "Más abundante aún es la ausencia de garantías económicas o fianza ambiental que asegurara la efectiva realización de los trabajos" de rehabilitación. Ya entonces el Valedor criticaba la labor de la Xunta porque los requerimientos y sanciones eran "escasos" a pesar de que "una de las carencias más comunes" eran los títulos de actividad, concesiones, licencias y autorizaciones.

Sobre las medidas de prevención, llamaba también la atención sobre la "presencia casi excepcional" de las balsas de recogida de residuos. Algunas de las medidas que se han implementado, como la instalación de filtros prensa o banda, mejoran el sistema de balsas -que pueden romperse-, ya que compactan y deshidratan los lodos, que se pueden reutilizar así para fabricar, entre otros, hormigón. Los lodos se emplean también para hacer de las escombreras de pizarra un lugar donde plantar encima, "pero sin mover el escombro".

Además, hay aprobados proyectos de recuperación ambiental de zonas como la de Valdeorras -el epicentro mundial de explotación de la pizarra- y para restablecer cauces fluviales. El daño en los ríos es el más habitual entre los ambientales que provocan los depósitos de pizarra. Vispo cita casos como el del Casaio, en Valdeorras, que tiene "una escombrera encima" o el Laruda, en O Courel, "cuya cascada dejó de existir". "Estropean el paisaje y el suelo y los escombros corren el riesgo de deslizarse porque tampoco se cumplen las normas de seguridad", remata. Adega pidió la semana pasada una moratoria mientras no se aprueba un plan gallego de minería.

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Con millones de toneladas de residuos de pizarra acumulados, Gutiérrez concluye que la recuperación es inviable. El peor problema, sin embargo, dice que "llega ahora", porque entre 2010 y 2020 cerrarán muchas de las canteras activas desde los años setenta.

14% menos de ingresos en cinco años

En el valle de Pacios, en O Courel, la cantera de pizarra se abandonó con el comienzo de la crisis, hace unos tres años. A comienzos de 2010, la Xunta priorizaba en sus programas de cooperación a los ayuntamientos de Monforte de Lemos, Quiroga y O Barco de Valdeorras afectados por la crisis del sector de la pizarra. Entonces, el Parlamento aprobaba por unanimidad pedír a la Xunta financiación adicional para asegurar la viabilidad de estas empresas y que se exploraran otros mercados ante la fuerte competencia de países como Brasil. Hace unas semanas, el Instituto Galego de Promoción Económica (Igape) firmó un convenio por 1,4 millones para las pizarreras que apostasen por su internacionalización.

Al comercio de la pizarra en Galicia no le faltan atenciones de la Administración, sin embargo, las cifras de exportación bajan cada año. Si el expresidente de la Asociación Gallega de Pizarristas Jesús Vidal no temía en unas declaraciones que realizó esta semana la competencia de potencias como China y Brasil, la crisis económica y la disminución de la actividad constructora sí le preocupan. En 2005, las ventas en el exterior eran de más de 637.000 toneladas, pero en 2010, la cantidad bajó hasta las 506.000 toneladas. La facturación del sector desciende a un ritmo similar: frente a los 308 millones de hace seis años, en 2010 ganaron 263 millones, un 14,6% menos.

Los últimos datos de la Cámara indican que se extraen un total 750.000 toneladas al año para que 86 canteras de pizarra facturen unos 200 millones. Solo Ourense produce la mitad de la pizarra del mundo, por delante de China.

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