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OPINIÓN
Columna
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¿Dependientes?

Juan Cruz

"Granujas". Uno pone esa palabra y parece que el vocablo se mueve.

No, no va de granujas, lo que pasa es que iba a citar una frase que utiliza Manuel de Lope en su último (y estupendo) libro, Azul sobre azul (RBA). Ahí habla de la vida que le va saliendo por las esquinas del mundo, y en un momento dado se encuentra con frases que la historia devuelve en forma de desmontables: "No pasarán", "España ha dejado de ser católica"...

Un análisis de esas sentencias da para mucho, y De Lope lo demuestra con una ironía que traspasa este libro delicioso. Pero tampoco iba a hablar del libro, sino de una frase que conviene atraer a este instante que estamos viviendo.

Dice el escritor, en uno de los lances de estas memorias precoces, algo muy interesante sobre la génesis de los discursos que los políticos perpetran ahora "para mendigar unos minutos a la televisión". Dice: "[lo que dicen los políticos] No es el 'vamos a ganar' de cuando se acercan unas elecciones. Es el 'ellos dicen que somos unos granujas, pero ellos son más granujas que nosotros' de los malos tiempos".

El libro está escrito en 2007, pero sale ahora. Entonces, hace cuatro años, Manuel de Lope debió de entender que estábamos en mejores tiempos. Pues ahora parece que hemos reincidido en los malos tiempos. Unos dicen que los otros son granujas y los otros dicen viceversa. Pasa en la política, pasa en la prensa, pasa en el fútbol. Lo que dicen los socialistas en Valencia o en Madrid lo dicen los populares en España entera; el Gobierno despilfarra, las autonomías despilfarran. Unos son granujas, los otros también. Así estamos, hasta que se despierte la pesadilla.

José María Aznar dijo hace nada, cuando ya no gobierna, que el Gobierno que le sucedió hizo de España "un Estado dependiente". ¿Dependiente? Eso dijeron de él cuando puso a España a depender de Estados Unidos, tanto que él mismo importó de allí un acento que no era el suyo. ¿Dependiente? Bueno, gracias a él dependimos de la guerra que abrió Estados Unidos en Irak, cuyo país invadimos todos un poco (menos otros países, que consideraron que no era bueno ser tan dependiente).

Ahora observo que José María Aznar habla abriendo comillas: señala hacia arriba, con dos dedos de la mano simulando esos signos de puntuación, con lo que le da a lo que dice un sentido mayestático. "España es un Estado dependiente". Cierro comillas. Depende de las citas, y es lógico, porque ahora se autocita, y lo citan. Habla como los profesores norteamericanos, una propensión que tiene. Ahora lo escuchan con arrobo los que temían que rompiera los platos del PP tal como lo quiere Rajoy. En las recientes convenciones pasó de villano a héroe, de personaje al que era mejor escuchar mirando para otro lado a ser el mejor estadista que tuvo este país en tiempos de la democracia. Lo será, no lo dudo, pero es posible que pase más a la historia por aquella dependencia que por lo que dicen de él sus fieles renovados.

"España es un Estado dependiente". He aquí, para Manuel de Lope, una frase más de esas que los políticos dicen para desafiar los análisis sintácticos e incluso el contexto. Una frase inmortal, hasta que desmontas el juguete.

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