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Calabuig pretende conquistar el centro político en Valencia

El candidato recibe críticas por el cambio de discurso en la capital

Cristina Vázquez

Algo se mueve en las filas socialistas de Valencia. Joan Calabuig, que pronto se medirá en las urnas con la alcaldesa Rita Barberá, ha dado en apenas mes y medio un empujón a su partido hacia el centro. Con un discurso más contemporizador con lo que son los nuevos tiempos, el candidato ha dejado estupefacto a más de un colega de partido. "En tiempos como estos, si no fidelizas a tu electorado, te puedes encontrar con una sangría de votos", explica un dirigente socialista a la par que recuerda los dos grandes batacazos electorales del PSPV en la capital: En las elecciones de 1987, donde el grupo municipal pasó de 18 a 13 ediles, y en 1991, donde se perdieron otros cinco ediles.

Si no fidelizas al electorado, "puede haber una sangría", según los críticos
La tricefalia en la ciudad dificulta la coordinación de los socialistas
Calabuig estará en las reuniones semanales del grupo municipal
Para el candidato, si siempre se hace lo mismo, se logra lo mismo: la derrota
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"Sería más cómodo no moverse, aspirar a lo que tenemos, pero esta comunidad autónoma ha cambiado mucho y no voy a quedarme quieto", arguye Calabuig tras las críticas, más o menos veladas, que ha recibido. E insiste: "Si siempre hacemos lo mismo, volverá a pasarnos lo mismo", es decir, a caer derrotados frente a la popular Barberá.

Varios de los dirigentes socialistas consultados por este diario atribuyen este episodio a la situación de tricefalia que viven los socialistas en la ciudad: el secretario general de Valencia, Salvador Broseta, la portavoz municipal Carmen Alborch y el candidato local en 2011 Joan Calabuig. Demasiadas piezas para coordinar. Y una cuarta autoridad, la del secretario general del PSPV-PSOE, Jorge Alarte, con la que Calabuig tiene línea directa.

El partido había pactado un traspaso ordenado de poderes. En enero, Alborch, que anunció en septiembre que no optaría a la reelección, pasaría el timón a Calabuig. Pero, ya fuera un desliz o algo meditado, el calendario saltó por los aires un domingo de noviembre, cuando en una entrevista el candidato se mostró dispuesto a negociar una prolongación o conexión "de bisturí" de la avenida de Blasco Ibáñez hasta el mar con tal de revitalizar el barrio del Cabanyal.

Al otro lado, estupor. Calabuig no advirtió ni a Alborch ni al secretario general del PSPV-PSOE de Valencia, Salvador Broseta, que no daban crédito. Dio la sensación, aunque el candidato insistió en que solo había cambiado el acento al asunto, no alterando el fondo, de que el trabajo realizado por el Ministerio de Cultura, por el partido en la ciudad, que se implicó con una campaña ciudadana por la rehabilitación del barrio, se echaba por tierra por muchos paños calientes que se colocasen. Alborch tardó cuatro días en dar un paso atrás y ceder todo el protagonismo de la agenda municipal a Calabuig.

El giro de discurso del candidato no era nuevo. Días antes causó sorpresa cuando dio la bienvenida a la posible instalación de un parque de Ferrari en Cheste o cuando aplaudió con rotundidad la retirada del recurso contra el campo del Valencia CF, un recurso presentado años atrás por el entonces portavoz socialista Rafael Rubio. A la dirección del partido no le ha chirriado ninguno de estos dos posicionamientos, pero sí el del Cabanyal.

El diputado al Congreso por Valencia no acepta ese giro de posición al centro. No cree, además, que haya cambiado "en sustancia" la posición del grupo municipal, solo ha puesto el acento en otros aspectos. "No rechazo nada de lo que se ha hecho. Pero tampoco puedo quedarme cruzado de brazos", argumenta. Sin embargo, si el político quería marcas distancias con la gestión realizada por el grupo municipal que comanda Alborch, lo ha conseguido y rápido.

Las aclaraciones de Joan Calabuig han sido aceptadas pero el miedo a que se produzcan nuevos equívocos como el del Cabanyal en asuntos estratégicos de la ciudad, existe. Es el caso de la ampliación del puerto de Valencia, con la que los socialistas están de acuerdo, del acceso norte o los chiringuitos.

El partido ha celebrado hasta la fecha dos convenciones programáticas que acabarán con la redacción del programa electoral. Calabuig acudirá a partir de ahora regularmente a las reuniones del grupo municipal de los lunes, donde se planifica la agenda de la semana y se fija posición política.

El candidato viajará además en las próximas semanas a ciudades como Zaragoza, San Sebastián, Gijón o Barcelona para entrevistarse con los alcaldes y ver modelos de ciudad diferentes del de Valencia. Esta gira se completará con la visita de Calabuig a los barrios, a veces solo, a veces con Jorge Alarte, "ya veremos", señala el candidato.

De momento, su empeño y el del propio partido es que los socialistas no sean los que dicen no a todas las iniciativas del gobierno local y tampoco los que siempre flotan en la indefinición. "Yo no estoy moviendo nada hacia el centro, pero alguien me tendrá que responder por qué en las [elecciones] generales los valencianos votan más a los socialistas que en las autonómicas o las locales", advierte Calabuig.

En la sede del PSPV de la ciudad entienden que el candidato tiene un amplio margen de maniobra sobre múltiples aspectos de la campaña pero en absoluto goza de patente de corso para afrontar cualquier debate político. "Queremos fijar posturas claras en pocos asuntos y la sintonía es muy grande", apuntan. No quieren líos ni más ruido interno porque si a algo es sensible ese electorado más alejado de los extremos es a la corrupción y a los problemas internos. "Ese electorado desconfía de los partidos que no saben gobernar su casa", concluye.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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