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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Shirley Verrett, la Callas negra gracias a lady Macbeth

La 'mezzosoprano' tenía unas dotes dramáticas innatas

La intensidad y el instinto que Shirley Verrett exhibió en los principales escenarios líricos de Estados Unidos y Europa durante sus cuatro décadas de carrera no eran más que la evidencia de una firme y sólida técnica vocal y unas dotes dramáticas innatas. El pasado 5 de noviembre murió en su casa de Ann Arbor, en el Estado de Michigan, al norte de Estados Unidos. Tenía 79 años y su corazón, delicado desde hacía años, se paró. Su extraordinaria voz, suntuosa, potente y con una amplia variedad y riqueza de registros, le permitió cantar tanto papeles de mezzosoprano con los de soprano dramática, entre los que destaca su impresionante y estremecedora creación del personaje de lady Macbeth de la ópera sobre el rey escocés de Verdi, que en su presentación en la Scala de Milán en 1975 le valió que la crítica italiana la calificara como la Callas negra. Queda testimonio de aquella interpretación en la grabación que bajo la batuta de Claudio Abbado publicó Deutsche Grammophon al año siguiente.

En su autobiografía denunció que había sido discriminada por su raza

Nacida el 31 de mayo de 1931 en Nueva Orleans y criada en el sur de California, Shirley Verrett empezó a demostrar sus dotes como cantante en los oficios religiosos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de la que su familia era devota, aunque la oposición paterna le impidió inicialmente estudiar música. Superadas las reticencias familiares, empezó a estudiar canto en Los Ángeles con Anna Fitziu y gracias a una beca pudo ampliar su formación en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York.

Debutó profesionalmente en 1957 en Yellow Springs (Ohio) como mezzosoprano cantando el papel de Lucrecia en la ópera de Britten La violación de Lucrecia, y al año siguiente se presentó en la New York City Opera con el musical americano de Kurt Weill Lost in the stars. Tardó en llegar al Metropolitan de Nueva York, fue en 1968 con Carmen de Bizet, y aunque llegó a cantar en más de un centenar de funciones en el principal teatro de ópera de Estados Unidos, su relación fue intermitente. Verret denunció en su autobiografía I never walked alone (Nunca caminé sola), publicada en 2003, que había sido objeto de discriminación racial en un mundo de la lírica copado por los blancos.

De hecho, forjó su prestigio internacional en Europa, adonde llegó en 1959 para integrarse a la compañía durante una temporada en la ópera de Colonia (Alemania).

Conquistó al público británico en su presentación en mayo de 1966 en el Covent Garden de Londres cantando el personaje de Ulrica de Un ballo in maschera, de Verdi. Y finalmente consiguió presentarse en el Metropolitan de Nueva York al año siguiendo con uno de los personajes más significativos de su carrera, la Carmen de Bizet. Cantó en los principales coliseos líricos europeos, y en Francia, donde tenía legión de admiradores, llegó a fijar su residencia en París durante tres años. Y cuando en 1990 se inauguró la Ópera de la Bastilla fue llamada por su responsable artístico para formar parte del reparto de Los troyanos de Berlioz, con la que se inauguró el nuevo teatro lírico.

En España debutó en la temporada 1971-1972 en el teatro del Liceo de Barcelona, donde cantó el personaje de la princesa de Éboli en Don Carlo, de Verdi, junto a Montserrat Caballé. Regresó en 1986 para ofrecer sendos recitales en Madrid y Barcelona y para cantar en 1992, en el teatro Maestranza de Sevilla y luego en la Zarzuela de Madrid, La favorita de Donizetti junto a Alfredo Kraus.

Verrett, que empezó su carrera como mezzosoprano, probó fortuna a partir de la mitad de la década de 1970 como soprano dramática, lo que le hizo posible que en su repertorio, en el que figuraban 40 títulos, se encontraran personajes antagónicos de una misma ópera, como los de Aida y Amneris en la obra egipcia de Verdi o los de Noman y Aldalgia en la tragedia entre druidas y romanos de Bellini. Incluso en 1973 llegó a cantar en una misma función como soprano y mezzosoprano. Sucedió en el Metropolitan de Nueva York en el estreno de una nueva producción de Los troyanos donde empezó la función cantando en el primer acto el personaje de Cassandra y para pasar en el segundo a interpretar el de Dido al sustituir a la mezzosoprano Christa Ludwig indispuesta. Ya al final de su carrera, en 1994, debutó en Broadway con una reposición del clásico musical de Rodgers y Hammerstein Carrousel.

Apartada de los escenarios, los últimos 13 años de su vida los dedicó a la enseñanza del canto en la Facultad de Música, Drama y Danza de la Universidad de Michigan. Su legado discográfico es amplio e incluye una treintena de grabaciones en estudio y en directo de óperas que abarcan el repertorio belcantista y verista. En la lista figura una versión de El amor brujo de Falla que grabó en 1960 con la Orquesta de Filadelfia bajo la dirección de Leopold Stokowski.

Shirley Verret, en el camerino del Metropolitan de Nueva York, en 1973.
Shirley Verret, en el camerino del Metropolitan de Nueva York, en 1973.AP

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