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Columna
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Lío

Juan Cruz

Conocí el viernes en Barcelona, donde vive desde hace años, a Pitito Gamir, diplomático madrileño, hijo de diplomáticos madrileños; ha viajado por todo el mundo, y la última vez que fue a Madrid fue para llorar por una princesa rusa que era amiga suya y que ha muerto. En los últimos decenios compartía casa con un mono, y se ha muerto el mono, que tenía 49 años. Él está desolado. El mono le entendía, amaba sus camisas, se comportaba en la casa con la discreción de los invitados recientes. Le encontré en casa de Oriol Regàs, el promotor catalán que en los años sesenta tuvo la ocurrencia de crear Bocaccio, que con el tiempo fue un reducto de antifranquistas y un puente cultural Barcelona-Madrid en el que se fabricaron cientos de conspiraciones que pusieron de los nervios a las autoridades grises.

Pitito Gamir (cuyas memorias saldrán ahora en Planeta) estaba en casa de Oriol Regàs porque son amigos de las travesuras (y las travesías) de Bocaccio y porque el promotor (a quien llamaban "el señor Bocaccio") ha escrito unas memorias que Gamir le está regalando a sus innumerables amistades de Barcelona. Antes de entrar en la casa de Oriol Regàs, que vive en el centro del catalanismo burgués, quise tomarme un café y entré en un bar en el que la familia del propietario dudaba entre Telecinco y Antena 3 para escuchar cotilleos y, además, cuando me acodé en la barra, el hombre me dijo: "¿Qué se le ofrece?", como si estuviéramos en Extremadura.

Después de esos encuentros me acerqué a la casa barcelonesa de una madrileña de 95 años, Elena Romo, roja que hizo la guerra en el frente de Madrid, ayudando a centenares de niños abandonados a sufrir de la manera más leve posible aquel desastre inolvidable. De eso hablamos largo rato, y de Ruedo Ibérico, que ella contribuyó a fundar en el exilio. Luego me contó que no perdonaba una noche sin Iñaki Gabilondo, y me estuvo recitando, con una memoria y con una voz que parecen dos milagros a su edad, todo lo que escuchó estos días en ese programa nocturno. Me confesó que no sabe bien catalán, y lo estudia con mucho placer leyendo un libro de memorias ("estupendamente escrito") de Josep Maria Castellet. Cuando me fui de la casa y me iba de Barcelona vi en el programa de Vicente Vallés (tan sobrio, y tan directo, tan buen programa) en el Canal 24 horas a Aznar diciendo que del "lío de Cataluña" tiene la culpa Zapatero.

Desandando el camino que hice pensé, sin duda con atrevimiento, que quizá Aznar debería viajar más. Por ejemplo, a Barcelona. Hay vuelos baratos.

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