Los errores frenan la implantación del programa informático de Sanidad
Los médicos denuncian problemas para prescribir recetas y volantesEl diseño e implantación del programa costó 8,7 millones de euros
No funciona bien. Se cuelga, es desesperantemente lento y además obliga a los médicos a dar recetas con errores, entre otros y variados defectos. El nuevo sistema informático que la Consejería de Sanidad está implantando en toda la red de centros de salud (420) es, como vienen diciendo los médicos que han tenido que trabajar con él, "un desastre". La consejería se resistía a reconocerlo, pero se ha rendido a la evidencia. Hasta el punto de que ha tenido que frenar su implantación. El calendario previsto -cuatro centros de salud a la semana hasta alcanzar todo el territorio en verano- se ha cancelado.
Las sociedades científicas, en vista del alud de protestas de los profesionales, le pidieron a Sanidad que dejara de instalar el sistema. Al final, la consejería ha cedido, pero también ha dejado muy claro que no hay vuelta atrás: más tarde o más temprano todos los médicos de los ambulatorios tendrán que utilizar la nueva aplicación. AP-Madrid (ese es su nombre) va ya por su versión número 60. Sustituirá al sistema de gestión clínica actual, OMI-AP, que aún utilizan el 90% de los centros de salud. La gran ventaja del nuevo es que está centralizado en una única base de datos, lo que permite consultar los historiales desde cualquier parte.
El nuevo sistema es imprescindible para instaurar la libre elección de doctor
"Inducimos a los pacientes a errores", aseguran en un centro de salud
"Se han dejado de hacer recetas de crónicos", dice un médico de familia
Pero lo que iba a ser una mejora sustancial se ha convertido en una pesadilla para los médicos y, de rebote, también para los pacientes. Ya a principios de marzo empezaron a compartir sus experiencias en blogs y foros de Internet -el más frecuentado se llama Afectados por la aplicación AP-Madrid- y a finales de ese mes empezaron a ponerse de acuerdo para quejarse por escrito a la Consejería de Sanidad. AP-Madrid "está interfiriendo en la atención diaria a los pacientes", denunciaron los médicos del centro de salud San Andrés (Villaverde). Además, "puede ocasionar graves problemas de praxis médica". A causa, por ejemplo, de "la obligatoriedad de transcribir posologías que no son reales" o de "la impresión de recetas que no corresponden a la prescripción realizada".
En la primera gran caída del sistema, el 4 de marzo, los médicos de los 40 centros de salud y consultorios locales que ya trabajaban con AP-Madrid tuvieron que volver al papel y al boli para atender a sus pacientes. Las recetas y los volantes para los especialistas tuvieron que hacerse a mano casi toda la mañana. Sanidad dijo que era una parada programada del servidor. Unos días después volvió a suceder. Sanidad aseguró que era "una caída puntual". Y así hasta hace unos días, cuando la consejería pactó con las sociedades ralentizar la incorporación de nuevos centros "hasta que se solucionen los problemas detectados".
La historia de AP-Madrid, una aplicación fundamental para extender la libre elección de médico, es tan larga como desafortunada. Sanidad adjudicó su diseño a la empresa Stacks por 6,3 millones de euros. Se hicieron pruebas piloto, versiones y más versiones, pero no funcionaba bien. Se suponía que debía estar instalado en toda la región en 2007. A principios de 2009, Sanidad calculaba tenerlo listo en julio de ese año. Hasta hoy.Los retrasos en la implantación de AP-Madrid, aplicación básica que permite dar citas, prescribir medicamentos o guardar datos de historias clínicas, han sido muchos y han generado más de una bronca en la Asamblea. Ya el ex consejero Manuel Lamela tuvo que acudir a dar explicaciones en la Cámara porque AP-Madrid no despegaba. Además, la multinacional francesa Cegedim, especializada en almacenar, elaborar y vender datos a la industria farmacéutica, compró la empresa desarrolladora de AP-Madrid, Stacks, poco después de que ésta ganara el concurso. Una operación polémica: se trataba de los datos personales de seis millones de madrileños (sus enfermedades, los fármacos que toman, los médicos que se los recetan...).
En septiembre pasado, Sanidad tuvo que contratar a otra empresa (Everis) por 2,4 millones de euros para acelerar la implantación de AP-Madrid. Stacks-Cegedim no ha sido penalizada por los retrasos, aunque la consejería explica que "ha fraccionado los pagos en función del grado de cumplimiento de los hitos y se le ha exigido un mayor número de recursos y desarrollos de nuevas funcionalidades".
Pero esas nuevas funcionalidades de momento no funcionan, a decir de los médicos. Uno de los errores que más les preocupa es el de las recetas. La aplicación obliga a especificar la posología porque, si no, no deja imprimirlas. Y sólo da estas opciones: desayuno, comida, cena, al acostarse. "¿Qué pasa con los sintrones, parches de fentanilo, antimigrañosos y demás medicación de posología cambiante o a demanda?", se pregunta Asunción Rosado, del centro de salud San Andrés. "Estamos firmando un documento incorrecto a sabiendas de que lo es y por otra estamos induciendo a los pacientes a errores. Esperemos que ninguno de estos pacientes se fíe de la receta...", dice.
"Increíble pero cierto", empieza su relato Antonio Ruiz, médico de familia del consultorio de Colmenarejo. "Se han dejado de hacer los lotes de recetas de crónicos porque AP-Madrid no traga, a pesar de que se meta la medicación como pide el programa. Pinchas a imprimir y desaparece en el limbo del hiperespacio digital el lote. La impresora no hace ninguna receta, pero queda registrado que están hechas y no sacará más hasta la fecha de nueva entrega. Solución: hacerlas a manilla", explica. "Los pacientes están que echan las muelas y nos mentarán a nuestros progenitores en breve", pronostica.
Un problema, el de las recetas de pacientes crónicos, especialmente acuciante en su zona, donde hay muchas residencias de ancianos. "Cualquier herramienta tiene que estar diseñada para ayudarme. Esta, entorpece", concluye.
"El sistema sigue siendo muy lento. Para realizar las mismas funciones que con el anterior el tiempo se duplica o triplica. La aplicación sigue cayéndose, y cuando eso pasa no se puede acceder al programa", explica José María Molero, portavoz de Primaria del sindicato SIME y uno de los médicos afectados. Francisco José Sáez, presidente de la Sociedad Madrileña de Medicina General, abunda: "Es un programa que no funciona, ralentiza la consulta, elimina beneficios como sacar la receta de la consulta o complica otros, como el seguimiento de la baja laboral".
Aunque ha tenido que frenar el ritmo de implantación en centros -ayer, por ejemplo, estaba previsto instalar AP-Madrid en General Ricardos (Carabanchel), un ambulatorio muy frecuentado-, la Consejería de Sanidad pretende incorporar el sistema en alguno pequeño mientras trata de solucionar los problemas. Alcalde Bartolomé (Móstoles) empezó a usar la nueva aplicación ayer. "Se ha constituido una comisión mixta de atención primaria, farmacia y sistemas de información para introducir revisiones" en el programa, explicó ayer Sanidad.
El de los centros de salud no es, ni mucho menos, el único problema de informatización que tiene la sanidad madrileña. La receta electrónica, que en otras comunidades (Andalucía, Extremadura, Baleares, Cataluña) ha conseguido reducir el número de visitas al médico hasta un 30%, sigue siendo una utopía en Madrid. Lo mismo sucede con la historia clínica digital. La e-receta, que ahorrará burocracia y visitas al médico de cabecera, lleva casi tres años de retraso en la región. La Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria (Somamfyc) la considera imprescindible. "Es lo que podría compensar el retraso en las consultas que implica el nuevo sistema", asegura su presidente, Paulino Cubero.
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