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La primera crisis del euro

Alemania y Francia confían en que Grecia no use el plan de rescate

El euro sube y los mercados de deuda se relajan tras la cumbre - Berlín y París insisten en endurecer las sanciones a los países incumplidores

Cuando funcionan, los mercados son algo parecido a una autopista aérea. El euro salió reforzado y la deuda griega se dio ayer un respiro -al igual que la española y todas las que estaban bajo presión- tras los acuerdos de la cumbre de Bruselas, por los que Europa se compromete a dar respiración asistida a Grecia si lo necesita. No es aún esa autopista, ni mucho menos, pero al menos son señales en la dirección correcta. El nuevo dispositivo europeo funciona como blindaje, como arma de disuasión: Alemania y Francia, los dos artífices del mecanismo de defensa de la zona euro, aseguraron que confían en que Grecia no tenga que usar esa ventanilla de último recurso, una especie de bazuca para persuadir a los inversores de que es mejor no especular, basado en una combinación de préstamos bilaterales de los países de la eurozona y del Fondo Monetario Internacional (FMI).

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La reacción de los mercados es un buen primer paso. Pero el primer examen llegará en breve: Grecia necesita refinanciar 16.000 millones entre el 20 de abril y el 23 de mayo. Esa será la prueba de fuego.

"Esperamos no tener que preguntar nunca por el mecanismo", explicó el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, visiblemente aliviado tras una cumbre que empezó con Alemania enrocada, negándose a hablar del rescate a Grecia, y que incluso había amagado con propuestas como expulsar a los países que no respeten la disciplina fiscal. Pero quien parecía estar como unas castañuelas era el responsable del endeudamiento griego, Petros Cristodulu: "El acuerdo de Bruselas elimina el riesgo de impago y refuerza la credibilidad del Gobierno".

El euro dejó atrás varias jornadas de pesadilla y se revalorizó en torno al 1%, hasta rozar los 1,34 dólares por unidad. Y el mercado de bonos se tranquilizó. La deuda griega a 10 años ha llegado a pagar una rentabilidad anual del 6,3%. Esa cifra se rebajó ayer hasta el 6,1%, y debería seguir bajando siempre que el mercado piense que saldrá escaldado si apuesta contra Grecia.

La cumbre sirvió para escenificar los desafíos a los que se enfrenta la Unión en la primera crisis seria desde la puesta en marcha del euro, hace ya más de 10 años: Alemania por un lado, muy presionada por una opinión pública muy reticente a solidarizarse con Grecia, y casi todos los demás por otro. La canciller Angela Merkel, a la que algún diario ha bautizado ya como "la dama de hierro", destacó el aplauso -leve- de los mercados tras la cumbre y explicó que lo fundamental es que contribuye a que el euro "permanezca estable". "Por ese motivo ayer

[por el jueves, el día en el que se urdió el rescate] fue un día muy importante para la moneda única", agregó Merkel, que sale como ganadora del pulso con Bruselas. Alemania quería al FMI en el rescate: el FMI estará. Alemania quería que Grecia siguiera acudiendo a los mercados y que el salvamento sólo se active en caso de catástrofe: ese es el diseño final. Alemania, en fin, quería un castigo para los incumplidores, como aviso a navegantes, y a Grecia le ha tocado presentar un ajuste drástico, impopular, rotundo, y debe pagar altos intereses por el desorden fiscal que arrastra.

"Esperemos que los mercados se muevan a partir de ahora en función de hechos reales y no de meras ficciones", reclamó el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durão Barroso, en una rueda de prensa junto al presidente rotatorio del Consejo, José Luis Rodríguez Zapatero, y al presidente permanente, Herman Van Rompuy, en la que los tres líderes se felicitaron por el desarrollo de la reunión de jefes de Estado y de Gobierno. Y sin embargo, el acuerdo presenta numerosas zonas de sombra: es difuso, no fija cantidad alguna y obliga a tomar decisiones por unanimidad, lo que podría dificultar su aplicación. "Se trata de un pacto político, los detalles los dejamos para más adelante", se ha adelantado a las críticas Van Rompuy.

Pero los analistas ya han empezado a desmenuzar los detalles. "La definición del mecanismo de último recurso es borrosa", indicó Jürgen Michels, de Citigroup. Tampoco hay precisiones sobre la cifra de la ayuda, que oscila entre los 20.000 y los 30.000 millones de euros para Grecia, según las fuentes, ni sobre la participación del FMI. "Ni siquiera queda claro si algún país puede saltarse todo eso e ir directamente al FMI", afirmó Laurence Boone, de Barclays.

Puede que el diablo esté en esos detalles, pero los líderes de la UE estaban ayer mucho más preocupados en vender las bondades del pacto, el éxito de unir de nuevo al eje franco-alemán. Junto a la "satisfacción" que expresó Zapatero, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, aseguró que es "un alivio" para Europa "que Francia y Alemania sean capaces de ponerse de acuerdo". Al igual que Merkel, Sarkozy volvió a defender un cambio en el sistema de sanciones a los países que incumplan los límites de déficit. Alemania aboga incluso por modificar el Tratado si es necesario, y ambos países trabajan ya en un documento en esa línea, que podría estar listo a finales de año.

Pero eso es casi el muy largo plazo, con la amenaza de crisis fiscal aún latente en varios países de la eurozona. Santiago Carbó, asesor de la Reserva Federal, calificaba ayer de "parche" el mecanismo escogido para solucionar eventuales ataques especulativos contra algún Estado. "Los parches son útiles", añadió, "tal vez sean suficientes a corto plazo o para un país pequeño, como Grecia, pero difícilmente lo serán para el siguiente país en apuros".

El primer ministro de Grecia, Yorgos Papandreu, llega a la cumbre europea, ayer en Bruselas.
El primer ministro de Grecia, Yorgos Papandreu, llega a la cumbre europea, ayer en Bruselas.AFP

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