Sin pólvora unos, sin cabeza otros

La tibieza del Espanyol contra la desesperación del Valladolid, un equipo al borde de un ataque de nervios al que sostuvo el esforzado Borja y la redoblada tensión defensiva con que se empleó una vez que fue expulsado Diego Costa cuando quedaba una hora. También le benefició la falta de pólvora del Espanyol, que dominó y dispuso de un rosario de ocasiones. Pero volvió a demostrar las razones por las que es, de largo, el equipo menos goleador de Primera junto al Xerez: sólo 21 tantos en 28 jornadas.

La jugada que marcó el punto de inflexión concluyó con un gol anulado al Espanyol y la expulsión de Diego Costa. Marqués cambió de lado y soltó su enésimo centro desde la izquierda. Templado y milimétrico a la cabeza le llegó el balón a Osvaldo, que remató a la red. Pero estaba ligeramente adelantado sobre la defensa y el juez de línea advirtió el fuera de juego. Mientras, Canobbio yacía sobre el césped. Concluida la acción, los propios compañeros del medio uruguayo decidieron proseguir sin dilación. En consonancia con el perfil del juego, sin pausa ni combinación en el centro del campo, sacaron otro balón en largo para la carrera por la derecha de Diego Costa. Y en esas, Dídac protegió con el cuerpo la salida del balón por la línea de banda. Rodó el defensa por el suelo y Diego Costa se fue para allá y, como si nadie fuera a verle, le soltó un pisotón a Dídac. El juez de línea invitó al árbitro a que mostrara la tarjeta roja y el Valladolid se quedó con diez.

Quedaba una hora. Pochettino intentó infundir más criterio y capacidad para combinar a su equipo con la entrada de Verdú y añadió leña al fuego con Iván Alonso y Ben Sahar. El Valladolid, que ya había sufrido antes, quedó contra las cuerdas. Sereno le hizo un penalti a Ben Sahar que el árbitro no concedió. No hubo forma de que el Espanyol tradujera su dominio. Al final, a Manucho se le escapó por un pelo un remate que hubiera dado la sorpresa.