Julián Bernal, el atleta más veterano de España
Comenzó a correr a los 76 años tras morir su esposa
Tenía 91 años y era el atleta español federado más veterano, un portento que hace diez días había corrido el campeonato de España de cross en A Coruña. Fue la última carrera de Julián Bernal Medina. Burgalés de nacimiento (el 16 de febrero de 1919), ferrolano de adopción, la vida le llevó a Galicia tras recorrer media España como guardia civil. Entonces su única actividad física era caminar por el monte. "Allí me mandaban a buscar bandoleros", recuerda. Ayer falleció en Ferrol.
Pero con 76 años sintió la llamada del atletismo. Había fallecido su esposa y no atisbaba un futuro sedentario. Le gustaba la playa, en la que nadaba todos los días hiciera frío o calor y fue allí fue donde comenzó a correr.
Se enteró de que se celebraba una carrera popular en el barrio ferrolano de Caranza, una milla. Medio en serio, medio en broma se presentó y ya no lo dejó. Siempre con su hijo Jesús, entrenador nacional titulado, guardián de su preparación y su alimentación. "Como de todo, pero sin excesos, un vasito de vino, de vez en cuando, con las comidas y dulces sólo en las fiestas", explicaba Bernal.
Campeón mundial
En los últimos 15 años no dejó de acumular galardones. Competía campo a través y en pista, desde los 100 metros a la media maratón, más de 750 pruebas, casi 5.000 kilómetros recorridos, plusmarquista universal en los 3.000 metros para mayores de 85 años con un registro de 19 minutos y 59 segundos, récord europeo en 800 metros con una marca de 5 minutos y 4 segundos, campeón mundial en 5.000 metros hace cinco años en San Sebastián, donde dejó impronta de indomable, porque en la prueba de 10.000 metros sufrió una caída mientras luchaba por el oro. Le atendieron con oxígeno y, aún con todo perdido, quiso seguir hasta la meta. Sólo los jueces se lo impidieron.
Bernal, que estaba enrolado en el club Egovarros de Viveiro reconocía que estaba enganchado al atletismo, pero aclaraba que para él era una práctica beneficiosa. "Me he olvidado de los médicos y del colesterol", recalcaba. Y sonreía cuando recordaba a Carmen, su esposa, en la seguridad de que si le viera no le reconocería de pantalón corto y camiseta de tirantes, devorando metros.
Le habría gustado hacerlo de joven, ser olímpico, pero la Guerra Civil le mandó al frente, donde se curtió cavando trincheras en la nieve. Tras la contienda no hubo lugar a planteamientos amables. Al final quiso recuperar los años perdidos. "A veces me acobardo y me pregunto qué hago corriendo, pero mientras el cuerpo aguante, seguiré aunque tenga cien años", aseguraba. Sólo le retiró la muerte.
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