Nou Barris, Sant Martí y Ciutat Vella tendrán nuevas narcosalas
El barrio del Born acogerá uno de los nuevos equipamientos
Barcelona necesita más equipamientos para atender a la población toxicómana de la ciudad y han sido elegidos para acoger tres nuevas salas de venopunción asistida (conocidas como narcosalas) los distritos de Sant Martí, Nou Barris y Ciutat Vella (la de este último, en la calle del Rec, en el barrio del Born). Ésta es una de las principales novedades que EL PAÍS ha podido conocer del desarrollo del llamado Plan de Drogas 2009-2012, aprobado en julio pasado, del que quedan por concretar detalles sobre equipamientos y financiación. Estas tres narcosalas se sumarán a las dos existentes en Drassanes (la sala Baluard, que será reformada) y Vall d'Hebron, y a la unidad móvil (un autobús) que cumple la misma función y que suele situarse en la Zona Franca.
La comisión de drogas del Ayuntamiento de Barcelona se reunió hace dos semanas para avanzar en la concreción del plan, un asunto que es tratado con todo tipo de cautelas por el temor al rechazo social a unos equipamientos que, pese a ser necesarios, nadie quiere tener cerca, como quedó demostrado con las grandes movilizaciones vecinales que provocó la apertura de la narcosala de Vall d'Hebron, en el verano de 2005. Fue precisamente el temor a la reacción vecinal (y a la correspondiente factura electoral) lo que dejó en papel mojado el anterior plan de drogas (2005-2009). "No se puede decir nada, se sigue trabajando", contestan en el Consistorio a la pregunta de cuánto falta para que se dé a conocer el actual plan en su totalidad.
Sin embargo, hay algunas cuestiones ya claras. El distrito de Sant Martí tendrá una narcosala, probablemente junto al centro de salud proyectado en la calle de Bolívia. Actualmente, allí aparca un autobús donde se suministra metadona. "Pero en este mandato seguro que no se abre nada porque aún se tiene que construir", defiende el concejal, Francesc Narváez.
Fuentes conocedoras de la planificación señalan que otro distrito que tendrá narcosala será el de Nou Barris. Las salas de venopunción, que ofrecen a los toxicómanos un espacio en el que consumir drogas con las adecuadas condiciones higiénicas, son utilizadas por las redes asistenciales para atraer a los usuarios a los programas de desintoxicación o, al menos, minimizar los daños del consumo de drogas.
El segundo escalón en el nivel de asistencia a este colectivo lo forman los centros de atención y seguimiento (CAS), que también disponen de equipos multidisciplinares (médicos, psicólogos, educadores y trabajadores sociales...) para llevar a cabo un seguimiento del estado de los toxicómanos. De los 14 CAS existentes en Barcelona, seis son municipales.
La nueva narcosala de Sant Martí llenará el vacío de este tipo de equipamientos en el distrito. Ahora, Sant Martí ni siquiera dispone de un CAS y los usuarios del servicio deben desplazarse al de Sant Andreu. Nou Barris sí tiene un CAS, situado en Via Favència, pero se trata de un espacio muy pequeño que abrió en 1992. Lo que se prevé es dividir la atención entre esa instalación y una nueva que estaría en Rio de Janeiro. Gràcia -que actualmente tampoco tiene CAS y debe usar el situado en el vecino distrito de Sarrià- abrirá uno, previsiblemente en el recinto del hospital Pere Virgili.
La concreción del plan de equipamientos establece dos tipos de centros: los estables y los activables en función de la demanda. Estos últimos estarán equipados para abrir si fuera necesario. "Hay que abrir los recursos allí donde hay demanda", señalan fuentes conocedoras de la planificación. En esa premisa está de acuerdo la Federación de Asociaciones de Vecinos (FAVB). Su presidenta, Eva Fernández, considera que no tiene sentido diseminar los centros por toda la ciudad cuando hay una importante concentración de problemas de drogodependencias en Ciutat Vella: "Lo que hay que hacer es mejorar los equipamientos".
Un intento de desplazar usuarios de la sala Baluard de Ciutat Vella al CAS de Via Favència no dio buen resultado, explican profesionales del sector, que insisten en que lo más importante es el trabajo educativo y de reinserción con la población toxicómana, además de la atención sanitaria.
En Ciutat Vella la planificación prevista pasa por mantener la sala Baluard, pero acondicionándola, y abrir la nueva narcosala en la calle del Rec. Los equipamientos para atender toxicomanías en este distrito son los más utilizados de Barcelona. Cerca de 180 personas visitan a diario la narcosala Baluard. El año pasado, esta sala (la primera que se abrió en la ciudad) tuvo 2.542 usuarios activos. Flanqueada por la muralla de las Drassanes, Baluard ha sido objeto de críticas vecinales desde que se inauguró, en diciembre de 2004.
"Antes aguantábamos a los drogadictos del barrio y ahora tenemos que convivir con los de toda la ciudad", protesta Santiago Rodríguez. Aunque la mayoría de los colectivos respetan el trabajo de la narcosala, muchos piensan que da más problemas de los que resuelve y denuncian que ha creado un efecto llamada. "En pocos años han aparecido toxicómanos como setas y eso es porque en este barrio tienen todo lo que necesitan para pincharse y vivir", critica un miembro de la plataforma Raval per Viure, que pide mantener el anonimato.
Los vecinos coinciden en reclamar que los servicios de reducción de daños se repartan por los demás distritos -como prometió el alcalde, Jordi Hereu, en la pasada campaña electoral- "y que cada barrio aguante lo suyo", añade Rodríguez. Ester Henar, directora de Baluard, está de acuerdo en la descentralización de las salas de venopunción, pero explica que los servicios para toxicómanos tienen que estar donde se mueve la droga y donde los enfermos hacen su vida, porque "cuando tienen la dosis quieren consumir al momento".
La dirección de Baluard, en manos de la Asociación Bienestar y Desarrollo, reconoce que los espacios de venopunción "se saturan con facilidad; es necesario abrir más servicios de este tipo". De hecho, las visitas diarias que recibe la narcosala han pasado de 136 en 2007 a 180 el año pasado. Aun así, desde hace un par de meses los vecinos han percibido ciertas mejoras, sobre todo menos gente consumiendo en la calle.
La asociación Amics de l'Arc del Teatre, una calle cercana a Baluard, ha renunciado incluso a presentar la denuncia contra la Agencia de Salud Pública que anunciaron a bombo y platillo el pasado octubre. "Creíamos que los toxicómanos no estaban bien tratados en la narcosala y que por eso se pinchaban en la calle, pero no es así. Visitamos el espacio y está todo muy bien montado", reconoce el presidente del colectivo, Josep Maria García.
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