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Entrevista:ALBERT BOADELLA | Director de los Teatros del Canal

"El sarcasmo es nuestra seña de identidad"

Albert Boadella (Barcelona, 1943) sufre de síndrome tripolar y lejos de ocultarlo hace alarde de ello. Director de los Teatros del Canal, el buque insignia del teatro de la Comunidad de Madrid. Fundador de Els Joglars, mítica compañía catalana que inicia este año 2010 los fastos de celebración de su 50º aniversario, que se cumplirá en 2011. Director de 2036 Omena-G, último espectáculo de su personal cosecha (programado del 4 de marzo al 4 de abril en los Teatros del Canal) en el que él y toda su troupe prueban su propia medicina, la ironía.

Su vitriólica mirada se dirige en esta ocasión hacia ellos mismos, convertidos en ancianos decrépitos, sarcásticos y achacosos. Es un viaje iniciático hacia el futuro, en el que imaginan cómo sería un homenaje de su 75º aniversario, a los supervivientes de Els Joglars, entre los cuales no se encuentra él.

"Soy jacobino. Crear la España de las autonomías ha sido un acto de pánico"
"Estas divisiones han inducido a que se tenga nostalgia de tribu"
"Los ancianos son unos locos que se drogan a costa de la Seguridad Social"
"Mi posteridad está en las obras y durará casi como un Miró, muy poco"
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Pregunta. ¿Cómo ha conseguido que Els Joglars cumpla 50 años y siga siendo la compañía teatral privada más longeva de Europa?

Respuesta. Eso es algo que tiene que ver con la libertad. Ése ha sido el signo más relevante de todos estos años, y también que, en los distintos momentos, se ha sabido encontrar la manera de ser incorrectos frente al poder. Hasta el año 1975 estaba claro dónde estaba el poder. Sobrevivimos gracias a que hacíamos mimo y nos mandaban a los censores que se ocupaban del circo y las variedades y a ellos sólo les preocupaba que las mallas no fueran transparentes y no se vieran pechugas. Les preocupaba poco lo que decíamos, por lo que accedimos a unos ciertos niveles de transgresión.

P. Pero la dictadura acabó hace décadas.

R. Desde el punto de vista del teatro la dictadura da mucho de sí, se sabe dónde está el tirano, aunque para los ciudadanos es otra cosa. Hicimos en 1981 un montaje, Olympic Man, en el que planteábamos un mitin neofascista con veleidades vanguardistas para hablar de cómo podían ser los nuevos dictadores. En un cierto momento se produjo un neoexilio, pero seguimos buscando dónde estaba el poder y fuimos a por él. Ello ha traído contrapartidas. Incluso se ha producido un enfrentamiento con los progres, con los que hemos sido satíricos y sarcásticos, lo cual es más peligroso porque es arremeter contra nuestra propia clientela, pero ahora son el poder y les tengo una cierta ojeriza. Todo han sido ejercicios de libertad; hemos conseguido grandes enemigos de los que estamos muy orgullosos, porque nunca hemos buscado enemigos pequeños.

P. Pero si su talón de Aquiles ha sido ir contra el poder, ¿cómo ha sobrevivido?

R. Es cierto que hoy tenemos que tener todos los artistas un alto sentido de la diplomacia, porque se produce una convivencia complicada con los nuevos mecenas, que son las administraciones públicas. No siempre es fácil encontrar un equilibrio, no se puede morder constantemente la mano que te da de comer. De ahí que hayamos intentado siempre ser muy autosuficientes. No hay que olvidar que sólo un 6% de nuestro presupuesto anual es subvencionado. Por otra parte, no sabríamos hacer una obra sin hacer un reparto de personajes justo. Y ahora casi somos censores de la realidad, porque si la contamos tal cual es, igual no nos creen.

P. ¿Qué van a hacer para celebrar sus 50 años?

R. Habrá una exposición y una película-documental que no dirigiré. Se nos ocurrió hacer un tuttifrutti de nuestros montajes, pero decidimos no torturar al público. Nos hemos convertido en ancianos irónicos y sarcásticos, porque no sabemos contar tragedias sin utilizar esa dimensión y distancia que da el humor.

P. ¿Y también los ancianos pasan por la lupa vitriólica de Els Joglars?

R. Hay una parte de la ancianidad que imita a los jóvenes. Antes representaban la sabiduría, la imparcialidad y ahora son unos locos insensatos que se drogan a costa de la Seguridad Social.

P. ¿Cómo es su relación con los Teatros del Canal diseñados por Juan Navarro Baldeweg?

R. Como público y como actor las salas escénicas dan gusto. En cuanto al resto, pertenece al terreno del gusto personal y sería hablar de El Retablo de las Maravillas.

P. ¿No es difícil gestionar un edificio así?

R. Practicamos una gran austeridad. El trabajo de 10 personas en otros centros, aquí lo hacen dos. Es un acto de magia que se levante el telón. De hecho llegué a pensar que no sería posible y no tendríamos el nivel que estamos teniendo y demostrando.

P. ¿Algo para dejar a la posteridad?

R. Mi posterioridad está contada en las obras y durará casi como un cuadro de Miró, es decir, muy poco. Pero me gustaría transmitir a los jóvenes que es posible montar una utopía como la de Els Joglars, divertida, apasionante, con un gran rigor artístico y un alto nivel de camaradería y de influencia en la sociedad... Costará que la gente se lo crea.

Albert Boadella, fundador hace 50 años de la compañía Els Joglars, durante la entrevista.
Albert Boadella, fundador hace 50 años de la compañía Els Joglars, durante la entrevista.ULY MARTÍN

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