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Editorial:editorial
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hay liquidez, pero no crédito

El tópico económico de la temporada otoño-invierno dice que la crisis financiera se ha resuelto airosamente (gracias al dinero público), pero que la recuperación será débil y lenta. Semejante afirmación suena a inconsecuencia. La reactivación de las economías será más lenta de lo previsto en algunos países (como España) porque la crisis financiera no se ha resuelto tan satisfactoriamente como se supone. De hecho, el crédito prestado por bancos y cajas de ahorros no ha recuperado los niveles previos al crash financiero; la caída de la concesión de préstamos se ha atenuado, pero está muy lejos de crecer, es decir, de ofrecer el efecto multiplicador del dinero que convierte en imprescindible al sistema financiero. Las entidades financieras disponen de abundante liquidez, facilitada por los bancos centrales, pero antes prefieren colocarla en bonos públicos o en renta variable que prestarla a empresas y familias.

La situación actual del crédito aparece como simétricamente opuesta a la que durante los 10 años anteriores facilitó el apalancamiento excesivo de empresas y familias, contribuyó a la ruina de muchos balances bancarios y causó la recesión económica. Si hasta 2007 se concedían hipotecas por el 120% del valor de una vivienda y apenas se tenía en cuenta qué porcentaje del sueldo del cliente significaba la cuota mensual del préstamo, hoy apenas se concede el 60% de la tasación del piso, se investiga si hay aval para el 40% restante y se mide con cuidado si el salario del cliente permite el pago holgado de la cuota. Los créditos para circulante de las empresas se renuevan, pero no se amplían. Las entidades de crédito no reconocen que prestaron de forma equivocada durante dos lustros, persiguiendo beneficios de dos dígitos a costa de renunciar a la solvencia. Pocos bancos y muy pocas cajas se conformaron con crecimientos modestos de sus resultados. Hoy, todo el sistema financiero español ha virado 180 grados, y si antes prestó con la alegría de un George Bailey en ¡Qué bello es vivir! (aunque por motivos muy diferentes de su contagiosa generosidad), ahora suscribe la cicatería de Mr. Potter. Los fallos de los mercados financieros, empujados por los incentivos perversos en la banca estadounidense, condujeron al crash; hoy la restricción crediticia condena a un crecimiento vacilante. En España, el crédito seguirá cayendo en 2010 y quizá en 2011.

Al menos en España, el sistema financiero parece incapaz de encontrar el ritmo adecuado para alentar cualquier atisbo de recuperación en el futuro. Bancos y cajas parecen atenazados por el miedo a la morosidad y por el hecho, amenazador en algunos casos, de que sus activos están gravemente depreciados y las cuentas de resultados empeorarán significativamente en 2009 y quizá 2010. No es ajena a esta parálisis la tardanza con que se está resolviendo la consolidación financiera. Apenas iniciada la travesía, las fusiones de cajas han tropezado ya con escollos importantes: la resistencia de algunas entidades a simplificar los órganos de dirección y unificar las sedes y la oposición de las comunidades autónomas a las fusiones interregionales. El caso de Francisco Camps, presidente de la autonomía valenciana, hostil a la fusión de la CAM con Caja Madrid, brilla escandalosamente como una demostración de que algunos poderes autonómicos entienden las cajas como ventanillas financieras a su servicio.

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