Alfonso O'Shanahan, periodista, narrador, poeta
Alfonso O'Shanahan, periodista, narrador, poeta, fue incinerado ayer en Las Palmas de Gran Canaria, la tierra donde nació hace 65 años y donde pasó casi toda su vida, excepto el tiempo que dedicó a estudiar matemáticas en Madrid hasta que se convenció de que su porvenir eran las palabras y la poesía. A ese menester, la escritura, se dedicó siempre; su primera pasión, la primordial, fue la poesía; le recuerdo recitando de memoria versos suyos y versos ajenos, acompañado, siempre, por Marta Álvarez Hidalgo, su amor, su mujer.
El periodismo fue su alimento; lo ejerció, a veces más al lado de la literatura o la cultura y otras veces más al lado de la política, sobre todo en los medios del grupo Prensa Ibérica, de cuyo periódico La Provincia fue subdirector; dirigió también la radio canaria de ese grupo. El periodismo fue su alimento, pero el vuelo, la manera que tenía de llenar su alma, generosa y risueña hasta el fin, hasta cuando el alzhéimer le arrebató el conocimiento y el recuerdo, se la dio la literatura, y sobre todo la poesía.
Había en el ejercicio de esta vocación poética, siempre, un aliento de su oficio, que era fijarse en la actualidad, y enfadarse con ella, indagar en ella para estar en desacuerdo. La suya es una generación de la contestación y de la rebeldía, y él ejerció el compromiso sin doblez, contra esto y aquello, como periodista, como narrador y como poeta, y como un conversador atento e insobornable. Un manifiesto estudiantil que escribió en sus años universitarios era una reclamación civil contra la guerra del Vietnam, uno de los asuntos que fueron metáfora de la rabia de su generación: "Para execrable memoria de nuestro tiempo...", comenzaba aquel escrito, en el que despuntaba su retórica tranquila y a la vez exigente, la retórica de un militante que nació en la época en la que militar ya conllevaba una condena.
Fue también un novelista, autor, por ejemplo, de Antípodos, que fue premio Prensa Canaria en 1980. Su colega, el también novelista Emilio González Déniz, recordaba ayer en su blog la ciclópea tarea que Alfonso se impuso: crear un diccionario de la lengua española tal como se habla en Canarias; ése fue su modo de abrazar la cultura y el lenguaje que él amó con toda la energía que puso siempre en todas las cosas.
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