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Columna
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Baricco: Dios y camarero

Allá por el ya prehistórico junio, la Escuela de Escritores, dirigida por Javier Sagarna, anunció para el próximo curso un máster de narrativa en un acto convocado en el exquisito Jardín Botánico, que evoca la música sublime de los versos de Rubén Darío. Como las migas de pan en el cuento de Pulgarcito, unas flechas inscritas en carteles, muy parecidas a las que, en Las flechas del amor, disparaba Karina, nos condujeron desde la puerta del Jardín Botánico pegada a la Cuesta de Moyano hasta la sala en que el equipo dirigente de la Escuela de Escritores oficiaba la misa negra del máster de narrativa, pues ya decía William Blake que el poeta -léase el artista- está siempre de parte del demonio.

El escritor italiano dio en Madrid una lección inolvidable de cómo se comenta un texto literario

Allí hablaron Javier Sagarna, que, todas las semanas, canta las maravillas de su escuela en el programa Hoy por hoy de la cadena SER -un programa que húngaros, serbios y croatas escuchan de rodillas-, la madrileña Isabel Cañelles, Andrés Fernández-Burgos e Ignacio Ferrando. También intervinieron allí en espíritu, como dice el arzobispo de Madrid, los madridistas Raúl y Cristiano Ronaldo, disfrazado de san Juan Bautista. Ronaldo anunció entonces para octubre la llegada del Mesías, que hoy vive encarnado en la persona de Alessandro Baricco, el escritor turinés que ha seducido al mundo con su novela Seda, traducida incluso a su lengua original, el italiano.

Tiene mucho mérito ser traducido a otro idioma. Pero un libro no es realmente grande hasta que se traduce a su lengua original como, por ejemplo, El Quijote, traducido por el propio Cervantes al castellano. Hay, en la historia de la literatura, muchas obras traducidas a su propio idioma. Pero, entre otras memorables, como Charlie y la fábrica de chocolate, de Roald Dhal, ahora hay que mencionar la novela El guardián entre el centeno, de Salinger, que, junto con la obra del novelista francés Céline y las películas de Kubrick y Walt Disney, fueron decisivas en la formación de Baricco, un todoterreno que cultiva literatura, teatro, cine y televisión.

La Escuela de Escritores acaba de presentar el máster de narrativa en su nueva sede de la calle Francisco de Rojas, número 2, a dos manzanas de la glorieta de Bilbao. Rojas es uno de los grandes del teatro español. En Francia influyó en Corneille. Rojas, por primera vez en el teatro español, le ofreció libertad de acción a la mujer para permitirle vengar por sí misma su honor manchado, y no a través de familiares próximos, el padre, el hermano o un primo de San Martín de Valdeiglesias.

Para inaugurar el primer máster de narrativa que se imparte en España descendió del cielo Alessandro Baricco, encargado de dictar una lección en exclusiva para los alumnos de esta primera promoción de la Escuela de Escritores. Baricco dio una lección inolvidable de cómo se comenta un texto literario. Eligió el primer fragmento del soberbio relato El ángel sellado, del ruso Nikolai S. Léskov.

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Hace unos meses, leí Seda y me maravilló. Es una novela de la estirpe de El principito, de Saint-Exupery, que tiene dos fans en Gabriel García Márquez y en la gran periodista televisiva y radiofónica Mari Cruz Soriano. También al autor de Seda debe gustarle mucho García Márquez. Baricco citó unas palabras del comienzo de Cien años de soledad y Alfonso Fernández-Burgos, excelente traductor simultáneo de la disertación de Baricco, recitó de memoria varias líneas del inicio de tan genial novela.

El escritor, dijo Baricco, es la persona que ve un ángel donde los demás no ven nada y luego transmite esa experiencia con palabras para que sus lectores lo vean también. El escritor, añadió, es Dios y es a la vez un camarero. Antes de su intervención, le pregunté a Baricco si era verdad que, como había leído, no le gustaba conceder entrevistas. Y me contestó que así era. Mi primera impresión fue la de hallarme ante una persona distante, como esos vascos de caserío que, por timidez y no por mal carácter, no les dan los buenos días ni a sus ovejas. Después vinieron las palabras de Baricco en la inauguración del máster de narrativa que se pueden oír pinchando en la página web www.escueladeescritores.com, que además incorpora el blog de Isabel Cañelles donde ella ha publicado una magnífica crónica del acto. Y después vino la lección de Baricco realmente magistral para los alumnos del máster. Baricco era ya otro hombre. Surgió el magnífico actor que lleva dentro y su discurso, tan profunda y exquisitamente sabio, nos reveló hasta qué punto conoce la historia de la novela. El comentario del relato El ángel sellado, de Léskov, fue impresionante. A su paisana, la actriz Lucía Bosé, que llegó a montar y dirigir un museo de ángeles, es muy probable que algún serafín le haya hecho llegar una copia del tan arcangélico discurso de Alessandro Baricco.

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