Leon Eisenberg, pionero en el diagnóstico del autismo infantil
Comenzó a tratar estos trastornos con medicamentos
Pionero en el diagnóstico y el tratamiento del autismo y la hiperactividad infantiles en un mundo dominado por el psicoanálisis tradicional, el doctor Leon Eisenberg, nacido en 1922, falleció en su casa de Massachusetts el pasado 15 de septiembre, a los 87 años, después de una vida dedicada a borrar estigmas e injusticias que perjudicaban a los niños que sufren estas dolencias y a sus familiares. El pasado año recibió el I Premio Internacional Juan José López Ibor, otorgado por la fundación creada por este psiquiatra español.
En la primera mitad del siglo XX, los progenitores de los niños que sufrían lo que ahora se califica como autismo y trastorno por déficit de atención con hiperactividad padecían un grave estigma social. Los psicoanalistas, siguiendo las enseñanzas de Sigmund Freud, los veían como la fuente de todos los males de sus hijos. Eisenberg, sin embargo, se interesó por la psicofarmacología, el uso clínico de químicos para tratar dolencias psiquiátricas, abriendo un nuevo camino médico, generalizado en la actualidad.
Si Freud hablaba en sus complejos análisis del acto de matar al padre, Eisenberg se empleó a fondo en matar las teorías de Freud, para él altamente dañinas. En la revista Focus de la Universidad de Harvard dijo en febrero de 2008 que el psicoanálisis freudiano le parecía políticamente inaceptable. ¿Cómo es posible que un tratamiento para cada persona sea tan largo cuando el peso de la enfermedad mental es tan elevado? Y, además, no había muestras de que funcionara, subrayó.
En el Departamento de Psiquiatría Infantil de la Universidad John Hopkins de Baltimore, donde ingresó en 1952, conoció a Leo Kanner, médico de origen austriaco pionero en la definición del autismo. Éste había identificado una serie de síntomas comunes en una decena de niños "problemáticos": tics, nerviosismo y aislamiento social, entre otros. Eisenberg le ayudó a someter a aquellos niños a diversos tratamientos experimentales, en una época en la que ambos sospechaban el origen genético de aquella dolencia, pero en la que aún no se disponían de las poderosas técnicas de diagnóstico médico de ahora.
Para los científicos que siguieron la estela de Eisenberg, aquellas dolencias infantiles son preeminentemente genéticas y pueden verse agravadas, es cierto, por el entorno familiar y social. Pero son tratables con medicamentos. En los años sesenta, Eisenberg probó una serie de tratamientos con sustancias como la dextroanfetamina, abriendo el camino al tratamiento actual del déficit de atención con hiperactividad.
En 1967 se convirtió en jefe del Departamento de Psiquiatría del Hospital General de Massachusetts y entró en la Facultad de Medicina de Harvard, desde donde siguió avanzando en ese campo y en otros muchos, como la lucha por la igualdad civil. Después del asesinato de Martin Luther King, en 1968, ayudó a crear un programa de ayuda a las minorías raciales, para incrementar su presencia en el departamento universitario de medicina en el que trabajaba.
Contra la sobremedicación
En sus últimos años, le preocupó notablemente el exceso de diagnósticos de síndrome de hiperactividad entre los niños, y su consiguiente sobremedicación, algo común ahora en EE UU. Recelaba de las relaciones comerciales entre médicos y empresas farmacéuticas, que perjudican a los pacientes. Según informa el diario The New York Times, Eisenberg escribió recientemente que el diagnóstico de esa dolencia ha pasado de ser algo relativamente desconocido hace 40 años a tener una incidencia del 8%. En consecuencia, la receta de medicamentos estimulantes ha aumentado enormemente. Las razones no son obvias.
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