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AL CIERRE
Columna
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1909

El domingo que viene se cumplen 100 años del inicio de la Setmana Tràgica. En el Archivo Fotográfico de Barcelona (plaza de Pons i Clerch, 2) hay una exposición muy recomendable que lo recuerda: 1909, fotografia, ciutat i conflicte, dirigida por Jordi Calafell. Se trata de una visión de ciudad más que de la revolución. Aparecen, en efecto, pocas iglesias ardiendo y, en cambio, están bien documentadas las grandes obras que se emprendían por aquellos días: la titánica apertura de la Via Laietana, la monumentalización del Barri Gòtic y la construcción de numerosas infraestructuras de la ciudad nueva: la cárcel Modelo, el hospital de Sant Pau, la Casa de la Lactancia, un puente ferroviario sobre el Llobregat, fábricas, colectores bajo las nuevas vías y, naturalmente, los nuevos lugares del ocio burgués: la Ciutadella, el Palau de la Música, el Tibidabo, el gran casino de la Arrabassada. El proyecto noucentista exhibe la Cataluña ciudad.

Pero junto a ésta se descubre también la ciudad de los desheredados. El gran manifiesto de esta ciudad miserable está en la no por más conocida menos cautivadora imagen de Frederic Ballell de un grupo de mujeres en 1912 buscando carbón en la playa, a los pies de un depósito industrial sin alma. Si en el primer caso la fotografía exhibe y se exhibe, aquí claramente denuncia. Otras veces simplemente documenta: del mismo fotógrafo puede apreciarse el desayuno popular de Viernes Santo de 1907 en la ladera de Montjuïc. El conflicto entre estas dos ciudades apenas está representado: un coche volcado en Gran de Gràcia (por entonces Salmerón), rostros graves tras el estallido de una bomba en la calle de Carders, obreros en huelga ocupando la calle.

Lo más emotivo se encuentra al final: una selección de fotos premiadas en el Concurso Artístico de la Barcelona Vieja, organizado por el Ayuntamiento en 1907 para documentar la ciudad que estaba a punto de desaparecer por efecto de la piqueta. Calles mortecinas, suciedad, falta de aire y luz. Las calladas figuras que pueblan esos espacios insalubres miran al objetivo con una extraña fijeza.

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