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La pasión de Kuznetsova

Dos horas antes de la final, Dinara Safina, la número uno, almuerza con aires de tranquilidad pasmosa, de confianza indestructible, con una Pepsi. Cinco horas después contiene como puede las lágrimas y retrasa su aparición en la rueda de prensa hasta límites desconocidos. La rusa criada en Valencia no está preparada para que la vea el mundo. Svetlana Kuznetsova le ha dejado sin el título de Rolan Garros (6-4 y 6-2).

Safina, que entregó el encuentro con una doble falta, sigue sin ganar un torneo grande: la mejor tenista ya perdió la final de París en 2008 y la del Abierto de Australia en 2009.

"La respeto mucho. Trabaja duro, pero juega con demasiada presión", dice, luego de la número uno, Sveta, otra rusa criada en España, ella en Barcelona, donde los técnicos de la academia Sánchez-Casal construyeron una conquistadora de grandes que acaba de viajar de vuelta a casa: ya ganó el Abierto de Estados Unidos en 2004 y ahora vive en Moscú. "Yo juego para disfrutar, para divertirme", dice la número siete, a la que le entregó el trofeo la mítica Steffi Graf. "Éste es mi trabajo, pero también mi pasión", sentencia.

Kuznetsova, prácticamente, no celebró el título sobre la pista. Se despidió de Safina como si se tratara de cualquier partido. Casi no podía articular palabra: "Estoy asombrada", dijo. ¿Y Dinara? "No supe manejar la presión que me puse a mí misma. Me desesperé y no me mantuve fuerte mentalmente".

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