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Reportaje:Gran Premio de Mónaco

El nuevo Jenson Button

Líder del Mundial de F-1, el británico rebosa confianza para ser "más agresivo que nunca"

Oriol Puigdemont

Con 20 años, Jenson Button ya era multimillonario. Se paseaba por Montecarlo al volante de un Ferrari Modena. En el puerto lucía el Little Missy: su yate de 22 metros de eslora. Aquella temporada (2000), la de su debut en la Fórmula 1 con Williams, el chico la empleó para demostrar sus habilidades al volante. Superó varias veces a su compañero de equipo, Ralf Schumacher, que llevaba tres años en el Mundial. Pero su progresión se atascó. En tres años cambió dos veces de equipo (Renault y BAR Honda) sin acertar demasiado y la misma prensa que antes admiraba sus excentricidades se le giró en contra e incluso le apodó Jet set Button. Él nunca entró al trapo y esperó que se presentara la oportunidad de cerrarles la boca. Pasaron seis años y 113 carreras antes de que consiguiera su primer triunfo (Hungría, 2006).

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Tres temporadas más tarde, el corredor de Brawn lidera el Mundial con la superioridad de quien ha ganado cuatro de las cinco citas disputadas, algo que anteriormente sólo han conseguido cuatro pilotos, que, además, acabaron proclamándose campeones. Uno de ellos es Michael Schumacher (2002 y 2004). "Cuando Jenson llegó a la F-1, se vio que tenía mucho talento", confiesa el heptacampeón. "Desde el principio, fue más rápido que su compañero en las sesiones de clasificación y a veces también en la carrera", recuerda Schumi, en alusión a su hermano Ralf.

El triunfo logrado por Button hace dos semanas en Montmeló le coloca en una posición inmejorable para comenzar a finiquitar mañana el título en Montecarlo, donde vive. "La última victoria me ha dado mucha confianza", asegura el británico, "y eso es vital en un circuito como éste. Afrontaré este gran premio de forma distinta. Me veo con confianza para ser agresivo, para acercarme a los muros como nunca".

El glamour de Montecarlo hace que esta cita transmita mejor que ninguna otra uno de los principales valores de la F-1: el elitismo. Aparte de eso, la orografía de la ciudad convierte el trazado en una ratonera plagada de trampas, un circuito de piloto, según se define en el mundillo y como demuestran las estadísticas: entre 1984 y 1993 sólo hubo dos ganadores (Prost y Senna) y los tres únicos campeones de la parrilla actual (Alonso, Raikkonen y Hamilton) se han repartido las últimas cuatro ediciones.

"El problema de Mónaco es que la pista no concede margen de error. Si rozas una valla, estás fuera", define Sebastian Vettel, el tercer clasificado en la general por puntos. "Es bueno anticiparse e ir al límite, pero sin llegar a sobrepasarlo. Hay que estar concentrado, casi sin parpadear", añade el piloto de Red Bull, el único, además del líder, que ha conseguido imponerse este año (China). El alemán circula subido a una maravilla de la aerodinámica diseñada por Adrian Newey, y junto a Button, es favorito para ganar, siempre que su equipo consiga calibrar las suspensiones y el difusor que estrenan.

Button saldrá a su encuentro. "Voy a tener que cambiar mi forma de conducir, que es bastante suave. Así podré sacar partido del potencial del coche. Hay que aprovechar los metros de asfalto sin llegar a los muros. El secreto está en no dejarse intimidar sin perderles el respeto", matiza el piloto de Brawn.

Su nuevo estatus en la F-1 le ha liberado de mucha presión y se ha reflejado en su conducción. Durante los ensayos del viernes, su monoplaza era de los que menos se movía al trazar las curvas y él uno de los pilotos que más tarde pisaba el freno. Así es el nuevo Button, una celebridad que ha tenido que renunciar a la mitad de su ficha para convertirse en la referencia de la parrilla.

Jenson Button.
Jenson Button.AFP

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