Roger Planchon, el alma del teatro en Francia
El director y dramaturgo defendía el servicio público
Un maestro de la dramaturgia en el país que más ama el teatro. Un defensor del servicio público que luchó por él contra viento y marea ante los políticos. Y un cineasta que con su escasa obra -tres películas- dejó impronta de su talento en la nación en la que surgió el cine. La muerte por infarto de miocardio de Roger Planchon, a sus 77 años, el 12 de mayo, ha conmocionado el mundo cultural francés. Su hijo Stéphane anunció el óbito y aseguró que su padre murió en mitad de su pasión, el teatro, ya que estaba leyéndole una obra a una amiga cuando se sintió indispuesto, se acostó y falleció mientras dormía.
Planchon, que nació en Saint-Chamond (Loire) en 1931, fundó en Lyon a los 21 años el Théâtre de la Comedie. En esa etapa, década de los cincuenta, siguió las directrices creativas y escénicas de Bertolt Brecht, y por eso representó las principales obras del alemán, y de Arthur Adamov o Eugène Ionesco, grandes del teatro del absurdo. En 1960 montó, también en Lyon, el Théâtre de la Cité, compañía que le catapultaría como uno de los más grandes directores de su país, y que posteriormente, ya con un joven Patrice Chéreau como codirector, se convertiría en el Théâtre National Populaire, que representó tanto clásicos de Molière, Shakespeare o Eurípides como dramas escritos por el mismo Planchon, como Alicia, por oscuros caminos.
"Supo reunir en sus creaciones humor y gravedad", dijo Sarkozy
"Brillante, terriblemente inteligente, Planchon era un hombre honesto, loco de política y teatro", escribía esta semana en Le Monde Chéreau: "Me mostró fraternalmente los caminos del teatro". Durante décadas fue temible negociador contra los políticos. "Defendió con uñas y dientes el servicio público, del que pronto no quedará nada", resaltó Chéreau.
Profeta del teatro popular, aunque con reflexión y denuncia, en los medios teatrales parisienses se recordaba el día posterior a su muerte su montaje de Tartufo, de Molière, en 1962, en el que exploraba psicoanalíticamente el potencial homosexual de sus dos protagonistas masculinos.
Entre las múltiples declaraciones de respeto y dolor, destaca la del presidente francés, Nicolas Sarkozy, que subrayó su capacidad para "hacer del teatro un lugar popular, accesible, actual, un lugar de vida poética y política, además de saber reunir en sus creaciones humor y gravedad".
En el cine debutó con Dandin (1987), basada en la obra de Molière, y después llegaron sus mejores filmes: Luis XIV, niño rey (1993), con Carmen Maura en el elenco, y Lautrec (1997), su visión de la vida y la carrera del pintor Toulouse-Lautrec. Actor ocasional, hace tan sólo un mes aún interpretó en el teatro Silvia-Monfort Amadeo o cómo salir del paso, de Ionesco.
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