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UN ASUNTO MARGINAL | OPINIÓN
Columna
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Un banquero miserable

Enric González

Imaginemos, por un momento, que Forges dedicara sus viñetas a ensañarse con los partidos de izquierda, los homosexuales, los ecologistas, las madres trabajadoras y los inmigrantes. ¿Qué tal les sentaría a ustedes? Les sentaría fatal, se lo aseguro. Por gracioso que fuera, Forges no duraría en este periódico. Lo mismo ocurriría, a la inversa, en un periódico conservador. Somos españoles. De nuestro periódico esperamos que refuerce nuestros puntos de vista y estimule nuestros prejuicios, no que se burle de nosotros y de nuestras ideas.

Ahora imaginemos un periódico inglés rotundamente conservador, leído fundamentalmente por banqueros de la City y por la clase rural acomodada. ¿Sería posible que en ese periódico, The Daily Telegraph, una tira cómica despellejara cada día a los banqueros de la City y a la clase rural acomodada? Atención, no hablamos de ironías amables, sino de despellejamientos en vivo. ¿Sería posible? Lo es. Y eso, en mi opinión, dice mucho a favor del viejo stablishment británico y, en general, del sentido del humor inglés.

¿Sería posible que una tira cómica despellejara cada día a los banqueros de la City y a la clase rural acomodada? Lo es

La tira cómica a la que nos referimos tiene como personaje central a un banquero de inversiones llamado Alex Masterley. Empezó a publicarse en 1988, cuando la liberalización thatcherista inundó de dinero la City, y bastaría leer las tiras desde el principio hasta hoy para repasar la evolución de las finanzas británicas y mundiales en las últimas dos décadas. Porque en las aventuras de Alex Masterley hay, además de cinismo, algo muy parecido al periodismo.

Sus autores cuentan que se conocieron durante una fiesta en 1987. Ambos eran veinteañeros. El dibujante Charles Peattie acababa de recibir el encargo de realizar una tira humorística para un nuevo diario del magnate-estafador-espía Robert Maxwell, y buscaba guionista. Russell Taylor, que nunca había escrito guiones ni cómicos ni dramáticos (en realidad, aspiraba a dedicarse a la música), se ofreció como socio. Y así nació Alex Masterley, al principio una simple caricatura del yuppy londinense.

El nuevo diario de Maxwell, The London Daily News, no tardó en desaparecer. Por entonces, sin embargo, apareció otro diario con más prestancia, llamado The Independent. Su director, Andreas Whittam-Smith, había dirigido la información financiera de The Daily Telegraph durante años y quería que The Independent contara con los mejores informadores económicos. Entre los primeros fichajes de Whittam-Smith figuraron, de forma aparentemente paradójica, Charles Peattie y Russell Taylor. El propio director se encargó de procurarles contactos y fuentes de primera mano en la City. Quería que utilizaran a su personaje para hacer sátira sobre el mundillo financiero, y que lo hicieran con conocimiento de causa.

La idea fue un éxito. Quizá excesivo para The Independent, porque en 1992, cuando el diario liberal sufrió un descenso de ventas, The Daily Telegraph se llevó a Alex Masterley y a sus creadores. El Telegraph, también llamado Torygraph por su indisimulada tendencia ideológica, era el diario de calidad más vendido y el más reaccionario. Se hizo una formidable campaña publicitaria para anunciar la llegada de Alex Masterley al Telegraph, pero durante meses hubo dudas sobre la capacidad de tolerancia de los lectores: la tira cómica se mofaba de sus creencias, de sus valores y de su estilo de vida.

En realidad, hubo más que tolerancia. A día de hoy sigue existiendo una lista de espera para adquirir, por 180 libras, el original de una tira. Y Alex Masterley ha obtenido una notoriedad asombrosa. Hace cinco años, cuando el guionista decidió que Masterley perdiera (temporalmente) su empleo en Megabank, el Telegraph lo anunció en portada, como primer titular: "Alex, despedido". La noticia fue recogida también por los noticiarios radiofónicos de la BBC.

Durante meses ha circulado por todo el mundo un sketch humorístico inglés en el que se explicaba la crisis de las hipotecas subprime. Hace más de un año, cuando se rodó ese sketch, los lectores de Alex Masterley ya tenían superado el tema. ¿En qué anda Alex estos días? Su banco trabaja con una buena idea para el futuro: hacer paquetes de deuda pública, mezclando trocitos de deuda solvente con grandes porciones de deuda basura, darles un nombre que sugiera absoluta fiabilidad, e inundar con ellos el sistema financiero mundial.

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