La obra "invisible" de Jiri Kovanda cierra el año del CGAC
Lo último del Proxecto Edición completa el programa
"Quedé con unos cuantos amigos. Estábamos de pie formando un grupo pequeño en la plaza, hablando. De repente, comencé a correr; atravesé la plaza y...". Este pequeño enunciado, escrito sobre una imagen de personaje en fuga (Plaza Staromestske, Praga, 1978), encabeza una de las 160 obras de Pink carpet (Alfombra rosa), hasta el 8 de marzo en el Centro Galego de Arte Contemporánea. Es la mayor retrospectiva del artista checo Jiri Kovanda fuera de su país.
Resucitado para los focos en la última edición de la Documenta de Kassell, con apariciones como la reciente Jiri Kovanda contra el resto del mundo, en Barcelona, la obra de Kovanda, autodidacta de 55 años, sirve para recordar cómo era la performance. En una determinada distancia de representación: en el Este, antes de la caída del Muro. "Una de las características de aquellos trabajos de los años 70 era que prácticamente nunca conseguía el objetivo que me proponía", dijo Kovanda en la inauguración. "Si pretendía establecer contacto con alguien en la calle, constataba las dificultades de comunicación con la gente. Esa incapacidad de conseguir el objetivo, creo, está presente en toda mi obra".
Este "poemario alrededor de la incomunicación", como lo describe Edith Jerabkova, comisaria de esta Pink carpet, se desarrolla a través de actos inútiles. En el CGAC están expuestas las fotografías de Kovanda atravesando un pasillo a ciegas, o intentando transportar agua con las manos. Esta aparente ingenuidad, sin intervenir ni molestar, no es que disfrutase de un entorno cultural sincrónico en la década de los setenta. Mientras los artistas vinculados a Fluxus anunciaban la acción, los accionistas vieneses, en un extremo simbólico, comenzaban a pagar en los juzgados la escenificación de Mathausen, según la célebre sentencia de Otto Muehl.
La obra de gestos mínimos de Kovanda, paralelamente, crecía más allá de la inflación de performances. Tras los collages pictóricos de los años 80, el autor retomó las acciones allí donde las dejó. "Aquello tenía cierto componente amateur", resume Kovanda. "La gente que pasaba por la calle no sabía qué tenía delante, y realmente la performance no era la pieza en sí, sino la documentación de la misma, que después se exponía en un museo o una galería".
En 1978, el checo dejó de aparecer en las fotos y se centró en las instalaciones de pequeños objetos en el espacio público, referenciados en Santiago a través de materiales perecederos como cajas de cerillas, maderas y cuerdas. El diseño del CGAC también está presente en la adaptación de una de sus acciones favoritas. La idea de montar una línea de azucarillos, que camina paralela a una de las paredes de la sala, nació dentro del edificio.
Os contextos que veñen cierra la programación de 2008 en el CGAC y el ciclo de exposiciones del Proxecto Edición, cuando se cumplen tres años de la puesta en marcha de la iniciativa, en colaboración con el Marco de Vigo y la Fundación Luís Seoane. Además del Plan Rosebud de la orensana María Ruido, que se proyectará en dos pases diarios hasta marzo, en la planta baja se podrán ver las producciones audiovisuales de Paco Cao (El veneno del baile) y Joan Morey, que en su Humillados & Ofendidos construye un diálogo de poéticas dispares: Artaud, Beckett y Fassbinder se relacionan con Yolanda Castaño a través del Libro da egoísta y de su propia presencia física, tras tres performances a puerta cerrada en el CGAC.
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