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Reportaje:Un barrio en evolución

Guerra al chabolismo vertical en Lavapiés

Seis de cada 10 viviendas en corralas han sido rehabilitadas - Faltan 4.200

Marta, de la corrala del Amparo, 62, está, en cambio, contenta con su piso de 60 metros cuadrados. La mujer, de 60 años, periodista jubilada, vive con su hijo, un joven licenciado en Historia. Va en bata, con los ojos sombreados de color verde. Pero no teme demasiado que la vean los vecinos con la ropa de andar por casa. En su corrala, de 16 viviendas más dos locales comerciales, al menos 10 apartamentos permanecen cerrados. "Yo no lo entiendo; dejan a la gente en la calle cuando les echan de las chabolas y aquí está esto abandonado", protesta. Según la Concejalía de Urbanismo, esos pisos están ya adjudicados a la espera de que alguien proveniente de una infravivienda los habite.

"Tenemos miedo de que se derrumbe el techo", asegura un inquilino
El Gobierno de Aguirre prevé la rehabilitación integral para 2013

Como pasó con Marta. Ella vivía antes en un piso de la calle del Sombrerete de 16 metros cuadrados. Era un bloque de infraviviendas que la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) echó abajo. A cambio, les ofreció a Marta y a su hijo el piso en la corrala, que compró la misma EMVS, y dio en alquiler o en compra a precios protegidos.

Su única queja es que en su nuevo piso "cuesta más comer". El del Sombrerete estaba pagado, explica. Pero también es cierto que madre e hijo no tuvieron que desembolsar nada por la rehabilitación de su nuevo edificio porque es de la EMVS. Los propietarios de viviendas en mal estado en Lavapiés tienen que pagar el 40% de la obra de rehabilitación. El otro 60% corre a cargo de las tres instituciones: Estado central (un 40%, con un máximo de 5.000 euros por vivienda), la Comunidad de Madrid (un 20%, con un máximo de 3.600) y el resto, si no se llega al 60% porque la obra es muy cara, lo paga el Ayuntamiento de Madrid.

La comunidad de propietarios de San Cosme y San Damián, número 10, recibió el jueves el segundo premio a la mejor rehabilitación de la Comunidad de Madrid. Son 10 vecinos. Entre todos, en 2004, decidieron iniciar el proyecto de rehabilitación porque sabían que podían recibir subvenciones. "En 2006 comenzamos las obras; pusimos parte del dinero para que se pudiera empezar", explica Marita, una de las propietarias. El presupuesto era de 700.000 euros, a pagar entre todos. Las subvenciones se han otorgado por vivienda en función del dispendio hecho por cada uno y de los ingresos de cada familia.

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Marita lleva pagados más de 70.000 euros de su bolsillo por la rehabilitación de la corrala, unos 1.400 euros al mes desde mediados de 2004, más 3.000 que tuvo que poner al principio. Calcula que le queda por pagar hasta junio de 2009. A cambio ha recibido, por parte del Ayuntamiento, casi 13.300 euros; del consorcio gestor de rehabilitación de Lavapiés, que incluye el Estado y la Comunidad de Madrid, unos 7.600. "Al final ha sido poquito dinero el que nos han dado, bastante poquito", se queja Marita. Pero el ascensor que irá en el edificio recibe una subvención aparte. "Recibiremos el 60% de los 52.800 euros que nos cuesta", se consuela.Las sábanas ya no se secan al sol pinzadas en cuerdas que atraviesan los umbrales de las puertas. Ni siquiera los calcetines. Tampoco las persianas son de cordel, hechas de madera verde. Las puertas de las viviendas ya no se caen a trozos, y la barandilla no tiembla como una hoja cada vez que alguien se sujeta. En esta corrala del número 62 de la calle del Amparo, una de las más antiguas (siglo XVII) de Lavapiés, el blanco sucio de la pared es ahora amarillo intenso. El aluminio sustituye a la madera, y las vigas que delimitan el patio interior, limpio como una patena, son robustas y sin carcomas. "Hasta tenemos ascensor", presume Marta, vecina del 1º-6ª. De aquel antiguo edificio sólo quedan la fachada, el portal, las escaleras y la cubierta. El Ayuntamiento lo rehabilitó en 2001, gastándose casi 100.000 euros.

Éste es sólo un ejemplo de lo que lleva 10 años pasando en Lavapiés, en el distrito Centro. El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, se comprometió en 1998 a rehabilitar las 11.878 viviendas en mal estado del barrio, que tiene un parque de 22.000. Pero de forma escalonada. Primero, unas 4.000, hasta 2003; después, el resto. Hasta conseguir en 2006 un Lavapiés sin chabolismo vertical. Pero erró en su previsión y fue alargando los plazos. Ahora mismo, el 64% del barrio (7.657 viviendas) está rehabilitado, con dinero del Consistorio, el Estado central y el Gobierno regional. Aún quedan 4.221 viviendas, un 36%, por rehabilitar. "Cuesta mucho poner de acuerdo a tantos vecinos", justifica un portavoz del Gobierno regional. Pero de poco vale eso a los que literalmente se les cae la casa encima.

Como a Abdur Rahman. Dos cilindros verticales preceden la entrada a su piso, en la calle del Espino. No son columnas, son puntales: varas metálicas del suelo al techo que, como vértebras, sujetan cada vivienda del edificio para que no se derrumbe. Abdur, que llegó desde Bangladesh hasta Lavapiés hace cuatro años, vive junto a tres compatriotas en el primer piso. Su apartamento no supera los 30 metros cuadrados. Duermen apretados en un par de colchones y el sofá. "Pero tenemos baño", se defiende Abdur.

La pequeña corrala está plagada de escombros. Una tubería exterior conduce el agua desde el último piso. Pero el líquido se cuela continuamente entre sus juntas y ha dejado ya un surco en el suelo. El edificio pesa tanto que la pared de la fachada está agrietada. Las ventanas, combadas. El bosque de puntales arranca en la planta baja y llega hasta la última, la tercera. Los hombres llevan cuatro años en el piso, por el que Abdur asegura que pagan, entre todos, 500 euros. Pero quieren marcharse. "Tenemos miedo de que se pueda derrumbar y estamos buscando otro sitio", dice. Y no carece de motivos. Según su versión, "hace dos meses se cayó el techo del piso de arriba". Para solucionar el problema, los dueños del edificio lo apuntalaron. Encima de ellos ya no vive nadie.

La asociación de vecinos La Corrala asegura que el caso de Abdur no es excepcional. "En Lavapiés hay 9.000 viviendas de menos de 31 metros cuadrados, esto es, infraviviendas", explica uno de sus portavoces. "De ellas, sólo se han rehabilitado 500". Según la asociación, las infraviviendas se enfrentan a un problema doble. Por un lado, sus dueños muchas veces no viven allí y, según la asociación, por lo general no apuestan por reformar las viviendas.

El Gobierno regional insiste en que sólo quedan unas 4.200 viviendas por reformar. "Hemos llegado con dos años de antelación a las 7.500 casas previstas por el segundo plan de rehabilitación, que acaba en 2010. Y además hemos superado la previsión, con unas cien viviendas más", aseguró ayer un portavoz de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio. La rehabilitación integral de Lavapiés no llegará al menos hasta 2013, según ese mismo portavoz.

Pero quizá, cuando llegue ese día, aún sigan los problemas en Lavapiés. Ya en la actualidad, algunos que disfrutan de un piso al que se le ha lavado la cara tienen quejas. En la calle del Salitre viven desde hace dos años Guadalupe y Jesús, ambos de origen ecuatoriano. El edificio está reformado. Sin embargo, Guadalupe considera que "no han hecho nada". "Han pasado la lija y vuelto a pintar", se queja. "El edificio sigue y seguirá viejo. Las canalizaciones suenan y las humedades vuelven", añade él.

Arriba, vecinas del edificio de la calle de Ventorrillo, 7; abajo, una corrala en la calle de Huerta del Bayo, 9. Ambos, sin rehabilitar.
Arriba, vecinas del edificio de la calle de Ventorrillo, 7; abajo, una corrala en la calle de Huerta del Bayo, 9. Ambos, sin rehabilitar.ULY MARTÍN

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