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Gran Premio de Japón
Columna
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El R28 es un coche nuevo

Su bólido aún está un nivel por debajo de McLaren y Ferrari, pero Alonso es capaz de compensar esa desventaja

La victoria que Fernando Alonso logró en Singapur hace dos semanas se produjo en unas circunstancias muy especiales: era la primera prueba nocturna de la historia de la F-1 y tuvo lugar en un circuito urbano nuevo para todo el mundo. La de ayer, en el circuito de Monte Fuji, fue absoluta; del piloto y del coche. Es verdad que el español se vio en una situación privilegiada tras la primera curva, en la que Hamilton se llevó fuera a Massa, Raikkonen y Kovalainen mientras él se colocó cómodamente segundo, por detrás de Kubica. Sin embargo, no sólo superó al polaco en el primer repostaje, sino que, cuando se vio sin tráfico delante, se fue disparado con un gran ritmo y ya nadie pudo verle el pelo. Sus dos triunfos consecutivos confirman que el R28 que conduce ha dado un paso adelante considerable si se comparan sus actuales prestaciones con las que exhibía hace sólo dos meses. Más que algo en concreto, lo que los ingenieros de Renault han introducido en el monoplaza son una serie de pequeños cambios que, combinados, han optimizado el conjunto. El R28 es un coche nuevo.

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Básicamente, los técnicos han trabajado en mejorar el rendimiento del cambio, en la aerodinámica y en las suspensiones. La evolución más destacable radica en la reducción de la fricción de los piñones. Eso se ha logrado gracias a un trabajo tremendo con los lubricantes, que han minimizado la pérdida de potencia del motor. También las suspensiones han sufrido varias mejoras. El principal problema que ha venido arrastrando Renault en los últimos tiempos se debía a la mala adaptación del coche a los neumáticos Bridgestone. La puesta a punto de las suspensiones puede variar muchísimo en función de si el coche equipa compuestos Michelin, como ocurrió hasta 2006, o Bridgestone, como pasa desde 2007. El proceso de construcción de cada marca es distinto. Por eso un suministrador requiere unas cargas concretas a nivel de suspensiones mientras que el otro necesita otras muy distintas. Y luego está la aerodinámica del coche, que ha ido prosperando a medida que la temporada avanzaba.

En cualquier caso, todas estas mejoras han tenido un efecto muy beneficioso dentro del equipo. En Renault se ha creado un clima de optimismo que Alonso, con sus últimas actuaciones, se ha encargado de alimentar. Cuando todas estas circunstancias son favorables, un piloto tan bueno como él tiene la calidad suficiente para llevar al máximo todo el conjunto y el resultado que se obtiene es algo parecido a lo que vimos ayer. Durante toda la carrera, Alonso rodó al límite porque confió en las prestaciones y la fiabilidad de su monoplaza. Se le pudo oír preguntar, por radio y a su ingeniero de pista, Dave Greenwood, quién era su principal rival con vistas a la carrera y eso es un síntoma evidente de lo motivado que estaba.

Con todo, hay algo evidente en todo esto: las manos de Alonso son probablemente las mejores de la actual parrilla. Aunque el Renault haya mejorado mucho y ya esté en condiciones de pelear cara a cara con BMW, está claro que aún está uno o dos niveles por debajo de McLaren y Ferrari. Lo que ocurre es que Alonso, a poco que pueda, es capaz de compensar esa falta de potencial mecánico con su pericia y su constancia al volante. La carrera de ayer y el ritmo de giro que mantuvo cuando estuvo solo al frente son la mejor prueba de ello.

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