_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los hermanos Tonetti

Los que nos dedicamos a eso de las lenguas andamos hace meses con la mosca detrás de la oreja. Después de llevar toda la vida especulando sobre cómo funciona la traducción, ahora resulta que no se traduce para hacer entender lo que no se comprende, sino para que lo que se entendía se deje de comprender. Sí, lo han adivinado: Educación para la Ciudadanía, once again. Pero no esperen de mí una crítica feroz. No me cabe la menor duda de que nuestros gobernantes saben lo que hacen. Al fin y al cabo llevan haciéndolo muchos años, tantos como lleva nuestra oposición sin saber lo que se hace. Y, sin embargo, uno no puede evitar un sentimiento de vergüenza cuando fuera de aquí se enteran de que eres valenciano. Porque todo el mundo -los de izquierdas, los de derechas y hasta los mediopensionistas- te toman por el pito del sereno y se carcajean de lo que está ocurriendo en la Comunidad Valenciana.

Desde que veo escenas de esa fascinante pantomima en la que un profesor habla en valenciano o en castellano, lenguas que los alumnos entienden, y uno de los once héroes -me pregunto qué habrá sido del traidor Judas- lo enmascara en inglés, no hago más que preguntarme dónde había visto yo eso antes. Por fin he caído y me apresuro a contárselo: claro, son los hermanos Tonetti. Las jóvenes generaciones no sabrán de qué hablo, pero los de mi quinta lo tienen claro: el payaso listo de cara blanca que decía una cosa y el payaso tonto que lo repetía tergiversándolo porque lo había entendido todo al revés. Lo fascinante es que estas cosas se promuevan desde el gobierno valenciano. Mal, muy mal debe de andar la cosa. Porque ya nos habíamos acostumbrado a que los fastos ocultasen las vergüenzas del poder: le habíamos cogido gusto -¿para qué negarlo?- a la America's Cup, a la Fórmula 1, incluso al sonsonete ese de "somos líderes", pero lo de Educación para la Ciudadanía es demasié. Un invento genial, vamos. Vean si no. Uno va y dice: "La acción de los gobernantes se regirá por el respeto escrupuloso a la ley". Y el otro apostilla: "Stop choriceishon". O bien: "Los miembros que se desmadren con las miembras quedarán desmembrados de la comunidad". Que se destraduce como: "No girls, no love". Finalmente: "Hay que ser respetuosos con el medio ambiente y practicar un desarrollo sostenible". Es decir: "My tailor is rich".

Yo, la verdad, lo veo bien. Entre los continuos sobresaltos que nos produce la situación económica, un poco de alegría nunca está de más. ¿No dicen que hemos apostado demasiado por el ladrillo y que las nuevas generaciones necesitan I+D? Eso se dice muy fácil, pero después de haber estado haciendo el cantamañanas con la formación de los jóvenes, no es fácil que el informe Pisa nos saque del furgón de cola antes de un cuarto de siglo ni aunque a doña Mercedes Cabrera se le aparezca la Virgen de Fátima. Así que, a falta de I+D, por lo menos tenemos E+C. Es como un sucedáneo de la verdadera formación, la comida basura de la enseñanza: Eduqueishon for Ciudadaneishon. Y que Dios nos coja confesados.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_