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Gran Premio de Singapur
Columna
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Fiat lux

Se apaga el sol y se enciende la noche de Singapur para celebrar el primer gran premio nocturno de la Fórmula 1. Un menú completo: circuito urbano sin luz natural y además con amenaza de lluvia. Los datos técnicos del espectacular sistema de iluminación aparecen por doquier. En este artículo quiero ir más allá y desgranar algunos de los retos de la primera carrera sin luz natural.

Singapur es un circuito urbano como lo son Mónaco y Valencia, pero está más cerca de las características técnicas del circuito del Principado: baja velocidad, predomino de curvas lentas y sin demasiados resquicios para atreverse a adelantar (además de zonas bacheadas y un asfalto con agarre distinto al de un circuito no urbano). Sobre el papel esto beneficia a McLaren, todavía más ágil que Ferrari en los cambios de dirección y en las curvas de baja velocidad, a pesar de que los italianos este año han reducido la distancia entre el eje trasero y el delantero para acercarse a las flechas plateadas. En un circuito tan lento, la estabilidad en frenada y la velocidad punta no son el plato fuerte, por lo que el R28 se sentirá más cómodo que en circuitos más rápidos.

El cambio en los ciclos de luz, oscuridad y sueño pueden hacer que un piloto sea dos décimas más lento
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A las claves técnicas del trazado asiático se unen dos elementos más: la lluvia, que revoluciona las carreras y puede coronar a los equipos más modestos de la parrilla, y sobre todo la noche. Esto último es sin duda lo más atractivo de este GP. Sin la luz solar la temperatura del circuito se desploma porque el asfalto no recibe la tremenda radiación del sol. Por otro lado, la temperatura no sufre variaciones tan bruscas como de día cuando el mero hecho de que el sol se esconda tras una nube hace que la pista se enfríe varios grados. Especialmente por debajo de los 30 o 35 grados en el asfalto ¡la carrera es territorio McLaren!

Otro factor importante que viene de la mano de la oscuridad es el cambio de las percepciones y rutinas de los pilotos. Las distancias no se aprecian igual que de día y hasta los horarios y las estrictas dietas de los pilotos han de adaptarse para que su rendimiento sea el adecuado. El cambio en los ciclos de luz y oscuridad, así como en los ciclos de sueño, pueden hacer que un piloto sea más de dos décimas más lento que en condiciones optimas. No hace falta recordar la cantidad de clasificaciones que se han decidido por apenas milésimas...

Un cóctel peligroso sería la combinación de agua y oscuridad porque los reflejos de las gotas de lluvia de los charcos y de la cortina de agua que despiden otros monoplazas despistaría sensiblemente a los pilotos hasta que estos se habituasen.

En un trazado en el que se corre por primera vez, los pilotos necesitan unas diez vueltas hasta que memorizan el circuito, los puntos de frenada y la mejor trazada. Sin olvidar que un circuito urbano añade otras sensaciones especiales como son el estruendo del eco del ruido de los motores en los edificios, ruido que no perturba tanto a los pilotos en circuitos convencionales. Será interesante comprobar también hasta donde son capaces de apurar sus monoplazas para buscar puntos de adelantamiento.

La lista de elementos que cambian cuando se compite de noche no acaba aquí: por ejemplo, las señales viales (pasos de cebra, líneas de cambio de carril, etcétera) son más deslizantes que el asfalto, sobre todo si llueve, y también pueden generar extraños reflejos de noche. Una de las claves que hacen posible que en la F-1 se roce la perfección es que todo se ha practicado muchas veces. Justo lo que no ocurre en Singapur, donde todo se hace por primera vez. Anochece en Singapur y amanece en el circuito. Como decían en latín: ¡Fiat lux, que se haga la luz!

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