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Reportaje:música

Comienza el gran circo de Madonna

Anoche arrancó en Cardiff la gira mundial de la cantante

Una caidita de ojos le basta. Son las 21.00 horas en Cardiff, Gales (22.00 peninsular en España), Madonna lleva una hora de retraso en el primer concierto de su gira mundial Sticky & Sweet (pegajosa y dulce) y las 45.000 personas que casi llenan el Millennium Stadium comienzan a impacientarse. Suenan los primeros silbidos y -¡ay Dios mío!- abucheos. No se asusten. De pronto aparece la jefa que con un ajustadísimo traje de cuero negro (definitivamente la madre más sexy del mundo) y 50 añazos recién cumplidos neutraliza cualquier rebelión.

Madonna exhibe la pirotecnia: pasea con un brillante cadillac blanco, se encierra en una jaula sobre un piano, baila, salta, suda, se estira, seduce... hasta se permite desaparecer en una canción para que unos boxeadores-bailarines y una grabación de su voz haga el resto. Es como un dvd repleto de extras. Y aunque la música pasa a un lugar secundario pocos son capaces de apartar la mirada del escenario. Madonna es hipnótica y poderosa. Esta encantadora de serpientes, aun con una justa calidad vocal, ofrece al público lo que quiere: espectáculo.

Para palpar la expectación ante la nueva gira que pasará por España en septiembre (el 16 en Sevilla y el 18 en Valencia) bastaba con pasear ayer por los aledaños del estadio. Reventas que por 100 libras (125 euros) vendían las últimas entradas se mezclaban entre jóvenes con pelos de colores y señoras con gorros de cowboy de terciopelo que compartían cola con hombres hechos y derechos capaces de perder los papeles bailando Like a Prayer. La fina lluvia y, sobre todo, la curiosidad ante el nuevo espectáculo se colaban en los huesos. Por eso, un delgado chico húngaro rapado al cero, de flequillo rubio platino había pasado todo el trayecto entre Londres -donde reside- y Cardiff discutiendo nervioso con su amigo lo que el osado Elton John se atrevió una vez a decir de Madonna: "Me da igual que digan que en algunas partes hace playback. Yo estoy emocionado por lo de esta noche", decía mientras atacaba una empanada de espinacas y se quitaba los auriculares. "Ya quisieran muchas jovencitas tener el tipazo que tiene Madonna". Razón no le falta. También lo corroboraba su iPod, que escupía Give it 2 me, un tema de su nuevo disco, Hard Candy. "No me pares ahora /todavía me queda aliento/ Puedo seguir y seguir...".

Hace unos días, la superdiva, consciente de que no conviene decepcionar ni en los más mínimos detalles, hizo pública la lista de sus necesidades básicas en este circo-espectáculo que hasta final de año recorrerá el mundo. A saber: 120 toallas, 200 esponjas maquilladoras -"en forma de triángulo"-, 30 camiones guardarropa... Más detalles: la cantante tarda un minuto y medio en cambiarse de ropa para cada número. Cinco personas le echan una mano en las ocho transformaciones que sufre a lo largo del concierto. Dos horas, 22 canciones de todas sus épocas. Desde La isla bonita con caravana de gitanos al discotequero Hung Up, medio reconvertida en heavy metal. Una gira que, a juzgar por lo visto ayer, hará feliz a sus fans pero no será recordada como una de las más vibrantes. Cosas del playback.

Madonna, durante el concierto de ayer en el Millennium Stadium de Cardiff, Gales, con el que inició su gira mundial <i>Sticky & Sweet (Pegajosa y dulce).</i>
Madonna, durante el concierto de ayer en el Millennium Stadium de Cardiff, Gales, con el que inició su gira mundial Sticky & Sweet (Pegajosa y dulce).AFP

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