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Entrevista:'BRUNCH' CON... MISS KITTIN

"Mi personaje me protege, espanta a los idiotas"

Carmen Pérez-Lanzac

Mono palabra de honor a media altura del muslo estampado con estrellas. Piel blanco nuclear. Un gato asiático tatuado en el omoplato. Una enredadera en el brazo derecho. Las palabras "inhala" y "exhala" (recuerdo de la importancia de la respiración en el yoga) escritas en cada brazo. Uñas de pies y manos rosa fluorescente. Cigarrillos finos. Son las 12.30 del viernes. El 15º festival de música avanzada Sónar encara su segundo día. Miss Kittin, que actúa esta noche, se acaba de despertar. El sol machaca la terraza del hotel H 1898. Kittin sorbe un zumo de naranja. ¿El desayuno? ¿La comida? ¿El brunch? "Qué más da, tengo que comer algo".

La diva del electro no ha pasado una buena noche. Ayer, en una fiesta, alguien le habló de las maravillas de la maternidad. Miss Kittin, de 35 años, soltera, de gira permanente por el mundo, rompió a llorar. "La gente te habla como si las cosas no te afectaran. Llevo toda la vida oyendo que mi vida es demasiado complicada para tener hijos, una relación estable, que los hombres huyen. Y me afecta". La imagen de dura ganada a pulso se esfuma de un plumazo.

La 'dj' de más tirón empieza a acusar los ¡13 años! de gira. Hoy actúa en Barcelona

Caroline Hervé nació en Grenoble, en los Alpes franceses. Trabajaba de cajera en un supermercado. En su tiempo libre, quemaba las pistas de las discotecas. Ligó con un dj (disc jockey) amateur que fumaba porros como un descosido. Un día le corrigió: "Estás girando el plato que no es". El novio se picó: "Hazlo tú, lista". Caroline se convirtió en Miss Kittin y desde los 22 años no se dedica a otra cosa. A finales de los noventa se hizo famosa de la mano de su amigo The Hacker, que, por cierto, está sorbiendo otro zumo en la mesa de al lado. El electro morboso del dúo caló. Kittin susurraba "fóllame" al micrófono vestida de enfermera con ganas de darte unos azotes. "Antes me molestaba que me confundieran con mi personaje, pero me di cuenta de que es una buena protección, espanta a los idiotas".

Actualmente, Miss Kittin ha reducido su ritmo de vida. Palabras como jardinería, acupuntura, osteopatía o paz interior se le escapan de la boca. "Hace seis meses empecé a tener problemas de oído, como muchos djs. Me lo tomé como una señal". Viendo las fechas de su gira, que termina en Nueva York, el 29 de septiembre, uno se pregunta cómo era antes. Su caché ronda los 10.000 euros. Es la dj con más tirón, aunque no incidiremos sobre ello. Kittin odia que ser mujer y dj resulte reseñable. Aunque lo cierto es que es uno de los iconos del Sónar. Desde 2000 ha tocado todos los años excepto uno. "Todos los años, cuando empiezan a preparar el cartel, me pongo nerviosa", dice picoteando un arroz basmati. "Me da miedo que no me llamen. ¡Soy demasiado joven para volverme un dinosaurio!".

Esta noche, a la 1.00, Miss Kittin presenta su segundo disco, Batbox. Verla actuar es una experiencia. Se toma su profesión como algo muy trascendental: "Intento llevar a la gente más allá y vivo mi profesión como algo muy profundo. Me ayuda a buscarle un sentido a la vida. Toco ante gente que busca en la noche y en mi música un sueño, y a veces es duro de digerir. Muchos piensan que me como demasiado la cabeza, pero no lo puedo evitar. Por eso llego a la gente de una forma tan particular. Es mi pesadilla y mi bendición. Y a quien no le guste, que le den".

Terraza del hotel H 1898. Barcelona

- Ensalada de mozzarella: 14,50 euros.

- Arroz basmati con verdura: 17,00 euros.

- Un zumo de naranja: 5 euros.

- Una botella de agua: 3 euros.

Total: 39,50 euros

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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