La última fuga de El Nene
El día de Nochebuena fue noticia la fuga de El Nene, preso en la cárcel marroquí de Kenitra, situada a unos 30 kilómetros al norte de Rabat. Aquélla resultó una evasión pacífica: el 7 de diciembre, disfrutando de un permiso, salió de la prisión para no regresar. Parece ser que las autoridades penitenciarias marroquíes no repararon en su ausencia hasta casi dos semanas después, lo cual explica la tardanza en darse publicidad al incidente. Cabría pensar que un hecho de esa naturaleza puso en guardia a las policías de ambos lados del estrecho de Gibraltar, el área de influencia de este personaje, calificado como el traficante de hachís más importante del mundo, pero no fue así. ¿Dónde buscó refugio El Nene?
Diez días antes de que se conociera su fuga de una cárcel marroquí, estaba en Málaga renovándose el DNI
Su organización llegó a contar con unos 70 miembros en el norte de África y con cerca de 30 en la Costa del Sol
La noticia nació vieja. El 14 de diciembre, 10 días antes de darse a conocer su fuga, El Nene estaba renovándose el carné de identidad en una comisaría de Málaga, como cualquier honrado ciudadano.
Demasiada gente en Ceuta supo de la llegada de Mohamed Taieb Ahmed, conocido como El Nene. A pesar de que su ausencia de la ciudad duraba ya siete años, no había perdido su condición de ídolo local para una parte de la juventud musulmana del lugar. Mohamed Taieb regresaba como un hijo pródigo: hombre corpulento, de mediana estatura, se paseaba por la Gran Vía con su característica cabeza rapada, acompañado de sus guardaespaldas. Se le veía más grueso que años atrás. Solía conducir un Mercedes. Y ya era de dominio público que había regalado toda suerte de motos y automóviles entre sus antiguos colaboradores, siguiendo una vieja costumbre suya que contribuyó a consolidar su liderazgo. El Nene no era un narco como los demás.
La policía española tuvo constancia de su entrada en la ciudad desde el primer momento. Pero no podía hacer nada contra él. Detenido 17 veces por el Cuerpo Nacional de Policía y 15 por la Guardia Civil; imputado y condenado en varias causas por tráfico de drogas, tenencia de armas e incluso intento de asesinato; fugado de la cárcel Victoria Kent (Madrid) en 2001, su expediente estaba limpio desde hacía, casualmente, un mes. Todas las condenas y requisitorias habían prescrito, lo cual hizo suponer que su fuga de Marruecos estuvo planificada. La policía no podía tocar a Mohamed Ahmed. Si acaso, podía vigilar sus pasos, porque parecía claro que se disponía a restaurar su organización.
El Nene hizo algunas cosas más en Ceuta de relativa importancia. Él, que se ganó fama como consumado piloto de lanchas, amante de la velocidad en todas sus vertientes, aficionado a conducir el último modelo de las mejores marcas de automóviles, se sacó el permiso de conducir. No hay constancia de su asistencia a clase en academia alguna, de cuándo y dónde se examinó (no es complicado obtener el carné previo pago, según algunas fuentes). Ciertas cosas habían cambiado durante su ausencia de España: una de ellas, que conducir sin carné se había convertido en un delito penal. Y no era cuestión de volver a la cárcel por un detalle de esa naturaleza.
También se tiene constancia de otra gestión. Encargó en un concesionario un par de Ferrari para este verano. Es probable que no los pueda disfrutar: la dilatada trayectoria de este personaje que cumplirá los 33 años el próximo mes de agosto puede haber llegado a su final. Ningún otro traficante del norte de África tiene una leyenda a sus espaldas. Y eso tiene un precio.
Siendo un hombre joven, su carrera delictiva es tan extensa como ser considerado uno de los grandes protagonistas del tráfico de hachís en el sur de España. La temeridad, el afán de protagonismo y el gusto por lo exagerado explican su renombre. Los expertos en la lucha contra el tráfico de drogas descartan que El Nene haya sido el más importante patrón del hachís. No hay ninguna evidencia que sustente la afirmación divulgada por numerosos medios de información en las últimas semanas según la cual uno de cada diez kilos de esta droga introducidos en la Península pertenezca a su organización, y mucho menos que su fortuna, como él mismo gusta afirmar, supere en millones de euros su edad. Otros narcos de mayor peso viven discretamente e invierten sus beneficios, convencidos de que la notoriedad junto al delito no es la mejor fórmula para llegar a viejo en el oficio. Pero es indiscutible que El Nene superó a sus rivales: si no el más importante, si que fue el más popular.
A ello ha contribuido una biografía negra que comenzó a los 14 años cuando fue detenido por primera vez por transportar unos kilos de hachís. Mohamed Taieb era uno más de tantos cachorros atraídos por el dinero fácil de la droga, una salida muy tentadora para los adolescentes musulmanes de los barrios marginales de Ceuta. Dicen que Mohamed era nieto de un combatiente en el ejército de Franco durante la Guerra Civil que llegó a merecer alguna condecoración por su valor, pero este hecho no está probado. Paradójicamente, nació en el barrio de Regulares, uno de los lugares más respetables donde podía criarse un musulmán en 1975. Miembro de una familia de tres hermanos, sin embargo, apenas tocó la escuela y pronto hizo vida en la calle.
Ya avanzados los años ochenta, Mohamed Taieb fue testigo directo de una primera evolución en el transporte de hachís en el Estrecho, cuando las pateras con un motor fuera borda fueron dando paso a las zodiac y, posteriormente, a las lanchas semirrígidas, dotadas de gran velocidad junto a una mayor capacidad de carga. Bien pronto comenzó a mostrar habilidad para el pilotaje en situaciones límite. De su pericia como piloto dan fe incluso sus enemigos en el mar, los agentes de Vigilancia Aduanera y la Guardia Civil. Mohamed Taieb pertenecía a una nueva generación de pilotos nacidos en el otro lado del Estrecho, que sucedía en el escalafón a los legendarios mercenarios gibraltareños, hombres como Allan Parker y Alberto Parodi, que se habían ganado merecida fama al mando de las veloces Phantom de 250 caballos, fabricadas en fibra. En aquella época, los narcos españoles dominaban el tráfico de droga a la Península y subcontrataban el transporte a los mejores pilotos del momento, que eran los llanitos, gente experimentada en el contrabando de tabaco. Sucedió entonces que los narcos marroquíes decidieron ser ellos mismos quienes pusieran la droga en España y contratar a sus propios pilotos. Fue en ese tránsito cuando apareció la figura de El Nene, un piloto temerario capaz de navegar en las peores condiciones o de realizar hasta tres travesías en una sola noche. Mohamed Taieb trabajaba para uno de los principales padrinos de Ceuta hasta que, sin haber dejado de ser un adolescente, decidió establecerse por su cuenta.
Su liderazgo ha dejado en un segundo plano la parte oscura de su trayectoria. Era joven y audaz, pero también violento. Rompió los códigos establecidos en el tráfico del hachís. Recuerda un inspector ya curtido que "llegaba a simular la pérdida de la mercancía para quedarse con todo el beneficio. Tampoco tuvo reparos para filtrar información acerca de sus competidores". Generoso con sus colaboradores, implacable con sus rivales, se comportaba como quien debe imponer su ley en el territorio.
A mediados de los noventa era uno de los padrinos de Ceuta. Pero, a diferencia de los demás, apenas tenía 20 años. Su conducta no dejaba de ser atípica. Regalaba coches entre sus afines, en ocasiones del mismo modelo. Hubo un año que inundó Ceuta con la nueva versión del escarabajo de Volkswagen. Tanto es así que en una de sus múltiples detenciones, varias decenas de estos vehículos circularon durante horas alrededor de la comisaría de policía como exhibición de fuerza.
Su violencia hacia las fuerzas del orden estaba bien vista en Ceuta, donde todavía hay barrios (como el del Príncipe) donde la policía no puede entrar sin ser apedreada. Atropelló a guardias civiles, los golpeó en público, llegó a ponerle a un agente un cuchillo en el cuello durante un control. Su apogeo coincidió con un lustro negro en Ceuta, caracterizado por frecuentes tiroteos entre bandas rivales. En ese estado de violencia extrema se movió a sus anchas.
El Nene introdujo nuevas estrategias en el transporte de droga. Le atribuyen la idea de las embarcaciones-cebo, según la cual se lanzaban tres lanchas al mar, de las cuales sólo una estaba cargada de hachís. El cometido de las otras dos era distraer a la Guardia Civil. Una vez requisadas en puerto, era el propio Mohamed Taieb quien las reclamaba y abonaba personalmente la correspondiente multa. Según los investigadores, su organización llegó a contar con cerca de 70 colaboradores en el norte de África y una treintena entre las localidades españolas de San Roque y Marbella, el margen costero donde practicaba sus desembarcos.
Su ficha policial detalla su condición de casado y padre de dos hijos, pero ni siquiera la propia policía da especial crédito a esta información. Si ha tenido mujer, no parece que su comportamiento fuera el de un buen padre de familia, como sí lo han sido otros padrinos de la droga. Su vida transcurría a la misma velocidad que imprimía a su pilotaje: tenía permanentemente reservada una suite en un céntrico hotel de Ceuta para agasajar a su gente, había adquirido una roulotte donde celebraba algunas orgías, visitaba Marbella con frecuencia. Cuentan que le gustaban las mujeres casadas, que secuestró a una joven de la que se enamoró, cuya familia rechazaba esa relación, pero, como en tantos otros hechos a su alrededor, es difícil precisar dónde descansa la realidad y dónde la imaginación respecto de un personaje convertido en leyenda urbana: se decía que pagaba las operaciones quirúrgicas de modestas familias musulmanas. Algunas pintadas glosaban su liderazgo en los barrios de la ciudad.
El cerco policial comenzó a tener algún éxito. Llegados al año 2000, probó la medicina de la cárcel y pasó su primer año entre rejas. El futuro se nubló: había otros procedimientos pendientes. Pero en el otoño de 2001, cumplida una parte de la pena, obtuvo el tercer grado previa presentación de un contrato de trabajo. No se anduvo por las ramas: creó una empresa tapadera (Niegler) dedicada a la compraventa de automóviles domiciliada en la calle de Sagasta (Madrid) que le contrató como gerente. La ingenuidad del director de la cárcel Victoria Kent hizo el resto. El Nene obtuvo el tercer grado, salió por su propio pie de la cárcel y no regresó. Era octubre de 2001.
Mohamed Taieb se refugió en Marruecos, desde donde siguió dirigiendo su organización. Se instaló en una lujosa residencia en Marina Smir, siguió pilotando lanchas y protagonizó algunos ajustes de cuentas. España solicitó a Marruecos su extradición, pero las autoridades magrebíes la denegaron argumentando que el perseguido no era español, sino marroquí, y se llamaba Mohamed el Ouazzani.
En el verano de 2003 se produjo un incidente oscuro. Según algunas fuentes, una noche, a la salida de una discoteca en la localidad de Emarrach, hubo un tiroteo entre bandas rivales que afectó a unos guardaespaldas del rey Mohamed VI, de visita en Tetuán. Consecuencia de este incidente impreciso, llegó la orden del rey de detener a los implicados, entre quienes estaba El Nene, que fue condenado a ocho años de prisión por aquello. Con el tiempo se supo que su estancia en la prisión Kaki, de Salé, era bastante confortable. El conocido periodista Alí Lmrabet (detenido por sus críticas a Mohamed VI, condenado y luego indultado) describió en un artículo cómo conoció en la cárcel a este personaje y qué tipo de comodidades le rodeaban: "Vivía como un pachá, trataba a los guardias como criados y cada día se hacía servir del exterior platos combinados de todo tipo, postres refinados y el café que uniformados funcionarios de prisiones traían corriendo por los pasillos de la cárcel antes de que se enfriara (...) De vez en cuando solía salir discretamente a la calle". Otras informaciones precisaban que disponía de tres celdas, tenía un televisor de plasma, teléfono móvil y hasta conexión a Internet.
En una de esas salidas, el 20 de septiembre de 2005, se produjo un motín en la cárcel aprovechando la visita de un miembro de la Fundación Mohamed VI. Para su sorpresa, los presos se quejaron del comportamiento violento y abusivo de El Nene, que actuaba como si fuera el verdadero director de la prisión. Hubo un recluso que se quejó de haber sido agredido por no acceder a participar en una carrera a cuatro patas. Estas protestas significaron el traslado de El Nene a la prisión de Kenitra el día 28 de ese mismo mes.
Su estancia en Kenitra no pareció ser más severa. De nuevo se las apañó para obtener favores que culminaron con un permiso irregular que le permitió abandonar la cárcel el pasado 7 de diciembre.
Calculó que había llegado el momento de volver a su Ceuta natal, donde disfrutó de cuatro meses de tranquilidad. Fue detenido la tarde del 24 de abril, mientras circulaba en su Mercedes, como consecuencia de una orden emitida por Interpol. Un juzgado de Ceuta ha iniciado un proceso para privarle de la nacionalidad española por considerar que renunció a ella en 2003 cuando se sacó el pasaporte marroquí bajo el nombre de Mohamed el Ouazzani y han transcurrido más de tres años sin revocar esa decisión (no hay tratado de doble nacionalidad entre España y Marruecos). De ser declarado marroquí, España procederá a extraditarle.
Su situación procesal tiene también una explicación política, según reconocen fuentes de Interior. "El Nene ha ridiculizado a las autoridades marroquíes, y a España no le interesa un conflicto a causa de este personaje", afirma un alto funcionario. "Seamos sinceros: nadie va a reprocharle al Gobierno español que mande a Marruecos a un delincuente por muy español de origen que sea, máxime si además es un moro".
Medio centenar de ceutíes se manifestaron el pasado 1 de mayo a las puertas de la Delegación del Gobierno para exigir su libertad. Una imprudente carrera le puede llevar a un final imprevisto: su libertad depende de que un juez determine si es español o marroquí. No de si es inocente o culpable.
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