_
_
_
_
_
Reportaje:'Zapping' global / Bélgica

Alma de provocador

Un país de 10 millones de habitantes se ve obligado a tener una televisión de recursos limitados. Si ese país es Bélgica, cultural e irresolublemente dividida 60%-40% entre flamencos neerlandófonos y valones francófonos, con sus respectivos universos televisivos, las posibilidades de hacer algo memorable se reducen de forma drástica. Y sin embargo, sí hay programas atractivos, capaces de dar campanadas de alcance universal como la del 13 de diciembre de 2006, cuando conmocionó a la minoría francófona con la noticia de que Flandes acababa de proclamar su independencia, que el país se partía y que el rey había buscado refugio en el Congo.

Aquel Bye, bye, Belgium que estremeció hasta las lágrimas -y, en algunos casos, hasta el pánico- a muchos valones pasó desapercibido en el norte del país, donde los flamencos seguían plácidamente la rutinaria programación de un miércoles cualquiera. Una perfecta metáfora de lo que hoy es Bélgica: dos mundos que viven uno de espaldas al otro y conviven, pacífica y respetuosamente, en donde no les queda otra.

Pasado un año, el cómo se hizo Bye, bye, Belgium (con un controvertido formato que hacía pasar por verdadero lo que no era sino una ficción) y las convulsiones políticas y sociales que provocó fue el tema que abordó Questions à la une, la emisión estelar de periodismo de investigación, que emite cada miércoles la primera cadena de la RTBF, la Radio Televisión Belga Francófona. El alma de Questions... es el veterano y chispeante Jean-Claude Defossé, que normalmente introduce los temas, pero que esta misma semana se ha arrojado personalmente a fondo sobre lo que él llama la "epidemia de prácticas dudosas" del estamento médico belga, donde reputados especialistas cobran bajo cuerda y en efectivo cientos de euros a desprevenidos pacientes a cambio de acortar listas de espera, acelerar procedimientos o mejorar el tipo de habitación hospitalaria que ha caído en suerte.

Defossé probó que esa práctica es un secreto a voces, carente de sanción reglamentaria, como reconoció ante las cámaras el mismísimo inspector médico que debería velar por la decencia de sus colegas. No hay que hacer mayor esfuerzo para colocar en la misma frase las palabras corrupción y Bélgica.

Recientemente, Questions à la une repitió, a petición popular, una emisión dedicada a la inanidad del fútbol belga, gangrenado no sólo por la dimensión de su mercado, sino por el cáncer de la corrupción, con estadios construidos para la Eurocopa de 2000 gracias a inversiones propias de la mafia del balón convertidos ya en surrealista muestrario de irregularidades.

Jean-Claude Deffosé, en uno de los programas de <i>Questions à la une. </i>
Jean-Claude Deffosé, en uno de los programas de Questions à la une.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_