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TIEMPO MUERTO | NBA
Columna
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El club se porta muy bien conmigo

Cuando empecé a escribir artículos para EL PAÍS, no esperaba hacerlo tanto de mí, pero la situación es la que es y no voy a esconder la cabeza bajo el ala. Los médicos han visto algo raro en la última resonancia magnética que me hicieron y he tenido que dejar de jugar y de entrenarme a la espera de que un especialista me examine a fondo la pierna. Se ha montado un buen lío. Se trata de la misma pierna de la que fui operado en marzo. Pero lo que han visto no se encuentra exactamente en la misma zona, en el tobillo izquierdo, aunque sí que está cerca. Estoy intranquilo. La situación es extraña porque, además, no noto ningún dolor.

Voy a tratar de resumir cómo fue todo. Cada mes o mes y medio me hacen un escáner para comprobar la evolución del tobillo. Esta vez pasé el examen antes de viajar a Dallas para jugar contra los Mavericks, el martes día 20. La misma mañana del partido, después del entrenamiento de tiro, me llamó el trainer jefe de los Raptors y me comunicó que los médicos habían observado algo en la resonancia que no sabían exactamente qué era. Me indicó también que debía guardar reposo absoluto.

Pau, Juan Carlos y José me ayudan a sobrellevar el palo. Un especialista examinará mi lesión en Baltimore

Un día después jugamos en Memphis; bueno, yo no. Como en Dallas, tuve que ver el partido vestido de calle. Desde luego, no fue el mejor momento para visitar a Pau y Juan Carlos. Pero ellos, como José, me animaron y, de hecho, me ayudaron a sobrellevar el palo. Después del partido cenamos juntos y la charla se prolongó tanto que tuvo que venir el delegado de nuestro equipo para advertirnos de que el autobús ya salía camino del aeropuerto.

Es evidente que estoy preocupado, pero trato de ser positivo. Sé que han consultado con distintos médicos. Al regreso a Toronto, mantuve una reunión con Bryan Colangelo (general manager de los Raptors) y Maurizio Gherardini (vicepresidente). Trataron de animarme. Por supuesto que mi situación deportiva, el hecho de que ya antes de esto no estuviera disponiendo de muchos minutos de juego, no salió para nada en esa reunión. Ni era el momento ni hay que darle tantas vueltas. Por supuesto: es una situación incómoda. Pero es una cuestión del entrenador. Ese mismo día nos concedieron fiesta. Era el día de acción de gracias y, aunque en Toronto no se celebra, muchos jugadores americanos del equipo aprovecharon para estar con sus familias. Yo intenté distraerme y no darle más vueltas al asunto. Cené y charlé durante bastante rato con José y con Bargnani, entre otros amigos.

El club se está portando muy bien. Se han preocupado por mí y, además de consultar con especialistas, he podido hablar con mi médico de confianza en España, el doctor Domingo Delgado. Cuando estén leyendo estas líneas, y acompañado de un fisioterapeuta y amigo de los Raptors, Ray Chow, me encontraré ya probablemente en una clínica de Baltimore, muy cerca de Washington, donde me examinará uno de los mejores especialistas del mundo en este tipo de lesiones.

Cabreado no estoy, ésa no es la palabra adecuada, pero sí que me molesta que, cuando ves que todo el mundo está trabajando por tu bien, salgan a relucir especulaciones acerca de si lo que me sucede se debe a una trama del club o a intereses no del todo claros. En fin...

Durante estos días ha nevado en Toronto. Entre una cosa y otra, me he quedado en casa descansando al máximo. He visto el partido que el equipo desgraciadamente perdió en Cleveland a través de la RaptorsTV, un canal de televisión por cable dedicado las 24 horas a nuestro club, y también el que ganó a los Bulls aquí en Toronto y en el que José estuvo sensacional. Si todo va bien, espero poder acercarme el miércoles al pabellón para ver el partido que nos enfrentará otra vez a los Grizzlies de Pau y Juan Carlos. La lástima es que, al igual que nos pasó a nosotros cuando viajamos a Memphis, ellos llegarán esa misma madrugada desde Nueva Jersey. Verlos de nuevo me animará. Seguro.

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