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Conflicto entre Washington y Ankara

El genocidio armenio abre una grieta entre EE UU y Turquía, un aliado clave

Ankara llama al embajador en Washington y amenaza con restringir el uso de las bases militares

Yolanda Monge

El genocidio armenio amenaza con emponzoñar las relaciones de EE UU con uno de sus aliados más sólidos, Turquía, que además es la pieza clave para alimentar al Ejército estadounidense en Irak. El Gobierno de George W. Bush ha saltado en tromba para minimizar la resolución del Comité de Exteriores de la Cámara de Representantes de condena al genocidio armenio, que entre 1915 y 1917 costó la vida a entre 650.000 y 1,5 millones personas. Turquía ha llamado a consultas al embajador en Washington y avisa que limitará el uso de las bases militares.

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A pesar de que la resolución del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EE UU no es vinculante, sino meramente simbólica, sus consecuencias podrían ser una bomba de relojería. Ankara ya ha dejado claro que si la resolución queda aprobada por el pleno de la Cámara -siguiente paso-, reconsiderará su apoyo a la guerra contra el terrorismo de la Administración de Bush.

La grieta abierta con Turquía iría mucho más allá del mero enfrentamiento con un aliado. Por Turquía entra nada menos que el 70% del transporte aéreo de mercancías destinado al Ejército estadounidense en Irak y un 30% del combustible, según altos cargos de la Administración de Bush, que tiene poder para vetar las iniciativas del Congreso. "Los comandantes del Ejército creen que el acceso a estas carreteras y a este espacio aéreo ha quedado en riesgo

[tras la resolución del comité]", dijo ayer el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates.

Y Turquía podría restringir el uso de la estratégica base estadounidense de Incirlik (sur de Turquía) y el paso a través del puesto fronterizo de Habur, clave para las tropas de EE UU. Por si no fuera suficiente, la ruptura podría alentar la anunciada incursión militar turca en el Kurdistán iraquí para perseguir a la guerrilla kurda, lo que empeoraría todavía más la situación de Irak precisamente en la zona más tranquila y afín a Estados Unidos.

"Esta inaceptable decisión del comité no tiene validez ni respetabilidad para el pueblo turco. Algunos políticos de EE UU sacrifican los grandes asuntos por pequeños juegos de política interna", afirmó el presidente turco, Abdulá Gül. Ayer mismo, Ankara convocó a su embajador en Washington, otro signo de la gravedad de la situación.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Turquía se sumó a las filas de la guerra contra el terror y reforzó su papel de aliado fiel de Washington, compartiendo espionaje con su Gobierno y controlando el tránsito de sospechosos de terrorismo. Su papel es muy importante. No sólo porque es un país musulmán -es el único país musulmán miembro de la OTAN y alberga una de las bases más valiosas de la Alianza por la proximidad con Oriente Próximo-, sino porque además Turquía comparte frontera con dos países que Washington acusa de promover el terrorismo, como Irán y Siria. Además, comparte con Irak una región con mayoría kurda, a la que Ankara acusa de ser benevolente con la guerrilla separatista.

La secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, realizaba ayer una llamada a la sede de la presidencia turca para expresar su "profunda decepción" con la resolución aprobada por los demócratas. Según el portavoz de este departamento, Sean McCormack, EE UU se enfrenta "a un gran daño en las relaciones con Turquía y a una crisis en sus intereses en Europa y Oriente Próximo".

"Mientras la Cámara debate sobre el Imperio otomano, no avanzan en temas de verdadero interés para nuestros ciudadanos", declaraba el subsecretario de prensa de la Casa Blanca, Scott Stanzel.

El embajador turco en EE UU, citado de urgencia en Ankara, ya ha anunciado un "punto de inflexión" en las relaciones diplomáticas de ambos países, calificando el asunto de "un movimiento injurioso para los ciudadanos turcos". En Turquía, donde el mero debate sobre el genocidio armenio es todavía tabú -la versión oficial considera que los muertos son producto de la guerra civil-, llovieron condenas unánimes desde todos los sectores.

El Gobierno turco emitió un comunicado dejando clara la importancia que concede al asunto: "[La resolución] es un movimiento irresponsable que en tiempos tan sensibles va a hacer más difíciles las relaciones con un amigo y un aliado, con una asociación estratégica construida durante décadas".

No es ésta la primera vez que el genocidio armenio convulsiona al Congreso de EE UU. Ni la primera que salpica a los presidentes del país, de ambos signos políticos, republicanos y demócratas. Ronald Reagan ha sido el único presidente que públicamente calificó de genocidio la matanza de armenios. Pero desde entonces, sus sucesores en el cargo han huido del término. Cuando el tema volvió a surgir en el año 2000, una resolución similar obtuvo el apoyo del Comité de la Cámara, pero el entonces presidente, Bill Clinton, persuadió al portavoz republicano, Dennis Hastert, para que retirase la medida antes de que la pudiera votar la totalidad de la Cámara.

Miembros del Partido de los Trabajadores, de izquierda, protestan con una bandera turca contra la resolución de EE UU sobre el genocidio armenio.
Miembros del Partido de los Trabajadores, de izquierda, protestan con una bandera turca contra la resolución de EE UU sobre el genocidio armenio.AP

¿QUÉ ES GENOCIDIO?

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Una veintena de países reconocen el genocidio armenio, como Francia, Italia, Canadá, Rusia y Argentina, además del Parlamento Europeo y el Parlamento vasco

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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