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Rumanos sin jornal en Llanos del Caudillo

Elena G. Sevillano

Se acabó el trabajo en Llanos del Caudillo. Al menos para los rumanos que llevan meses acampados junto a este pueblo castellanomanchego, a 68 kilómetros de Ciudad Real. El alcalde, Santiago Sánchez Morena (PSOE), denunció ayer la existencia de un asentamiento en el que unas 300 personas -en su mayoría rumanos de etnia gitana- viven en una situación "calamitosa", sin agua ni electricidad. En el pueblo, de 729 habitantes, hay "preocupación"por el "comportamiento incívico" de los temporeros, que acuden hace años a la zona para trabajar en la recogida de las cosechas. Ahora, además, los agricultores han dejado de contratarles por miedo a las inspecciones de trabajo.

"El campamento tiene que desaparecer", reclama el alcalde. No sólo por las condiciones "insalubres" en las que viven varias decenas de niños. También, según denuncia Sánchez Morena, porque en el pueblo se han producido tres hurtos en casas de personas mayores y porque miembros del asentamiento "conducen de forma temeraria, consumen mucho alcohol y hacen sus necesidades en la plaza del pueblo". Ninguno de esos hurtos ha sido denunciado, según la Delegación del Gobierno en Castilla-la Mancha y el propio alcalde, por "temor a represalias".

Algunos temporeros ya han abandonado el pueblo. Es lo que pretendían las autoridades cuando, a principios de agosto, enviaron a varios inspectores de Trabajo para comprobar las condiciones de contratación. A la espera de que se tramiten los expedientes, descubrieron que 14 empresas podrían tener a 120 personas trabajando de manera fraudulenta, según la Delegación. "Ahora los empresarios no se arriesgan a contratar sin permiso de trabajo", corrobora el delegado del Gobierno, Máximo Díaz-Cano.

Demanda cubierta

En los campos de Llanos esperan a ser recogidos melones, sandías, cebollas y pimientos. "Aquí sólo necesitamos entre 70 y 80 personas", afirma el presidente de la cooperativa Los Llanos, Paco Navas, que agrupa a la mayoría de agricultores del pueblo. Este año, por primera vez, una empresa les ha conseguido a 53 trabajadores con permiso de trabajo, casi todos lituanos, que el Ayuntamiento aloja en instalaciones construidas especialmente para los temporeros. Con una parte de la demanda de mano de obra cubierta y el miedo a las inspecciones -tres o cuatro sólo en agosto, según Navas- ya no hay jornal para los rumanos del campamento.

La Delegación asegura que sólo quedan 40 personas en el asentamiento y que lo único que puede hacer es enviar "presencia constante de la Guardia Civil para evitar que se produzcan enfrentamientos". Ayer, hacia las cinco de la tarde, un vecino de Llanos veía desde su ventana a medio centenar de rumanos en la plaza del pueblo, matando el tiempo. "Es muy triste que vivan en esas condiciones. Si no fuese por ellos, no se recogerían las cosechas, pero han dejado de llamarles. Sin trabajo, tendrán que irse", relataba.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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