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Reportaje:CONSAGRADOS Y NOVATOS

"La moda es muy peligrosa"

Antonio Miró advierte a Txell Miras de los duros altibajos del negocio de la costura

Elsa Fernández-Santos

Es verano, pero hoy nada de colorines. Dos generaciones de diseñadores de moda, Antonio Miró y Txell Miras, lo tienen claro: estamos en un país de blanco y negro, por la luz y por la cultura. Antonio (o Toni) Miró opta por el look inmaculado integral: camisa, pantalón y bambas blancas. Adicto al minimalismo ("por fortuna y por desgracia", dice), el diseñador asegura que le repele cualquier gesto fashion en su propio atuendo. Txell Miras, toda de negro, advierte que no se han puesto de acuerdo: "Es que casi siempre voy de negro; tengo mala relación con los colores".

"El blanco y el negro son los que más se venden", explica entonces Miró. "El color es para las prendas trampa, las que atraen la mirada de las clientas cuando entran en una tienda, pero luego, venderse, se vende mucho más el blanco, el negro y, quizá, el rojo".

Txell Miras es una joven diseñadora a la que Miró admira pero no conoce personalmente; acude a la cita el día después de los desfiles de la nueva pasarela 080, en el que ambos creadores catalanes se han embarcado. El encuentro se retrasa y durante la espera Miró explica que le interesa mucho la mirada "obsesiva y conceptual" de la joven creadora.

A sus 31 años, Miras entra en escena con botines, un corsé en forma de falda y camiseta de tirantes. Su rostro aniñado tiene un ligero tinte torturado. La menudez y delicadeza de la joven diseñadora despiertan la admiración de Miró. "En su trabajo hay estilo, seriedad y autoexigencia". "Eres austera", le dice más directamente. "Y dominas los volúmenes. Quizá me equivoco, pero eres ambiciosa y a la vez buena persona". Txell Miras se sonroja. A su lado, su mano derecha, Iván Caparrós, pide disculpas por inmiscuirse en la conversación: "La has clavado. Sólo te falta una cosa: su humildad".

Miró, modista clave en la moda masculina de los ochenta, habla abiertamente y, sin darse importancia, comparte su experiencia con los recién llegados: "La moda es muy peligrosa, está llena de altibajos; la relación acaba siendo de amor-odio, se sufre mucho y el trabajo es durísimo. Siempre estás a punto de arruinarte". "Yo", confiesa, "me he arruinado dos veces. Ahora estoy saliendo de la segunda caída. Se mueve mucho dinero, pero es un globo. Y si se pincha...". "¿La causa de mi ruina? Que soy gandul y dejo en manos de otros lo que a mí no me gusta hacer. Hay que tener cabeza de empresario y de diseñador. Y yo, de empresario, poco. Pero en este negocio, la parte creativa no es lo único que importa. Y tienes que aprender sobre la marcha a ser algo en lo que ni siquiera habías pensado".

La obsesión de Txell Miras es conservar la libertad creativa, no renunciar a sus principios. Dice que no renuncia a su fuerte vocación artística, y por eso ve sus diseños más como esculturas que como ropa. "No sé si haré siempre moda u otra cosa". Miró, con una honestidad que no juega a ser autocomplaciente, le explica que por desgracia a veces no queda otro remedio que ceder. Hay que mantener a los hijos, a los empleados, y uno puede equivocarse. "Pero, además, un diseñador debe atreverse con cosas. Yo animo a salirse del camino, a aceptar retos creativos: relojes, ropa interior. ¿Por qué no? Puede ser divertido y se puede aprender algo diferente".

Dicen que sus propuestas van a una minoría, pero una minoría que existe y que hay que alimentar. Hartos de la tiranía de las tendencias y de las marcas, buscan su sitio en un territorio movedizo. "En los sesenta y setenta todo lo que era marca estaba pasado de moda. Ahora la marca está otra vez de moda. Marcas en los accesorios y ropa barata a la que puede acceder todo el mundo", explica Miró. "A mí el glamour, lo sexy, no me interesan", dice Txell Miras. "Mi concepto del cuerpo y de la belleza es muy distinto al que impera ahora mismo. En cualquier caso", añade, "nunca hay que olvidar que la mitad de la gente se ríe de la otra mitad",

Discuten entonces por el uso de botones. A Miró no le gustan, quita todos los que puede. "Pues a mí me encantan, pongo muchos", dice ella. Txell Miras se agarra a su individualidad. Y Miró la aplaude por ello. Ella le devuelve el halago: "Falta gente que crea en los que llegamos. El enriquecimiento debe ser mutuo".

TXELL MIRAS

Txell Miras trabaja entre Barcelona y Milán. Desde 2003 forma parte del equipo del diseñador Neil Barret, y desde 2004 tiene su propia marca, llamada Txell Miras. Su última colección, presentada en julio en la plataforma 080, se titulaba Reading... Orlando. Blanco y negro para un desfile de alta ambigüedad sexual. En otra ocasión, las modelos desfilaban marcha atrás o lo hacían tapadas con fotografías de sus pechos y sus pubis desnudos. Un desfile, dice ella, es una expresión artística.

ANTONIO MIRÓ

Hijo de un comerciante de tejidos, Antonio Miró se considera un autodidacto que acabó dedicándose a la moda como podría haberlo hecho a la poesía o a la música. Su nombre va ligado al traje masculino, a un estilo mediterráneo que fue hegemónico en los mejores años de la llamada moda española. Lleva más de treinta años en el oficio de diseñador y ha conocido lo mejor y lo peor de su industria. Ahora, dice, quiere volver a ser "pequeño", volver a sus orígenes.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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