Tamudo crucifica al Barça
El capitán del Espanyol igualó en la última jugada los dos tantos de Messi, cuya actuación evocó de nuevo a Maradona
Tenía el Barça dos partidos en la cabeza y no ganó ninguno, así que la Liga seguramente acabará en Madrid. Demasiado peso para un equipo azulgrana tan frágil. A lo que se ve, no hay jugador capaz de cambiar la dinámica, ni aun cuando se llame Messi. Si Maradona se bastó para ganar un Mundial, al Barcelona no le alcanzará seguramente con Messi para revalidar el título. La Pulga tiene definitivamente los pies de Diego, como bien sabe el Getafe, y la mano de Dios, tal como se apreció en el derby del Camp Nou. Ocurre, sin embargo, que el Barça no es Argentina, y ayer cedió en la última jugada un empate que arruinó el edificio que había levantado a partir de la momentánea caída del Madrid en Zaragoza. El derby fue, al fin y al cabo, un retrato de la temporada. Nuevamente se acomodaron los azulgrana cuando habían tomado ventaja, y un partido más salieron trasquilados. Acostumbrados a tirar la Liga cada jornada, ayer lo hicieron en un minuto. Al Espanyol le queda en cualquier caso el honor de haber firmado prácticamente la rendición barcelonista en el Camp Nou. Tamudo, en una actuación sensacional, empató al mismo tiempo que Van Nistelrooy igualaba en La Romareda, y la Liga quedó como estaba.
BARCELONA 2 - ESPANYOL 2
Barcelona: Víctor Valdés; Zambrotta, Thuram, Puyol, Gio (Oleguer, m.45); Xavi, Iniesta, Deco; Messi, Eto'o y Gudjohnsen (Motta, m. 76). No utilizados: Jorquera, Márquez, Belletti, Giuly y Ezquerro.
Espanyol: Kameni; Lacruz, Torrejón, Jarque, Chica; Moisés Hurtado (Ángel, m. 60), De la Peña; Corominas (Jônatas, m. 63), Luis García, Riera (Rufete, m.41); y Tamudo. No utilizados: Gorka, Velasco, Julián e Ito.
Goles: 0-1. M. 29. De la Peña habilita a Tamudo para que marque con un remate preciso por alto y a la escuadra. 1-1. M. 43. Messi remata con la mano izquierda un rechace de Chica en el área blanquiazul. 2-1. M. 56. Messi, desde el vértice derecho del área pequeña, tira cruzado y raso tras un precioso pase al hueco de Deco. 2-2. M. 89. Tamudo, escorado en la punta derecha del ataque, recibe un pase de Rufete y cruza por bajo.
Árbitro: Rodríguez Santiago. Mostró la tarjeta amarilla a De la Peña, Gio, Luis García, Tamudo, Deco y Moisés.
Camp Nou. Unos 90.000 espectadores.
El capitán blanquiazul abrió y cerró el marcador con dos tantos estupendos
El delantero argentino marcó un gol con la mano en un partido volcánico
Aunque ha mantenido la condición de invicto en su estadio desde la salida hasta la meta, la inestabilidad del Barça ha sido tan manifiesta durante la temporada que se refleja en cada alineación de Rijkaard, difícil de descifrar futbolísticamente. Ausente Ronaldinho, al entrenador le dio por recuperar a Gudjohnsen, un futbolista la mayoría de veces intrascendente y que ayer partió como titular en un partido decisivo. Atacaban los azulgrana sin jugadores de banda, mientras los tres pequeños se repartían la divisoria.
Falto de consistencia y mal parado, el Barcelona ni cerraba ni llegaba bien, expuesto en cada contra, bien defendido por el juez de línea, convertido en su mejor zaguero, empeñado como estaba en señalar fuera de juego en cada transición blanquiazul. Vertical, directo y ambicioso, el Espanyol elaboraba mejor el juego, lo Pelat tiraba estupendamente la línea de pase y los delanteros recibían la pelota en situación de ventaja. Acababan los españolistas las jugadas, mientras que los barcelonistas sólo contaban córneres, signo inequívoco de su fútbol descabezado, confuso, por no decir barroco, y siempre precipitado.
El partido respondía a los biorritmos de ambos equipos. Liberado de obligaciones, el Espanyol se encontraba ante una ocasión única para resolver la suerte de la Liga. Nada puede resultar más estimulante para un hincha periquito que eliminar al Barça de la disputa del título con un triunfo en el estadio azulgrana después de un cuarto de siglo de abstinencia. La carambola soñada toda la vida. El gol de Tamudo expresó el optimismo blanquiazul. Aguantó De la Peña el balón hasta que el ariete ganó la espalda de Thuram y Puyol, y cuando el capitán estuvo perfilado, el volante le filtró un pase interior preciso y precioso para que Tamudo rematara a la red.
Jugaba el Espanyol al espacio,con la elegancia y suavidad de un Rolls, mientras el Barça conducía malamente el cuero, como quien enfila una cuesta, demasiado exigido y ansioso, necesitado del triunfo, espantado por una derrota terminal. Así las cosas, los azulgrana se encomendaron a Messi, decidido a seguir los pasos de Maradona hasta el último detalle aunque sea por capítulos. La Pulga gambetea como Diego y palmea como Dios. Anoche, al ver que no llegaba con la cabeza, estiró el brazo en un rechace de Chica y su remate fue tan plástico y armonioso que el árbitro lo dio por bueno.
Messi repitió después habilitado por Deco y el Espanyol pareció desquiciarse ante tanta desdicha y la mala saña arbitral. Estimulado por las noticias que llegaban de La Romareda, donde el Madrid perdía con el Zaragoza, el Barça se condenó en un ejercicio que resumió su curso. Incapaces de asegurar el triunfo y el liderato, se confiaron a destiempo en la defensa de la victoria y tomaron un segundo gol de Tamudo en el Camp Nou y otro de Van Nistelrooy en Zaragoza. Nadie podrá criminalizar al capitán blanquiazul, ya convertido en el mejor goleador de la historia periquita (112 goles), ni tampoco al Espanyol, sino que el Barcelona se suicidó de la forma más cruel posible para sus seguidores en una jornada maquiavélica. El Barça no tiene perdón de Dios por más que Messi se parezca a Maradona.
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