La guerra, mejor en miniatura
Se abre en Valencia el mayor museo del mundo de soldaditos de plomo
Napoleón solía emplear soldaditos de plomo. No sólo para sujetar los extremos de los mapas con tendencia a enrollarse, sino para visualizar también su estrategia bélica. Lucotte era su proveedor. Y uno de los primeros fabricantes de las pequeñas figuras, objeto de una tradición minoritaria pero perenne, a la que Valencia insufla una renovada energía. Hoy se inaugura el mayor museo del mundo de soldaditos de plomo, formado por más de un millón de piezas, entre ellas algunas de Lucotte y de los artesanos austriacos y alemanes que se disputaban con los franceses el origen de este universo en miniatura que encontró un filón en la multiplicación de ejércitos y uniformes.
Un millón de figuras integran la colección reunida por el empresario Álvaro Noguera
Pero hay mucho más en el nuevo L'Iber Museo de los Soldaditos de Plomo que la recreación de grandes contiendas. Junto a las 10.000 figuritas, enclavadas en una fiel topografía, que representan la batalla de Almansa de la Guerra de Sucesión europea, librada entre los seguidores castellanos y franceses de Felipe de Anjou y los del archiduque Carlos (Austria, Inglaterra, Holanda y Portugal); hay escenas cotidianas de la prehistoria, de Grecia, de Roma (como el asesinato de Julio César) o Egipto antiguas, e incluso escenificaciones íntimas subiditas de tono que obedecen, en cualquier caso, al "rigor histórico".
Es el criterio que rige la colección del museo, según afirmó ayer su director, Alejandro Noguera Borel. Rigor para enseñar deleitando justo cuando "decae el estudio de las Humanidades", agregó. De momento, se han abierto 10 salas del palacio gótico familiar, emplazado en el centro histórico, para albergar 60.000 figuras del riquísimo fondo del museo promovido por la Fundación Libertas 7.
"Que cómo se sentiría mi marido, pues mi feliz, claro, aunque conociéndolo, seguro que pondría pegas, porque era muy detallista", comentó Agnès Borel, presidenta de la fundación y viuda del que fue empresario y consejero de PRISA Álvaro Noguera, fallecido el pasado año. Él fue el artífice de la colección de soldaditos no sólo de plomo. Su padre le regaló de niño las primeras figuras y ya no dejó de sumar. Compró en caras subastas de Sotheby's o Christie's y en baratos mercadillos de numerosas ciudades del mundo; adquirió la notable colección que el mutimillonario Forbes tenía en Tánger; y mandó realizar reproducciones exactas, en las que no faltaban incluso la hoja del tricornio de los soldados austriacos. Sus hijos jugaron y crecieron con los soldaditos y ahora han plasmado, junto a su madre, el sueño del coleccionista, un museo privado para todos que irá mostrando, ampliando y actualizando sus fondos hasta escenificar, por ejemplo, la Guerra de Irak, y "esperemos que ninguna más", apostilló el director. Hoy se inaugura sin la presencia confirmada de ningún cargo institucional y político del PP.
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