Ayudas al arte, más allá de la jota aragonesa
Si yo fuera alcalde de Zaragoza necesitaría muchos asesores buenos, porque lo mío no es la política, sino la danza. En muchos ámbitos no cambiaría nada de lo que ha hecho el actual alcalde. Buen ejemplo de su respetable gestión es el haber conseguido para la ciudad la Exposición Internacional de 2008, logrando así un notable acierto, que representa una excelente oportunidad de proyección mundial y de difusión cultural. Al ser aragonés me siento orgulloso de este importante logro.
Pero volviendo al ámbito de lo imaginario, lo que yo haría desde el sillón del Ayuntamiento zaragozano sería, sin duda, potenciar la danza en una ciudad en la que hay una cantera inagotable de buenos bailarines de la que surgieron, entre otros, Trinidad Sevillano, Arantxa Argüelles o Amaya Iglesias. Y, a pesar de que el Teatro Principal de Zaragoza es muy bonito, las dimensiones que la ciudad está alcanzando propician y casi obligan a la construcción y puesta en funcionamiento de un gran Teatro de Ópera, digno y polivalente, con una compañía estable. Esto sería probablemente uno de los puntos estrella de mi programa electoral.
Sin olvidar el aumento de las concesiones de ayudas a los foros de cultura, para que se programaran más espectáculos de danza, y más becas para que que los que quisieran dedicarse al baile pudieran hacerlo. Pero, sobre todo, volvería a crear un Ballet de Zaragoza, en el que el talento y la creatividad fueran las principales directrices, y que se convirtiera en bastión del arte zaragozano, que va mucho más allá de la jota aragonesa.
Si yo fuera alcalde, se me quedarían cortos los días y los recursos para poner en pie todos los proyectos culturales que tengo en la cabeza. Crearía, en un lugar bonito, cerca de un parque y del río Ebro, un centro integral de danza donde los chavales que cuentan con menos recursos pudieran convivir, bailar y aprender todos los matices de la dura carrera del bailarín, creando así la Casa de la Danza. Es un sueño que tengo desde hace mucho tiempo y ¿por qué no cumplirlo en Zaragoza, mi tierra, donde empecé a bailar con la gran maestra María de Ávila y donde me enamoré de los escenarios, la música y la magia del teatro?
Hace mucho que me tuve que marchar fuera de Zaragoza por motivos profesionales, pero siempre la llevo en el corazón. Aunque, para ser sinceros, no me imagino siendo alcalde de ningún sitio, eso se lo dejo a los políticos. Lo mío, como he dicho, es la danza...
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