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Crónica:Fútbol | Copa de la UEFA: vuelta de las semifinales
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Sevilla no tiene techo

El equipo de Juande Ramos defenderá su título de la Copa de la UEFA tras superar a Osasuna en un partido apasionante

El Sevilla se acercó ayer un poco más a una de las metas que se propuso a principios de curso, y que entonces tan sólo parecían el sueño loco del forofo o incluso una huida dialéctica hacia adelante. El equipo de Juande Ramos se impuso a Osasuna en una eliminatoria emocionante y apasionada y se enfrentará en la final de la UEFA al Espanyol el 16 de mayo en Glasgow. Sevilla y Osasuna parecen incapaces de ofrecer otra cosa cuando están frente a frente.

Cuando se ven las caras, que nadie apueste por uno u otro por el momento de forma por el que puedan estar pasando. Que apueste por la emotividad, por la pasión del fútbol.

SEVILLA 2 - OSASUNA 0

Sevilla: Palop; Alves, Javi Navarro, Escudé, Puerta; Renato (Aitor Ocio, m. 88), Poulsen, Martí, Adriano (Duda, m. 27); Kanouté y Luis Fabiano (Kerzhakov, m. 73). No utilizados: Cobeño; Maresca, Jesús Navas y Chevantón.

Osasuna: Ricardo; Izquierdo (Muñoz, m. 83), Cruchaga, Cuéllar, Corrales; Nekounam; Juanfran (Delporte, m. 71), Puñal (Valdo, m. 61), Raul García, David López; y Webó. No utilizados: Elía; Flaño, Josetxo y Milosevic.

Goles: 1-0. M. 37. Luis Fabiano remata por debajo de las piernas de Ricardo dentro del área. 2-0. M. 52. Centro de Alves que Renato, sin dejarla caer, remata con la izquierda.

Árbitro: Graham Poll (Ing.). Amonestó a Duda, Cuéllar, Nekounam, Muñoz y Escudé.

45.500 espectadores en el Sánchez Pizjuán.

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La alineación del Sevilla enarcó alguna ceja cuando la repartieron en papel por la grada, y erizó muchas cabelleras cuando se distribuyó por el terreno de juego. De hecho, la cosa no arrancó hasta que se le gripó una pieza. Juande Ramos ha ofrecido algunas variables tácticas de lo más variopinto a lo largo de su trayectoria en el Sevilla, pero casi siempre había apostado por su sistema de bandas afiladas y vertiginosas. Anoche las maquilló tanto que no había quien las conociera. El juego sevillista cargó por el centro, con Kanouté y Luis Fabiano encargados de clavar en el suelo a Cruchaga y Cuéllar, y con Renato incrustado en el medio para alimentar las subidas por las bandas de Puerta y Alves, cuando les resistía el fuelle, porque el sacrificio táctico de ambos fue inmenso. Atrás, Poulsen se pegó con cola a Raúl García, mientras que a Webó se lo repartían entre Javi Navarro y Escudé. Y Martí corría y corría para cubrir un verdadero océano de césped. No es que Juande rompiera la baraja, es que la hizo trocitos y se la comió.

El comienzo del partido fue bravote, con el Sevilla acostumbrándose a cumplir y a colocarse según se lo habían dicho en la caseta y con Osasuna sacando pecho de lata para meter miedo con la ventaja que se traía de casa. Raúl García se merendó a Poulsen en la banda derecha, avanzó un poco más y centró a Puñal, que se lió a la hora de disparar desde la frontal del área. Incomprensiblemente, fue aquélla la única vez que los de Ziganda exploraron las bandas, ayer más expeditas que nunca en el Sevilla.

A falta de juego colectivo, Kanouté, Luis Fabiano y Puerta se inventaron algunas ocasiones de mérito pero que aún no erosionaban a la roca osasunista. Y entonces se rompió Adriano, que pagó con un tirón en carrera un esfuerzo previo para rebañarle la pelota a David López en el interior del área. Al brasileño le sustituyó el portugués Duda, el Sevilla se estiró a lo ancho y Renato explotó. El brasileño encontró su sitio y empezó a repartir balones allá donde se los pedían o merecían recibirlos. Primero amenazó Kanouté con una internada que Cuéllar evitó que fuera gol, y posteriormente Luis Fabiano fue el más listo en una confusa jugada en el área y acertó a empujar la pelota por donde Ricardo no se lo esperaba.

Osasuna acusó el gol de una manera mayúscula y sus temores ayudaron al arreón sevillista, que estuvo a punto de acabar en un nuevo gol con un remate de cabeza flojito de Kanouté a menos de medio metro de la línea de gol.

Tras el descanso, a los sevillistas se le habían acabado las dudas y comenzaron a jugar su mejor fútbol. Y su estilo. Así, apenas un minuto después del pitido que ordenaba comenzar la segunda mitad del duelo, Renato levantó la cabeza y, desde más de 30 metros, se marcó un pepinazo que salió rozando el palo derecho de Ricardo. Osasuna también salió con algo más de aire tras el descanso y comenzó a elaborar sus jugadas más favorecedoras. Así, Webó tiró desde lejos con bastante peligro. Pero tras la demostración de fuerza de los osasunistas, llegó la de calidad de los brasileños del Sevilla: Alves metió un fenomenal pase a la espalda de los centrales rojillos y Renato remató sin dejarla caer.

El golazo despertó el fútbol y el césped hirvió. Ziganda sacó a Valdo, aun cuando tenía a Milosevic en el banquillo, y retrasó a Raúl García, por lo que sus ataques ganaron en profundidad. Cada carrera de los sevillistas, cada saque bombeado de los osasunistas podía valer una final. Porque a Osasuna le valía un gol, el 2-1, por el valor doble de los tantos fuera de casa. Webó casi lo logra con un cabezazo al palo. El fútbol se celebró a sí mismo con la entrega de ambos conjuntos en una pelea vital, confusa, emocionante, espectacular, que nadie sabe brindar como estos dos enemigos íntimos.

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