Mr. McCrum, inventor del penalti
Milford, un pequeño pueblo de Irlanda del Norte, homenajea al creador, en 1891, de una regla que revolucionó el fútbol
Seguramente Raúl no lo sabía cuando lo tiró a las nubes ante Francia, en los cuartos de final de la Eurocopa de Bélgica y Holanda. Ni Roberto Baggio, cuando le tocó lanzar el último frente a Brasil, en la final del Mundial de Estados Unidos. Djukic, muy probablemente, tampoco pensó en él antes de chutar flojito, manso, a las manos del portero, viendo cómo al Deportivo se le esfumaba la Liga en 1994. Pero todos le deben a William McCrum, el inventor del penalti, el honor de figurar con letras de oro en los anales de los fallos más célebres en la historia del fútbol. Y quizás a estos jugadores no les apetezca asistir, pero casi 120 años después de su ingeniosa creación, Mr. McCrum está a punto de recibir un homenaje póstumo en la tierra que le vio nacer.
Milford es un pueblecito de apenas 400 habitantes situado en el condado de Armagh, en Irlanda del Norte. Rodeada de manzanos y de verdes colinas, se encuentra esta villa de casas de estilo victoriano, de ladrillo rojo y tejados de pizarra. Se levantó a mediados del siglo XIX gracias a Robert Garmany McCrum, un adinerado empresario dedicado a la industria del lino. A William, su único hijo, nunca le interesó demasiado el negocio familiar. Lo que de verdad le gustaba era el deporte, el cricket y el fútbol, en particular. Así que Master Willie, como le llamaban en el pueblo, dedicó sus esfuerzos a defender la portería del equipo local, el Milford Everton.
En esos tiempos, el fútbol aún carecía de muchas de las reglas que hoy se consideran básicas. Todavía era un deporte que se practicaba entre gentlemen, en el que no se concebía que un jugador diera una patada a otro intencionadamente para cortar una acción. Pero, poco a poco, el juego iba ganando en agresividad y Master Willie, desde su portería, veía cómo se corrompía su pureza inicial. Fue entonces cuando desarrolló su idea y, alrededor de 1880, la puso en práctica en los partidos que el Milford Everton disputaba contra otros equipos del condado. En 1890 convenció a la Asociación del Fútbol Irlandés de que elevara su propuesta a la International Football Board, el organismo encargado de decidir y modificar las reglas. Al principio, la innovación fue acogida con escarnio entre los sabios futboleros de la época. Reconocer el penalti era admitir que había lugar para la trampa y algunos agoreros predijeron incluso que sería el final del juego fluido. Pero, finalmente, el 2 de junio de 1891 se adoptó la medida.
Hoy, los habitantes de Milford se afanan en los preparativos para honrar a su ciudadano más ilustre. Los planes de una inmobiliaria de construir encima del campo de fútbol en el que Master Willie tuvo su providencial ocurrencia mantuvieron en vilo a todo el pueblo. Pero, tras más de cinco años de lucha, se ha llegado a un acuerdo. "Los constructores y el condado de Armagh han decidido que los terrenos donde se pintó el primer punto de penalti serán respetados", explica Joe McManus, periodista, historiador y miembro de la Milford Community Development Association, organización impulsora del proyecto; "las autoridades han visto la posibilidad de convertirlo en una atracción turística que puede dar cierta proyección al pueblo. Por eso las casas se han construido reservando una pequeña porción de tierra, que se convertirá en un parque en honor de William McCrum".
Junto a McManus, otros miembros de la organización trabajan para que Master Willie tenga su debido reconocimiento. Entre ellos, Stephen Hyde, que tiene un interés especial en la iniciativa, ya que su bisabuelo Henry jugó en aquel Milford Everton de 1890. "Esperamos tenerlo todo listo para finales de agosto", comenta Hyde antes de aclarar en qué va a consistir el homenaje. "Hemos encargado un busto, un pedestal y unas placas que cuenten la historia del penalti. Después, pondremos unas luces que lo iluminen todo y así el nombre de William McCrum se verá bien claro", afirma.
La historia de Master Willie, sin embargo, no tiene un final feliz. Su bisnieto, el escritor Robert McCrum, editor literario del semanal británico The Observer, la conoció por casualidad. "En mi familia nadie me habló de él. Me enteré un día rebuscando entre los álbumes de fotos y después investigué en mi árbol genealógico", comenta desde su oficina en Londres. McCrum decidió entonces ir a Milford e indagar sobre su bisabuelo, ése que decían que había inventado el penalti. "Conocí a McManus y a los demás, y me lo explicaron todo. En realidad, es una historia bastante triste porque Master Willie murió solo, abandonado por su esposa y sin un penique. Era un jugador empedernido. Derrochó la fortuna familiar en los casinos de Montecarlo y se dio a la bebida. Falleció en una pequeña pensión en Armagh, justamente antes de las Navidades de 1932", relata; "pero, aparte de eso, me siento orgulloso de su invento. Seguro que voy este verano para ver su homenaje".
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