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Reportaje:

Un futuro híbrido

Los programas de la televisión convencional del futuro combinan géneros como la ficción y la telerrealidad

Los espectadores "inclinados" ganan terreno a los "reclinados". Los jóvenes están perdiendo interés por la televisión convencional, la que sólo obliga a disponer de un confortable sofá y un mando a distancia a mano para saltar de cadena en cadena. Los chavales quieren participar, jugar con los contenidos, difundir sus propias creaciones. Y quieren hacerlo cuando sientan el impulso, no a la hora que dicta el programador. Como el receptor del salón no se lo permite, se cuelgan de Internet, del teléfono móvil, del iPod...

Expertos de todo el mundo se reunieron esta semana en Madrid para debatir sobre las Tendencias de futuro en los contenidos y programas de televisión, una iniciativa de RTVE -enmarcada en los actos que celebran su 50º aniversario- y de la Fundación para la Investigación del Audiovisual (FIA) de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de Valencia. Gran parte de los profesionales allí reunidos -muchos, eso sí, parte interesada- presentaron argumentos que alejan el fantasma de la supuesta crisis del modelo de televisión tradicional.

El aumento de la competencia, tras la aparición de nuevas cadenas, como Cuatro y La Sexta, y la TDT en un futuro, "no es un síntoma de crisis, sino de lo contrario", sostiene Pablo Carrasco, director gerente de Programación y Contenidos de Televisión Española. Y los nuevos soportes electrónicos "no son una amenaza, sino una oportunidad de negocio". A quien hacen daño es a otras formas de ocio, prosigue Carrasco.

Eso sí, ante la multiplicidad de cadenas, cada una debe trabajar en definir su "personalidad", coinciden Elena Sánchez, directora de Contenidos de Cuatro, y Daniel Écija, uno de los responsables de la productora Globomedia y padre de comedias como Los Serrano. Y esa "personalidad" se construye, en gran medida, a partir de las series y los magacines que articulan la parrilla. Entre ellos, las grandes marcas a partir de las cuales se desarrollan nuevas ventanas de exposición. Es el caso actual de Operación Triunfo y Gran Hermano (ambas en Tele 5), que multiplican el negocio con las videollamadas, la interactividad a través de Internet o el móvil, las promociones discográficas...

¿Y en qué trabajan los creativos de televisión? En formatos en los que telerrealidad y ficción se dan la mano, donde varios programas se refunden e uno, desde el mismo punto de partida: la explotación de "los sentimientos y las emociones", explica Écija. Pero con calidad y originalidad, ante una audiencia cada vez más "profesionalizada", que sabe lo que quiere y lo exige, según Eduardo García Matilla, de Corporación Multimedia.

Algunas pinceladas de lo que acabará llegando a las pantallas españolas se pudieron ver estos días en la cita madrileña organizada por RTVE y FIA. Un ejemplo indiscutible de esa integración de géneros llegó desde Colombia, con Estrella de telenovela. Un reality-show y un culebrón se emiten en paralelo, y la audiencia, con sus votos, además de las consabidas expulsiones, decide sobre el desarrollo de la teleserie y el destino de sus personajes.

Sorted (de Australia) puede ser un falso documental, una comedia de situación o un reality, según se mire. Una cámara acompaña por Johanesburgo a Lionel Newton, mientras se cruza con personajes tanto reales como inventados.

Star stories (en la británica Channel 4) es una prueba de que la actualidad del corazón aún puede abordarse desde puntos de vista originales e irónicos. La comedia caricaturiza a los personajes populares a partir de las noticias que a diario publican los tabloides. Las de David y Victoria Beckham, Madonna y Guy Ritchie y Brad Pitt y Angelina Jolie son algunas de las parejas que parodia la serie.

Shouf shouf (holandesa, premio Ondas internacional 2006) aborda en tono de comedia la emigración. Los protagonistas son una pandilla de amigos marroquíes, y su esfuerzo por adaptarse y crecer en una gran ciudad europea.

El australiano Chris Lilley interpreta en We can be heroes a diversos candidatos a la elección de ciudadano del año. Lilley, muy bien caracterizado y en ocasiones irreconocible, se burla de estas competiciones con un ácido sentido del humor.

La docu-realidad, otro género en alza en sus múltiples interpretaciones, estuvo representada en Madrid por la británica My life as a child, de BBC 2, donde 21 niños graban con pequeñas cámaras digitales cómo ven su mundo y el de los mayores. En otro plano diferente se mueve el holandés Spuiten en slikken, magacín divulgativo en el que las drogas -un reportero se encarga de probar los efectos de los estupefacientes- y las preferencias sexuales de la audiencia son el objeto del espectáculo.

En la categoría de realities de superación personal, estremecía la epopeya de Brain Damadj'd Take II. Un director de vídeos musicales sobrevive a un accidente de tráfico que le deja graves secuelas diagnosticadas como irreversibles. El protagonista demuestra que nada es definitivo, y vuelve a escalar escarpadas pendientes.

Desde Corea del Sur llegó una de las propuestas más paradójicas, 20 days without television, una observación del poderoso influjo de la televisión a través de una familia que se compromete a vivir tres semanas con el receptor apagado.

Un amplio y variado menú para los espectadores habitualmente "reclinados" para aguantar despiertos esa media de 3,5 horas diarias que los europeos pasan frente al televisor.

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