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Reportaje:

Un jefe de la Camorra anda suelto

Una dilación judicial deja libre en España al supuesto 'capo' Raffaele Amato

El presunto jefe camorrista Raffaele Amato, conocido en ambientes criminales como Lo Spagnolo, es ahora un hombre libre. Fue detenido en la noche del 26 febrero de 2005 en Barcelona, acusado de pertenencia a una organización mafiosa. Pero, tras pasar 14 meses en cárceles españolas, salió en libertad por haber cumplido el plazo máximo de prisión preventiva contemplado por la legislación italiana. Fuentes policiales de ambos países coinciden en creer que Amato sigue viviendo en España, probablemente en tierras catalanas.

El presunto peso criminal de Amato hace todavía menos comprensibles las razones por las que pudo escurrirse de la malla policial y judicial. Amato fue un hombre clave en el crecimiento del Directorio Di Lauro, una alianza de varios clanes de la periferia de Nápoles liderado en la última década por Paolo Di Lauro, uno de los más reconocidos jefes mafiosos. Raffaele Amato, considerado como uno de sus lugartenientes, adquirió peso en la alianza hasta convertirse en el responsable de la importación de droga en el sistema creado por los Di Lauro.

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Los equilibrios de poder en ese conjunto de clanes se mantuvieron estables mientras Paolo di Lauro permaneció al mando. Pero cuando, cada vez más cercado por las investigaciones policiales, el patriarca pasó las riendas a su hijo Cosimo, los equilibrios internos en la red mafiosa saltaron. Amato, enfrentado a un sistema de gestión en el que temía verse marginado, se instaló definitivamente en Cataluña. En la segunda mitad de 2004, una coalición de capos descontentos con el nuevo rumbo de la alianza mafiosa -los Scissionisti, también conocidos como Spagnoli)

- desencadenó un tremendo ajuste de cuentas, que en pocos meses dejó 70 muertos en las calles de Nápoles.

La coalición de los Scissionisti salió ganadora de la guerra interna en el seno de los clanes mafiosos, y consolidó su posición de fuerza en el fragmentado escenario camorrista napolitano. Fuentes italianas estiman también notable su presencia en España, sobre todo en la inversión de ingentes sumas de dinero procedente de los negocios ilícitos, a través de empresas legales. Pero los Spagnoli limitan al máximo su actividad delictiva en España, para no atraer investigaciones que les pongan en peligro.

La detención de Amato en febrero de 2005 fue saludada en el país transalpino con profunda satisfacción. El arresto culminaba una oleada de capturas llevadas a cabo en la provincia de Nápoles, tras la sangrienta guerra a la que se habían entregado los clanes camorristas. Giuseppe Pisanu, ministro del Interior en el Gobierno de Berlusconi, no dudó en definir a Amato el líder de los Scissionisti. Por eso, el golpe policial fue valorado como una señal de que el Estado italiano iba por el buen camino en el intento de "ganar la lucha contra la Camorra". La operación, ejecutada en Cataluña por los Mossos d'Esquadra, también era un ejemplo de eficaz colaboración entre España e Italia.

La policía autonómica explicó en su día que Amato estaba acusado de ser dirigente de una asociación mafiosa. Eso, en Italia. Porque en España, este personaje "muy peligroso y violento", según algunos, no tenía ninguna causa pendiente. De ahí su relativa calma. Según fuentes conocedoras del caso, la única inquietud que demostró fue la posibilidad de ingresar en una cárcel del país transalpino. "Si me llevan a Italia, soy hombre muerto", se lamentó Amato, según las fuentes aludidas.

Un año más tarde, lo que había sido presentado como un éxito policial se convirtió en el símbolo de las dificultades del engranaje anti-Camorra. Mientras se tramitaba la extradición solicitada a las autoridades españolas, fue corriendo el plazo previsto por la legislación italiana para mantener a Amato en prisión provisional: un año. A los 365 días exactos de la detención en Barcelona, el 26 de febrero pasado, un tribunal de Nápoles se reunió para celebrar una vista sobre el caso Amato. En primera instancia, se decidió que la celebración de esa vista bastaba para interrumpir el plazo máximo de la prisión preventiva y, por lo tanto, para conservar al detenido a buen recaudo en España. Pero su abogado apeló a un tribunal superior de Nápoles y éste aceptó el recurso, en el sentido de que el plazo legal había sido rebasado. A la vista de que el país que le reclamaba dejaba sin efecto la solicitud de extradición, la justicia española puso al preso en libertad.

¿Qué fue lo que motivó los retrasos? ¿Qué ocurrió entre la petición inicial de extradición y la orden judicial de ponerlo en libertad? Las respuestas a estas preguntas se las hizo el nuevo ministro de Justicia italiano, Clemente Mastella, quien ordenó en junio pasado la apertura de una investigación para esclarecer tres excarcelaciones extrañas de presuntos miembros de la Camorra, entre ellas la de Raffaele Amato. Este periódico preguntó el jueves y viernes pasados al Departamento de Justicia italiano cuál había sido el resultado de esa investigación, sin obtener respuesta.

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