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Un error del PNV en una votación varía la ley de Patrimonio en perjuicio del Gobierno

La falta de un voto de EHAK hace fracasar una iniciativa sobre derechos de los detenidos

Los grupos del Gobierno vivieron ayer una jornada aciaga en el pleno del Parlamento, donde dos errores, uno propio y otro de EHAK, descalabraron dos de sus iniciativas. La primera fue nada menos que una ley, la de Patrimonio, en la que el PP logró colar 24 enmiendas, que someten al Ejecutivo a unas servidumbres inéditas ante la Cámara a la hora de disponer de sus bienes. Ello fue posible por el error del parlamentario del PNV que impartía las órdenes de voto a sus compañeros y les indujo a votar cuando debían oponerse, ante el asombro del lehendakari y la vicelehendakari.

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El Ejecutivo vio ayer cómo su ley de Patrimonio salía de la Cámara notablemente desvirtuada al conseguir los populares introducir 24 enmiendas gracias a un error del parlamentario peneuvista Ricardo Gatzagaetxeberria, quien ordenó el voto afirmativo a sus compañeros de filas cuando se trataba de derrotar esas enmiendas.

Estas novedades obligan al Gobierno a pedir permiso al Parlamento cada vez que quiera autorizar cesiones gratuitas de bienes, por ejemplo, efectuar una donación, y también antes de participar en cualquier sociedad. También debe comunicar todos los convenios que celebre con bienes patrimoniales y la Cámara fijará posición sobre ellos. Del mismo modo, el patrimonio de EITB y de Eusko Trenbide Sarea, la sociedad que gestiona las infraestructuras ferroviarias en la comunidad autónoma, quedan bajo control parlamentario.

El Ejecutivo está obligado a cumplir la ley en esos términos hasta que logre modificarla, cosa que puede hacer por dos vías: presentar otro proyecto de ley o una proposición de ley de los grupos que le apoyan, algo que en todo caso no podrán hacer antes de que en febrero empiece el próximo periodo de sesiones.

El proyecto de ley que ayer llegó a pleno se presentó en marzo pasado, con lo cual la aprobación de un nuevo proyecto podría demorarse un plazo similar. Ello daría al texto aprobado ayer un año de vida, durante el que la oposición podría aprovechar para realizar reclamaciones al Gobierno de acuerdo con su contenido actual. En todo caso, la norma no entrará en vigor hasta su publicación oficial, algo con lo que el Ejecutivo puede jugar retrasándola un tiempo. El PP, que ayer se regocijaba de su inesperado éxito, cuenta ya con ello.

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Ese resultado fue el primero de una serie de despropósitos que se sucedieron sin solución de continuidad y despertaron desde el enojo indisimulado de la vicelehendakari, Idoia Zenarruzabeitia, a la risa incrédula y nerviosa del lehendakari, Juan José Ibarretxe, pasando por el ataque de hilaridad que sufrió en plena tribuna la socialista Joana Madrigal y la severa reprensión, también visiblemente enfadada, que le realizó por ello la presidenta de la Cámara, Izaskun Bilbao.

Tres errores

La propia presidenta cometió tres errores: uno, cuando confundió a los grupos al referirse a una enmienda técnica al proyecto de ley de Patrimonio, una vez que ya había anunciado el pase a la votación del punto siguiente: la iniciativa ante las Cortes sobre grabaciones en comisarías y derechos de los detenidos; el segundo, al anunciar que había quedado aprobado ese dictamen cuando no lo estaba, al no alcanzar la mayoría absoluta que precisaba, y un tercero al agregar que lo que se acababa de aprobar era de nuevo la ley de Patrimonio, votada en el punto anterior, y no el dictamen de las detenciones. Bilbao tuvo luego que corregirse a sí misma y aclarar que el dictamen no gozaba de la mayoria precisa.

Fue, en suma, una mañana de incidentes que dio lugar primero a carreras por los pasillos y confusión generalizada y después a indisimulados enfados en las filas del Ejecutivo, manifiestos sobre todo en el rostro y gestos de Zenarruzabeitia e Izaskun Bilbao, y a reproches y miradas de circunstancias en el grupo del PNV y entre éste y sus socios.

El segundo revolcón lo sufrieron el tripartito, EHAK y Aralar con la derrota de una propuesta del último de estos grupos, que habían pactado entre ellos en comisión y tenía garantizada una cómoda mayoría de 42 votos. Se trataba de una iniciativa para que el Parlamento promoviese ante las Cortes la modificación de los artículos 520 y 527 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal con el fin de eliminar la incomunicación de los detenidos por terrorismo e imponer su estancia en dependencias policiales.

La propuesta fue aprobada el 25 de octubre en la Comisión de Instituciones e Interior por la mayoría que sumaron PNV, EA, EB, Aralar y EHAK. Su éxito ayer estaba así previsto, pese a la oposición del PSE y el PP. La inesperada derrota se produjo cuando la propuesta recibió sólo 37 votos a favor, uno menos de la mayoría absoluta (38), necesaria para elevar una iniciativa legislativa ante las Cortes Generales.

La responsabilidad fue en esta ocasión de cinco parlamentarias de EHAK que no estaban en sus escaños cuando se inició la votación, sin debate previo, ya que no había enmiendas y sólo cabía la posterior explicación de voto. La portavoz del grupo abertzale, Nekane Erauskin, llamó a sus compañeras desde el hemiciclo al percatarse de la situación, pero no pudieron entrar pues la puerta estaba ya cerrada.

En el aire quedó si el sistema de votación había registrado también alguna anomalía, cosa que los servicios técnicos de la Cámara negaron, ya que en un momento el panel de resultados, con el tiempo de votación agotado, reflejó 38 votos y luego bajó a 37. Se trató del popular Santiago Abascal, quien advirtió en el último momento que estaba votando equivocadamente y corrigió su error. La confusión sobre lo que se votaba fue tal, por la alusión de la presidenta de la Cámara a la enmienda a la ley de Patrimonio, que parte del grupo socialista se abstuvo mientras otra parte votaba en contra, aunque era indiferente para el resultado.

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