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TOUR 2006 | Terrible mazazo para el ciclismo

Eufemiano Fuentes recetaba los parches de testosterona

Carlos Arribas

Después de varios años en los que la facilidad con la que se detectaba su abuso por vía oral o inyectable la hacían desaconsejable para los deportistas, la testosterona, la hormona masculina, secretada por los testículos, volvió a contar entre el arsenal de los tramposos cuando los laboratorios pusieron en el mercado una novedosa forma de administración, mediante parches que se pegan en la zona perineal y permiten una liberación prolongada y tenue, silente, de las dosis necesarias para aumentar el rendimiento. Entre la documentación incautada a Eufemiano Fuentes por la Guardia Civil figuraban planificaciones que indicaban a algunos corredores el uso de esta clase de parches en las etapas más duras del pasado Giro para mejorar la recuperación, acompañados de reinfusiones de sangre o de la también indetectable hormona HMG, conocida como fuerza en el argot.

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Los parches de testosterona cuentan con la ventaja de que no influyen exageradamente en la relación testosterona / epitestosterona, que hasta hace poco tiempo era el único método de laboratorio para detectar su abuso, ya que no había medios para diferenciar entre testosterona endógena, la producida por el organismo, y la sintética, fabricada artificialmente. En cualquier ser humano sin problemas hormonales la relación entre ambas hormonas es de 1:1, y las autoridades antidopaje, que aplican un margen de seguridad, sólo consideran positivo un resultado en el que el cociente sea superior a 4: 1.

Los medios de los tramposos

Los tramposos contaban con tres medios para superar estos controles. Uno era el uso de testosterona sólo en los periodos sin competición. El segundo, y en el caso Balco se dieron pruebas documentales de ello, el uso simultáneo de testosterona y epitestosterona para engañar a los controles. El otro era lograr que un laboratorio oficial certificara que algunos deportistas sufrían la particularidad de que su cuerpo producía más testosterona que el de la media de las personas. Algunos ciclistas que coincidieron en el Kelme con Eufemiano Fuentes como médico -como Santiago Botero y Miguel Ángel Martín Perdiguero, ahora compañeros de Landis en el Phonak-, han contado con certificados de ese tipo.

Sin embargo, la puesta a punto los últimos meses en los mejores laboratorios antidopaje del mundo de la espectrometría de masas de relación isotópica (IRMS), un método que permite diferenciar testosterona endógena y exógena, ha solucionado este problema, como comprobó en sus carnes hace un año Iñigo Landaluze, ciclista que contaba con un certificado de testosterona pero que resultó positivo en un análisis por IRMS en el mismo laboratorio de París que Landis. Absuelto por le federación española, su caso está ahora en el Tribunal Arbitral del Deporte tras el recurso de la Unión Ciclista Internacional (UCI).

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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