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Reportaje:TOUR 2006 | Decimotercera etapa

Un gallego de amarillo

Landis permite una fuga de media hora y Pereiro es el nuevo líder del Tour con 1m 29s de ventaja

Carlos Arribas

Mayo del 68 en las puertas de la Provenza, borrachera de lavanda, cunetas plagadas de cigarras incansables, sol devastador. "Seamos realistas", dice Óscar Pereiro; "si lo mantengo de aquí a París, sería una sorpresa para todos". Y se toca el maillot amarillo. Lo palpa, lo pellizca. ¿Realista? ¿Pereiro? Anda ya. Esto no es realista, es surrealista. Pero si en los Pirineos había andado a la deriva, si había perdido más de 20 minutos el día de los cinco puertos, si estaba a media hora en la general, si...

Al "seamos realistas", los jóvenes del 68 que pedían que el mundo se parara para bajarse añadían un imperativo: "Exijamos lo imposible". El "seamos realistas" que exigía Pereiro lo había precedido el imposible, conquistarlo en la 13ª etapa, larguísima, 230 kilómetros, que había iniciado a 28m 50s de Floyd Landis. Cumplióse así lo que había anunciado el oráculo, que entre los Pirineos y los Alpes una escapada tremenda daría el liderato a un invitado sorpresa.

"Seamos realistas. Si mantengo el 'maillot' amarillo hasta París, sería una sorpresa para todos"
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Óscar Freire ha descubierto la víspera lo que los viejos aficionados hace años que saben, que el ciclismo es un deporte que hay que practicar con ojos de niño y cabeza de adulto, que todas las mañanas hay que salir a competir como un niño recién nacido. Sin pasado. "Alguna vez tenía que ser la primera que me pasara esto", dice Freire, que no quiere comentar nada de la víspera, de cómo por un juego de equipos tuvo que regalar la victoria a Popovich. Los directores implicados, de habla flamenca, prácticos, Breukink y Bruyneel, prefieren disertar sobre el ciclismo como deporte complejo, sobre la imposibilidad de que todo sea tan simple como parece. Prefieren decir que detrás de cualquier maniobra, gesto, de un ciclista hay muchos años de cultura, personas, tradición. Lo que nos obliga a a volver a ser niños. Freire declara que hay que pasar hoja. Volver a nacer como si nada. Prefiere Bruyneel decir que la victoria de su Popovich fue "una bella reacción", lo que no está mal para los oídos de los niños. Pero para regalo, regalo, para niño, niño, Pereiro, el noveno ciclista español que se viste de amarillo en el Tour y el primero desde Igor González de Galdeano en 2002.

No hay niño, no hay adulto aficionado al ciclismo, que más de una vez durante un Tour, sobre todo al día siguiente de que su favorito sufriera una pájara, no haya pensado que en la etapa tonta su ídolo se escaparía, destrozaría al pelotón, que reventaría en inútil, persecución, y no sólo enmendaría el error, sino que reviviría más fuerte. Pues algo así, con alguna diferencia que otra, pasó ayer: Pereiro terminó el segundo de una etapa en la que se mantuvo en fuga junto a Voigt, Chavanel, Quinziato y Grivko 210 kilómetros y en la que llegó a la meta con 29m 57s de ventaja sobre el pelotón, lo que, sumado a las bonificaciones, le convierte en líder por 1m 29s. Las pequeñas diferencias fueron que el pelotón no reventó, que no hubo dura lucha, sólo tenacidad; que el líder no ofreció resistencia. Landis, gran imitador de las poses de Armstrong, de sus modos al frente del pelotón, también decidió jugar la baza de la frialdad como su compatriota el gélido día de Pontarlier, hace cinco años. Dejó la carrera libre, no le importó ceder el maillot amarillo a Pereiro. Claro que lo hizo con red de seguridad: Armstrong perdió entonces el liderato ante O'Grady por más de 20 minutos y su desventaja ante Pereiro es tan pequeña que no duda de que lo recuperará a más tardar el martes en l'Alpe d'Huez.

En la meta, en el podio, Pereiro mira con ojos de niño gobernados por una mente infantil, plena de ilusión. También sus directores, Eusebio Unzue y José Miguel Echávarri. Hacía 11 años, desde el último Tour de Indurain, que esperaban ese momento. Pero, terminadas las fanfarrias, el sentido común, la mente adulta, se recupera. "Tampoco vamos a volvernos locos por defenderlo", anuncia Echávarri; "el símbolo es lo que importaba".

El alemán Jens Voigt se impone en la llegada a Óscar Pereiro.
El alemán Jens Voigt se impone en la llegada a Óscar Pereiro.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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