El agote escultor
El ex cocinero Xabier Santxotena traslada a sus obras artísticas las técnicas y misterios de su anterior oficio, del que se siente orgulloso
"Yo soy agote", declara con indisimulado orgullo Xabier Santxotena mientras recorre su taller de Artziniega (Álava) donde trabaja metódicamente trece, catorce o quince horas diarias, de lunes a jueves, en sus esculturas en cerámica, hierro y, sobre todo, madera. Los viernes toma el coche y recorre los 200 kilómetros que le separan del barrio de Bozate, en la localidad navarra de Arizkun, donde nació hace 60 años.
Allí, en su casa natal de Gorrienea y en un parque cercano explica a los visitantes su obra escultórica y la historia de los agotes, un colectivo asentado en el valle de Batztán y marginado durante siglos, tanto que sus integrantes llegaron a avergonzarse de sí mismos. Eran gentes muy religiosas, aunque les obligaban a entrar a la iglesia por una puerta secundaria y a sentarse en las filas de atrás, y dedicados a la artesanía porque no tenían propiedades. Se les reconocía por su maestría como canteros y carpinteros.
Santxotena llegó a conocer en su infancia ese menosprecio, al que le ha dado la vuelta, en un momento en el que se recupera la atracción por las herejías medievales. Ahora, los agotes son un referente hasta literario, y su claro origen cátaro explica la marginación en la que vivieron durante siglos. "Bozate se fundó a mediados del siglo XIII por una comunidad de cátaros que huía de la represión que los reyes franceses les infligieron en la Occitania", resume Santxotena, antes de emprender un minucioso recorrido por la historia de sus antecedentes. Surgen los detalles: "Era tal el desprecio por los agotes, que, tres siglos después de instalarse en la península, el rey Carlos I difundió un edicto por el que se multaba con 600 ducados a todo aquel que insultara a otro con la palabra agote", recuerda el escultor,
Su obra está dedicada a recordar a sus ancestros. "No es reivindicación, es homenaje", aclara. La escultura como puesta en práctica de toda una tradición. "Mi padre ha sido tallista, mis abuelos han trabajado la madera también. Evidentemente, tienes un gen que te invita a ello. Y, luego, cuando te pones a modelar, lo que te llama es la madera, no la piedra o el hierro", explica. En cuanto a la técnica, Santxotena mantiene su respeto a la tradición: "La forma de maclar es como lo hacían los ancestros". Y el resultado de su obra, inspirado por la mitología, por las leyendas de sus abuelos, "es una abstracción simbólica".
Es patente su deuda con los agotes, sí, pero también la influencia de Jorge Oteiza, el escultor experimental y el teórico, con el que mantuvo una estrecha relación. "Era un hombre entrañable, con su genio, por supuesto. Apasionado, sobre todo, ante la experiencia estética, con un profunda cultura. Recuerdo un viaje que hicimos a Italia y Grecia. Cada vez que entrábamos en un museo o en un templo, se transformaba, era pura energía". Su relación con Oteiza llegó hasta el punto de que éste escribió un par de libros en casa de Santxotena.
El de Bozate conoció al de Orio en Vitoria, cuando todavía Xabier Santxotena regentaba el restaurante El Portalón, al que le dio fama con su menú degustación. "Yo había empezado en la escultura casi por inercia, sin ninguna formación, salvo lo que había visto en casa. Cuando decidí tomarla más en serio, me dí cuenta de que me hacía falta técnica y acudí a la Escuela de Artes y Oficios". En ese momento, aparece Oteiza, quien ve las maneras del joven cocinero y le invita a que se aplique en lo que era hasta entonces una afición. "Era un maestro magnífico, que no intervenía en la obra, ni desilusionaba al discípulo, pero sugería con respeto", recuerda.
El zaguán de la casa de costas del siglo XV donde se encuentra el restaurante, en el corazón del casco mediaval de Vitoria, acoge una selección de sus piezas. Santxotena dice que no siente nostalgia por la gastronomía. "Cuando era cocinero, me dedicaba en cuerpo y alma a la cocina; pero en 1997 mi vida dio un giro de ciento ochenta grados y ahora ni me acuerdo", comenta quien fue uno de los impulsores de los programas culinarios en la televisión, con Karlos Argiñano. "El restaurante de Karlos estaba en obras y, como El Portalón tiene ese encanto, nos vinimos a Vitoria a preparar los programas". Pero la escultura ganó la partida a la cocina, "porque, o te dedicas a ella por completo, o lo dejas".
Desde ese año crucial para su vida, Xabier Santxotena no ha parado. En 1998 abrió su museo; en 2003, el parque escultórico de Bozate, con ocho bordas creadas en distintos materiales, una de ellas dedicada a su maestro Oteiza. Y ahí sigue en este 2006. "Me faltan horas", concluye el escultor.
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