Un escritor recrea el viaje de Washington Irving a la Alhambra
El escritor granadino Miguel Ángel Moleón recrea desde la imaginación, en Los cuadernos secretos de Washington Irving, libro publicado por la editorial cordobesa Almuzara, el accidentado viaje al centro de la Alhambra protagonizado por el autor norteamericano y el duque de Gor, ambos fascinados por la idea de hallar la auténtica tumba del último rey nazarí, Boabdil, explicó ayer Moleón. Según esta narración fantástica, Irving, que redactó y entregó a la edición sus célebres cuentos, jamás habría dado a conocer estos "cuadernos secretos", compuestos durante su residencia en la Alhambra.
El autor ha imaginado estos documentos como cuadernos de campo, anotaciones en un minucioso diario que habría llevado durante su estancia en Granada y las cartas que periódicamente habría enviando a su compañero de viajes, el príncipe y diplomático ruso Dolgoruki.
En la novela, cuando el escritor norteamericano llega a Granada conoce al duque de Gor, un excéntrico personaje, otrora ilustre político, que entonces vive retirado y exclusivamente dedicado al estudio de seres fantásticos que, según muestra a Irving, viven en la Alhambra. Irving queda fascinado con este personaje que, al igual que él, está obsesionado con descubrir la tumba de Boabdil.
En la novela, que incluye datos reales de Irving y de sus Cuentos de la Alhambra, el escritor norteamericano va dejando constancia de cómo van avanzando las indagaciones para llegar a descubrir la tumba del rey moro, a la vez que revela la "existencia" de cientos de criaturas mágicas que moran en el palacio nazarí, como elfos, trasgos, silfos, nayades o genios.
El relato hace un salto en el tiempo hasta 1958, año en el que Rafael Moleón, joven ebanista granadino, se encuentra trabajando en la conservación y restauración de diversos espacios de la Alhambra cuando halla, en el hueco de uno de sus muros, un gran estuche de ébano, de cuyo interior extrae los documentos que componen Los cuadernos secretos de Washington Irving.
Inspiración
Tras hacer una copia del material, el ebanista toma el cofre, con los documentos de Irving debidamente protegidos, y en secreto lo reinserta en un lugar de la Alhambra que jamás revela, según relató Moleón, quien explicó que para crear este personaje se inspiró en la figura de su padre, un ebanista quien realmente llegó a realizar trabajos de restauración en el monumento nazarí.
El autor explicó que, con este libro, "salda" una deuda pendiente que tenía con la Alhambra, de la que, aseguró, "resulta imposible sustraerse a cualquier escritor granadino". En el caso de Moleón, el influjo del monumento ha sido especialmente importante, puesto que de pequeño, su padre le llevaba a pasear por los bosques de la Alhambra, e incluso llegó a bañarse en una de sus albercas, en una época en la que "los guardias no eran tan fieros como ahora".
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