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Reportaje:

Con la muerte a bordo

Una ola mata en el Atlántico a un holandés en la Vuelta al Mundo

Juan Morenilla

¡Hombre al agua! Sebastian Josse, patrón del ABN 2, dio la voz de alarma a las 4.11 de ayer. Una ola de cinco metros había golpeado el barco y, al retirarse, Hans Horrevoets, trimmer holandés, había desaparecido. Un viento de 30 nudos (54 kilómetros) azotaba la nave en medio del Atlántico en la séptima etapa de la Vuelta al Mundo de vela, entre Nueva York y Portsmouth. De repente, a 1.300 millas de la costa, el mar se tragó a Horrevoets, que murió ahogado tras perder la conciencia.

El patrón pulsó el botón MOB (man overboard, hombre al agua) para fijar la longitud y latitud del barco, que dio la vuelta. "El viento era muy fuerte, nos costaba mantener la dirección", explicó después el navegante Simon Fisher. Un compañero se lanzó al agua y rescató a Hans. "No tenía pulso. Iniciamos la reanimación cardiovascular. Pero... nada. Era inútil". Horrevoets falleció en brazos de sus compañeros. Habían contactado por radio con el hospital Derriford, en Plymouth, y siguieron las instrucciones de reanimación. "Toda la tripulación demostró calma, profesionalidad y madurez, pero fuimos incapaces de devolverle a la vida. Estamos destrozados", escribía ayer el patrón desde el mismo barco... a pocos metros del cadáver.

El equipo ABN 2, a mil millas de la costa, sigue navegando con el cadáver de su compañero

Pese a la tragedia, el ABN 2 seguía compitiendo. A más de mil millas de tierra, ningún helicóptero tiene autonomía para llegar al barco y regresar. Y ninguna embarcación está cerca. La regata sigue, pero con un compañero fallecido a bordo, en un espacio reducidísimo en el que 10 personas conviven en 30 metros cuadrados con la comida liofilizada y el material. Cada barco es una pequeña ambulancia flotante con todo lo necesario, hasta un desfibrilador, y varios tripulantes han de superar un curso de primeros auxilios.

El ABN 2, cuya llegada a Portsmouth está prevista para el domingo, seguirá navegando hasta acercarse a tierra. Entonces decidirá si atraca en Inglaterra o solicita que retiren el cuerpo del barco. En tal caso, serán eliminados de la etapa por recibir ayuda externa (en una etapa más larga se hubiera podido tirar el cadáver al mar con permiso de la familia). Son las normas de esta competición extrema, en la que los navegantes sufren temperaturas entre los 40 grados y los 20 bajo cero, y en la que un navegante, como el español Pepe Ribes, puede perder 10 kilos en una etapa y quemar 7.000 calorías por día; los músculos se atrofian al soportar durante horas la misma posición.

Horrevoets es el quinto navegante fallecido en la historia de la Vuelta al Mundo. La edición de 1973 se cobró tres vidas, y otra la de 1989.

"Somos conscientes de los riesgos, pero nada nos prepara para esto", afirmó ayer el director de ABN, Jan Berent. "Es el día más duro de la Vuelta", añadió Pedro Campos, director del equipo Movistar. El barco español y otros tres cambiaron sus rumbos para ayudar a su rival. "¡Qué terribles 12 horas hemos pasado! Saber que Hans había caído nos dio un sentimiento escalofriante. Es la peor pesadilla de un navegante. Hans era el más encantador deportista y hombre de familia de todos. Ahora siento más presión que nunca por devolver a los maridos, padres y novios a sus familias de una pieza. Debemos seguir navegando. De lo contrario, aquello por lo que trabajó dos años se perdería", escribió desde su barco Mike Sanderson, patrón del ABN 1.

Horrevoets, de 32 años, era el más veterano del equipo, y el único con hijos, una niña de un año. Antes de comenzar la Vuelta al Mundo, la segunda en su carrera, decía: "Cuando tienes una oportunidad como ésta, ¡cógela! Claro que hay riesgos. Chocamos contra ballenas e icebergs, y caer por la borda es uno de los mayores peligros".

El holandés Hans Horrevoets, tripulante del <i>ABN 2. </i>
El holandés Hans Horrevoets, tripulante del ABN 2. TEAM ABN AMRO

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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