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Reportaje:

Un quirófano en Tinduf

El otorrino José María Anda es el impulsor de las operaciones quirúrgicas en los campamentos del Polisario

A sus 58 años, José María Anda mantiene el aspecto informal y bohemio característico de quien se dedica a las artes. Sin embargo, su profesión es la de médico otorrinolaringólogo. A veces, las apariencias engañan. Como tampoco nadie se podría imaginar que la prestación de servicios quirúrgicos en Tinduf tuviera que ser una iniciativa de un ciudadano que trabajaba en el Hospital de Santiago de Vitoria cuando los gobiernos de Argelia y, sobre todo, el de Cuba, reconocido por su Sanidad, habían rechazado esa posibilidad.

El interés de Anda por el Sáhara viene de la Marcha Verde, aunque quizás su nacimiento e infancia en Tetuán hayan colaborado en su especial querencia por esa antigua colonia española que Marruecos ocupó con la anuencia de un régimen franquista que daba sus últimos coletazos. "Yo había estudiado el Sáhara como una provincia más de España, y, de repente, desaparece. Es más, con la llegada del PSOE al Gobierno deja de interesar lo que ocurre con aquéllos que hasta hacía unos años habían sido ciudadanos españoles y les habían convertido en marroquíes contra su voluntad", recuerda.

Este médico que había llegado a Vitoria en 1981 mantenía su interés por el Sáhara por su cuenta. Es decir, no militaba en ninguna organización de apoyo, ni participaba en partidos políticos que mantuvieran relaciones con el Frente Polisario. "Mi vinculación vino, como tantas cosas en mi vida [como también vivir en Vitoria], de casualidad. En 1982, llegaron unos niños saharauis que necesitaban una operación y yo me encargué de ello. Claro, me interesaba conocer cómo seguían después de pasar por quirófano y una vez que habían regresado a Tinduf". Así que Anda, por todos conocido como Chema, pidió una cita al entonces alcalde vitoriano, José Ángel Cuerda, para organizar un viaje. "Ya se sabe la sensibilidad que tiene Cuerda. Me recibió al día siguiente, le expliqué que necesitaba llevar un equipo de personas y material y se comprometió a ayudarme. Aquel primer viaje lo financié yo; el Ayuntamiento puso el material".

Una vez en los campamentos de refugiados, Anda constató que había una necesidad clara de operar allí mismo, que no se podía andar llevando y trayendo a los enfermos a los quirófanos de los hospitales españoles. "Nunca se había hecho una cirugía estable en un campo de refugiados, pero había un hospital de campaña que ofrecía los medios básicos para realizar operaciones. Recuerdo la primera vez que entramos a quirófano. Había previsto un programa relajado, con cinco operaciones por la mañana y tres por la tarde. Cuando empecé a pedir que pasaran, se fueron negando el primero, el segundo, el tercero. Hasta que el último de la mañana decidió operarse. Ya por la tarde hubo más suerte: dos de tres. Y al día siguiente comenzaron a venir los que se habían negado la víspera. No habían querido la intervención porque temían que iban a morirse".

Chema Anda comenzó con aquellas intervenciones a finales de los ochenta. Le había llevado su tiempo organizar algo tan delicado, y no sólo por las complejidades que conlleva una operación. "De entrada, en cualquier estructura en la que no te conocen no eres un elemento de confianza. Es más fácil trabajar en proyectos periféricos, donde no sustituyes a nadie, pero al final, sí contaminas, porque todas las actuaciones tienen componentes negativos, el agravio comparativo, por ejemplo. Y claro, también hay un cierto tinte colonialista, aunque pongas toda la delicadeza en tus actos. Es un mal menor".

Hay que fijarse en lo positivo de aquella iniciativa. En estos 18 años, el equipo de Anda ha realizado más de 3.000 operaciones, "siempre con éxito", precisa el médico alavés mientras toca madera. "Demostramos, contra la opinión de los argelinos o los cubanos que sí se podía operar allí". Además, tras aquella primera experiencia convocó a médicos de otras especialidades del resto de España y se creo una red de cirugía que interviene a lo largo del año, siempre dirigidos por el Ministerio de Salud Pública saharaui. La coordinación concreta del programa queda en manos de la oficina de la Asociación de Amigos de la RASD de Vitoria.

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Este grupo alavés es el más conocido en los campamentos, por esa presencia tan continuada. "Dieciocho años, con 800 consultas al año, te puedes imaginar. La jeta me la conocen muchos de los 200.000 que allí viven y, el nombre, doctor Chema, todos". Y no le faltan anécdotas sobre su aspecto. "Hay que tener en cuenta que allí la información se recoge por transmisión oral. Entonces llega un momento en el que se sienta en la consulta un ciudadano y me pregunta: '¿Usted es el doctor Chema? Pues no me lo imaginaba así'. Efectivamente, no mido dos metros, no tengo las barbas hasta la cintura ni las melenas de Moisés, ni entro en las habitaciones dando patadas a las puertas... No estoy a la altura del imaginario".

De lo que sí están seguros ya, cuando llegan a consulta, es que quien pasa por sus manos no corre ningún peligro.

Un optimista informado

Chema Anda nació en Tetúan (Marruecos) en 1947, de padre militar de origen alavés y madre gallega. Allí vivió hasta los diez años y luego la familia se trasladó a la península para acabar residiendo definitivamente en Madrid. "A mí siempre me había atraído Vitoria, aunque sólo había estado de pasada, cuando iba a jugar al rugby contra el Atlético San Sebastián".

En 1981, salió una plaza en el Hospital de Santiago y en un par de meses se había instalado en la capital alavesa, como su hermano José Luis (parlamentario del PSOE), quien también llegó por otros motivos.

Chema es de los que no se muerden la lengua cuando habla de política. Buena parte de su colaboración con el Sáhara se debe a la caída del bloque comunista y a la desaparición de las ayudas que recibía el Polisario. "La caída del muro ha sido la desgracia más grande que ha ocurrido en el siglo XX. Gorbachov me parece un infiltrado de la CIA y la perestroika, una desgracia, sobre todo para los rusos. Creo que el mundo ha ido a peor en el último tramo del siglo XX, caída que continúa en el XXI. Y lo digo porque soy un optimista bien informado".

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