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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Alemania se rinde ante Thomas Mann

El presidente alemán preside en Lübeck los actos de conmemoración del 50º aniversario de la muerte del escritor

Alemania conmemoró ayer al escritor "más alemán de todos los tiempos", Thomas Mann (1875-1955), en el 50º aniversario de su muerte. El presidente federal alemán, Horst Köhler, y el crítico literario de origen polaco Marcel Reich-Ranicki participaron en una ceremonia en Lübeck, la ciudad natal de Mann, colofón de una semana de actos conmemorativos.

"Nunca me permití soñar que podría hablar en el 50º aniversario de la muerte de Thomas Mann en la iglesia de Santa María de Lübeck, en la que fue bautizado y confirmado", dijo Reich-Ranicki, de 85 años. "Hablo en calidad de un lector que encontró en sus libros su desamparo, su miseria y también su felicidad", dijo el más respetado y conocido de los críticos literarios alemanes.

Reich-Ranicki, que ha sostenido que Mann es el escritor "más alemán de todos los tiempos", dijo admirarlo "desde que reconocí que con su existencia, como antaño Goethe, redefinió el concepto de alemanidad". "Ningún otro escritor encontró tanta aceptación entre sus compatriotas en el medio siglo posterior a su muerte. Ni siquiera Goethe", recordó el crítico, que aportó una cifra para ilustrar su afirmación: desde 2000 a mediados de 2005 se vendieron 1.400.000 ejemplares de las obras de Mann.

"Mann, cuyas novelas están relacionadas con Alemania como las de casi ningún otro escritor que se haya ocupado de la cultura, el arte, la música, la burguesía, la intimidad y el fracaso, tuvo que comentar, impotente desde el exilio en California, la destrucción de su patria", recordó el presidente alemán, Horst Köhler, en referencia a una intervención radiofónica de Mann.

"Alemania no trató bien al que fue uno de sus hijos más grandes", lamentó Köhler al recordar las críticas de los alemanes por el exilio voluntario del autor de La montaña mágica desde el año 1933, cuando los nazis llegaron al poder. En aquel momento Mann se encontraba en el extranjero y decidió no volver a Alemania. Primero en el sur de Francia y más tarde en Estados Unidos, Mann se autoimpuso un exilio vitalicio al que ni siquiera quiso poner fin al terminar la II Guerra Mundial. No quiso volver al que consideraba el país de los culpables de la contienda.

En 1952, cuando el escritor se había vuelto incómodo para el anticomunismo estadounidense, decidió abandonar aquel país y regresar a Europa; pero no a Alemania, sino a Suiza. Se instaló en Zúrich, no muy lejos de Múnich, la ciudad alemana que le vio escribir sus primeras novelas.

Thomas, hermano menor del también escritor Heinrich Mann, había publicado a los 24 años Tonio Kröger, una novela corta sobre un joven hijo de un alemán y una andaluza -de ahí su nombre tan poco germano- que se enamora de un compañero del colegio. Ya entonces se puso de manifiesto la homosexualidad de Mann, que a pesar de ello se casó con Katia Pringsheim y tuvo seis hijos. Su vida se debatió entre la esclavitud de su eros -en sus diarios hablaba de los "perros en el sótano"- y la rectitud de su educación burguesa.

Una saga familiar

Tras Tonio Kröger vinieron, en 1901, Los Buddenbrook, una saga familiar en la que pinta el declive de la burguesía hanseática y que, inspirada en su propia familia, se desarrollaba en la casa de sus abuelos, en Lübeck. Fue una de sus obras más celebradas y, aunque el Premio Nobel de Literatura se le otorgó en 1929, cinco años después de publicarse La montaña mágica, su obra más célebre, la argumentación para concederle el premio se centró en la que había publicado casi 30 años antes.

La Buddenbrookhaus, la casa de sus abuelos hoy convertida en museo, albergó toda esta semana los actos conmemorativos del aniversario que culminaron ayer en la iglesia de Santa María, justo enfrente de la casa.

Thomas Mann.
Thomas Mann.CORBIS

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